Ahora que uno vive en la Ciudad de México, después de décadas de estar avecindado en el Distrito Federal, la verdad es que no se experimenta ningún cambio. Somos citadinos y seguiremos siendo chilangos. Pero nuestra clase política, siempre dispuesta a ensanchar su presupuesto, ha decidido que necesitamos una Constitución y más, muchos más puestos para los partidos políticos.
No veo la necesidad, pero la cuestión es que ahora tendremos unos minidiputados por delegación, y minicongresos y muchos minis que se traducen en un presupuesto maxi. Es curioso, pero mientras más arrecia la crisis de credibilidad de los partidos ante los ciudadanos, éstos inventan más maneras de exprimir los presupuestos. No generan alicientes para superarse, sino sillas para acomodarse.
Por ejemplo, un partido como el PAN en la CdMx, es prácticamente inexistente. Sus representantes son politiquillos de ínfimo nivel, ilustres desconocidos que se dedican a trepar en plurinominales. Hace años que el panismo desapareció de esta ciudad, que, aunque tenga vocación de izquierda, simple y sencillamente no encuentra oposición. El panismo local es una especie de preparatoria, un club de amigos, en que jóvenes encuentran distintas maneras de venderse al gobierno local, por eso se pelean. Y por lo mismo, ahora les darán más puestos para repartir entre los miembros del club. Ese partido no tiene que esforzarse para crecer, pues ya tiene más puestos para ofrecer y vender favores.
Lo miso sucede con los notables que prepararán nuestra Constitución. La selección mostrada esta semana por el partido gobernante es clara: desde personajes rancios, cadáveres mutantes de la política, destacados miembros del deshuesadero de la izquierda, hasta patéticas protagonistas del mundo de la frivolidad y la estupidez. Y faltan los que propongan los otros partidos. Están de lágrima nuestros notables.
No creo que necesitemos una carta magna en la CdMx, simplemente necesitamos mejores leyes que le faciliten la vida a los ciudadanos, pero eso no parece estar en la agenda de los partidos. Ellos van por la foto, por sus eventos históricos y por la ampliación de su nómina. La nueva Constitución no nos va a solucionar los problemas para vivir mejor y de manera armónica. Fijará derechos que no se cumplirán, pero no nos ayudará a supervisar la transparencia en el manejo de los recursos, en la asignación de obras. Hará la vida de los políticos citadinos más llevadera y la de los ciudadanos, más irritante al saber que mantenemos decenas más de holgazanes que quieren darnos un estatuto que jamás pedimos. La creación de la constitución de la CdMx es una fábrica de puestos.
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