La libertad de expresión es uno de los derechos fundamentales del ser humano. A lo largo de la historia, el individuo ha luchado por este derecho y países enteros han atravesado revoluciones para conseguirlo. México consiguió esta libertad casi 90 años después de la Revolución, luego de una interminable lucha de decenas de periodistas que, durante mucho tiempo, lucharon contra un régimen autoritario y censurador.
Durante una buena parte del siglo pasado, el ejercicio periodístico, la libertad de pensamiento y la de elección fue limitada y castigada. Fueron años en los que la prensa clandestina se volvió un medio de comunicación. Publicaciones sin autores, de poco tiraje y escasa circulación fueron el medio de información de miles de mexicanos. Fueron tiempos de oscuridad informativa, pero también de bonanza periodística.
Fue la época en la que periodistas e intelectuales de reconocimiento mundial dieron a conocer su pluma en diversos medios del país, pavimentando así el camino de la libertad de expresión y de prensa en nuestro país. A través de nuevos espacios de comunicación se buscaba informar a los mexicanos de manera acertada y asertiva.
Hace unos días, México sufrió la pérdida de uno de los pioneros de este periodismo libre. Julio Scherer, mexicano comprometido con la difusión de la información y la consolidación de la democracia a través de la prensa.
Desde sus años en Excélsior, Scherer García fue el ejemplo de lo que el periodismo crítico representaba para regímenes que no contemplaban la libertad de expresión entre los valores que se requerían para la construcción de instituciones. Su paso por Excélsior, al lado de Vicente Leñero y Miguel Ángel Granados Chapa, entre otros, desafió abiertamente a un gobierno arbitrario que, ante la amenaza, respondió con la censura.
Los obstáculos a lo largo de su vida fueron varios, pero nunca impidieron que continuara con el ejercicio de su oficio. En 1976 Scherer García y sus colaboradores abandonan el diario Excélsior en protesta de la represión informativa de Echeverría y comienzan así la construcción de un periodismo libre, un ‘nuevo periodismo’ —como lo llaman sus colegas y amigos— refiriéndose a una forma diferente de conseguir y dar a conocer la noticia.
Fue un periodista en todo el sentido de la palabra, fue reportero y entrevistador, eternamente buscando la noticia. Dedicó gran parte de su carrera al periodismo cultural, apoyando sobre todo la literatura con publicaciones independientes. Su pasión lo llevó a fundar la revista Proceso, la cual fue, durante la década de los ochenta y noventas, un parteaguas en el ejercicio periodístico y los medios impresos.
Don Julio Scherer deja un legado de libertad periodística sin precedentes, su defensa de la libre expresión y su aguda crítica al gobierno consolidó en México un derecho humano que, en las épocas opresoras, era imposible e impensable. A través de 67 años de trabajo con la pluma, Scherer demostró que no es fácil combatir al autoritarismo, pero que tampoco hay otro camino; la coherencia y congruencia fueron parte de la vida del periodista en la práctica.
Don Julio Scherer es simiente y constructor de un periodismo libre e independiente, que nunca debe dejar de fortalecerse. Su ausencia física no representa la partida de su legado, al contrario: lo fortalece. Hoy se hace más vivo su trabajo y la exigencia para que las letras sigan siendo un medio libre para conocer, transformar y construir la historia de este país.
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