La segunda mitad

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Por: Julio Faesler

Es el momento en que empieza el segundo trienio presidencial.  Se trata de desarrollar y llevar a sus objetivos los pasos que tozudamente ha labrado el presidente López Obrador con sus muy personales decisiones de la primera mitad.

Pasaron las elecciones con participación de poco más de la mitad del padrón. Rodeado de un confuso enjambre de partidos políticos de que mal transmiten las inquietudes populares, la seriedad y autoridad del INE cuya misma existencia no hace ni dos semanas se había cuestionado con conocidos e inconfesables fines por el mañanero presidente.  Las impugnaciones que están en curso no alteraran la simple realidad de que el presidente de la República sigue siendo el dueño y operador de la democracia nacional.

Al terminar la primera mitad del sexenio de López Obrador, al lado de esporádicos gritos de victoria electoral, priva una sensación de hueca insatisfacción general. El presidente dividió al país, desmanteló proyectos en marcha, canceló fideicomisos, cerró servicios cuyos beneficios eran indispensables dejando de favorecer al sector industrial que crea importantes fuentes de trabajo. ¿Y todo para qué? Para entregar recursos públicos a sus tres icónicos y controvertidos proyectos, al tiempo que centralizaba en sí mismo las funciones públicas.  

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Hay otros asuntos que hay que considerar a la sombra de los comicios. Destacan dos importantes conversaciones que López Obrador sostuvo en estos días: la visita de la Vicepresidente de Estados Unidos Kamala Harris el 8 de junio y la reunión el día 10 en el antiguo Hotel de Cortés con algunos distinguidos empresarios.

En la visita de Kamala Harris se expusieron los problemas de la migración y sus causas, junto con el tema de la corrupción y la seguridad dominaron la reunión. El presidente y la vicepresidenta atestiguaron la firma de un memorándum de entendimiento entre la USID y la Agencia mexicana de Cooperación internacional para el Desarrollo para atender las causas estructurales de la migración proveniente de Guatemala, El Salvador y Honduras. Por otra parte, Estados Unidos invertirá en nuestro país 130 millones de dólares encaminados al fortalecimiento en la cooperación laboral. No se omitió el problema humanitario de los niños separados de sus padres que dispuso Trump y que Biden lo está resolviendo.  

Es curioso, por cierto, que justo en Palacio Nacional se haya firmado el Memorandum antes citado. La USID ha venido apoyando algunas ONG´s que luchan contra la corrupción por lo que López Obrador días antes había enviado una nota diplomática al Departamento de Estado reclamando  esta acción como un serio intervencionismo.  

Tratándose del paquete financiero propuesto por Estados Unidos el presidente mexicano propuso tomar en cuenta los programas sociales en marcha en México para jóvenes estudiantes y el dedicado a la siembra y reforestación. Hacer esto aliviaría los problemas de presupuesto que en un futuro no lejano ha de agudizarse para los actuales programas sociales.

La reunión con los empresarios más significativos de México fue el otro evento de importancia. Los asistentes que se reúnen periódicamente con el presidente son ya bien conocidos y, por lo que puede entenderse de las declaraciones del presidente, como de los propios líderes del sector privado, la reunión no tuvo particular perfil. Ambas partes comentaron con frases convencionales los pronósticos económicos favorables del momento y la disposición que de continuar sus respectivas vías para la recuperación económica del país.

Es de notarse, empero, la actitud positiva de López Obrador hacia la inversión privada y admitir la imposibilidad de que el desarrollo nacional dependa de la inversión del Estado. Esta declaración anima algunos empresarios la esperanza de un revés en la actitud anti Sector Privado del presidente.   

Es curioso e indicativo que, tratándose de la economía, el presidente se reúna con los más importantes empresarios del país todos los cuales tienen muy estrechas vinculaciones con los intereses industriales y financieros extranjeros. Haría falta reforzar esos encuentros con la participación de organismos identificados con las capas mayoritarias de la economía mexicana.

El inicio de la segunda etapa del sexenio no es el momento de seguir dividiendo al país. Es la oportunidad para renovar ideas y propósitos, incluso, abrir una nueva y oxigenada etapa de relaciones norteamericanas.

En lo industrial, la segunda mitad de la gestión de AMLO es la invitación a animar, promover y apoyar nuevas formas de producción, la integración de cadenas de valor, que animen a todos los productores a participar en los intercambios internacionales.  

Son momentos de explorar otras fórmulas de articulación social como se hace en otros países tales como las cooperativas, por lo que no cabe escuchar que solo las iniciativas presidenciales han de imperar en el Congreso y que habrá que dudar del patriotismo del que se oponga a ellas. Por ahí no, señor Presidente.

14 de junio 2021


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