La guerra por las candidaturas en Morena

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El proceso interno que tuvo Morena para definir a su candidato presidencial estuvo manchado por las acusaciones de Marcelo Ebrard hacia Claudia Sheinbaum, quien se quejó de las agresiones que recibió en una reunión del partido ante Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional morenista.

En 2023, Ebrard y su equipo denunciaron múltiples irregularidades en el proceso interno de Morena para seleccionar al candidato presidencial para las elecciones de 2024, en el que Claudia Sheinbaum resultó ganadora.

Ebrard señaló que la presidenta de la Comisión de Encuestas, Ivonne Cisneros, mostró afinidad con Sheinbaum, comprometiendo la imparcialidad del proceso; se denunció el uso indebido de recursos y personal de la Secretaría del Bienestar para favorecer a Sheinbaum, incluyendo coacción a ciudadanos y promoción de su candidatura en secciones específicas donde se levantarían encuestas.

El equipo del exjefe de gobierno de la CDMX reportó incidencias en un 14% de las urnas, como errores en la documentación, sondeos realizados por un solo encuestador, urnas sin actas, folios inconsistentes y bolsas de seguridad que no coincidían con los registros; de igual manera, acusó a Sheinbaum de prácticas como acarreo, guerra sucia y uso de recursos públicos, además de que su equipo habría tenido información previa sobre las secciones a encuestar, lo que les permitió realizar actos proselitistas dirigidos.

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Durante el conteo de boletas, se impidió el acceso de representantes de Ebrard, como la senadora Malú Mícher, al World Trade Center, donde se validaban los resultados, e incluso se reportaron agresiones por parte de la policía.

Ebrard impugnó formalmente el proceso el 10 de septiembre de 2023 ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena, exigiendo la nulidad y reposición del procedimiento. Aunque la Comisión reconoció algunas prácticas indebidas, no se repuso el proceso.

Este episodio se cerró con una negociación entre Ebrard y Sheinbaum para que el primero permaneciera en Morena y posteriormente se integrara al gabinete.

Este fue el primer aviso de lo que vendría en el futuro en la lucha por las candidaturas al interior de Morena, algo que se convertiría en una batalla en la que morenistas se enfrentarían a otros morenistas por las postulaciones, cuestión que se vería agravado por la herencia perredista de las tribus y sus enfrentamientos.

Y no tardaron en presentarse las primeras peleas.

En Apatzingán, Michoacán, el senador Raúl Morón organizó una reunión para hablar de la elección judicial, pero tan sólo entrar fue recibido con abucheos e incluso con agresiones; el morenista acusó al presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo, también morenista, e incluso al gobernador de la entidad, Alfredo Ramírez Bedolla que es del mismo partido. En juego está la candidatura a gobernador de dicho estado.

Y es que en 2027 se renovarán las gubernaturas de Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas, así como la totalidad de la Cámara de Diputados.

Esto ha motivado que desde ahora veamos a morenistas buscando construir una candidatura, incluso violando la ley, como es el caso de la senadora Andrea Chávez, quien ha sido denunciada por actos anticipados de campaña y otras irregularidades.

Los cuestionamientos que se hicieron el pasado 23 de abril en contra de Ariadna Montiel, secretaría del Bienestar, de parte de diputados federales de Morena, recordando las denuncias de Ebrard en 2023, es algo que debe considerarse en este contexto.

Lo que sucedió con la iniciativa de la presidenta Sheinbaum para prohibir el nepotismo electoral, que fue modificada para que entrara en vigor en 2030 y no en 2027 como estaba originalmente redactada, también es parte de esta batalla pues los aspirantes a la candidatura en Guerrero, San Luis Potosí y Zacatecas –Félix Salgado Macedonio, Ruth González Silva, esposa del actual gobernador, y David Monreal–, podrían competir en algo que se interpretó como una derrota política para la presidenta.

Apenas estamos viendo las primeras escaramuzas en esta guerra por las candidaturas, las cuales aumentarán de intensidad conforme se acerquen los tiempos de las definiciones y los procesos internos para elegir a los abanderados del partido guinda.

Si los propios morenistas modificaron una iniciativa presidencial para beneficiar a ciertos aspirantes, si son capaces de agredir a sus compañeros de partido en eventos públicos y hasta se brincan las leyes con actos anticipados de campaña, con la herencia de las tribus perredistas, sin mencionar que en la campaña rumbo a la elección judicial del 1 de junio próximo ya hay denuncias entre los propios morenistas en contra de algunos candidatos impulsados por otros militantes guindas, podremos esperar que esta guerra suba de tono próximamente y el “todo se vale” sea la constante en la batalla.

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