Intelectuales y políticos

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La política es tener una idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado en una nación.

Joven Mirabeau: la exaltación de los principios no es lo sublime de los principios.
Robespierre

La relación entre político e intelectual es muy complicada, aunque debieran coincidir, por ser profesiones afines. José Ortega y Gasset lo explicaba claramente:

Arquetipo, no ideal (…) Los ideales son las cosas según estimamos que debieran ser. Los arquetipos son las cosas según su ineluctable realidad (…) Hay, pues, dos clases de hombres, los preocupados y los ocupados. El intelectual es, en efecto, casi siempre un poco enfermo. En cambio el político es, por lo pronto, un espléndido animal, una espléndida fisiología.

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En un libro de reciente publicación, Luciano Concheiro y Ana Sofía Rodríguez entrevistan a intelectuales mexicanos, una historia apasionante de la lucha que han librado para formarse y sus penurias por defender sus ideas.

Para mi sorpresa, Lorenzo Meyer me alude en su entrevista. Alguien le comentó que en el programa Debatitlán yo expresé que Meyer no sabía qué era hacer política. Como buen intelectual se molestó y afirmó que él sí hace política, pero de ideas. Con esto me da la razón. Después señala que yo “fui primero priista, luego panista diputado. Para hacer ese tipo de política, mejor, literalmente, me quedo en mi casa”. Después, agrega: “En cambio a Prats, como legislador, claro que le dicen lo que tiene que decir y hacer”.

Esto me obliga a defenderme para, con la venia del lector, hacer algunas aclaraciones:

•Tanto en el PRI como en el PAN, he sido crítico y he defendido aquello en lo que creo, actitud que me ha traído serios problemas, pero también grandes satisfacciones y, lo más importante, tranquilidad con mi conciencia.

•Me afilié al PAN por convicción, incluso rechacé dos invitaciones de Andrés Manuel López Obrador para ocupar cargos específicos en las filas de su entonces partido, el PRD.

•Desde las filas del PRI apoyé el fin del reparto de la tierra, terminar con la hipócrita relación Iglesia-Estado y fortalecer la autonomía del Banco de México, entre otros temas.

•Desde las filas del PAN, he defendido desde el reconocimiento a la deuda del Fobaproa hasta la reforma en el sector energético.

•Presenté pocas iniciativas, porque creo que éstas deben provenir principalmente del Ejecutivo, pero he estudiado a fondo las de mayor trascendencia y que en mi carácter de legislador aprobé.

•He asumido con profesionalismo el trabajo legislativo. Prueba de ello es mi libro, publicado por el IIJ-UNAM, sobre la problemática del quehacer parlamentario.

Ahí están los ejemplos de dos personas que se encargan de ser intelectual y político. No sé por qué se ofende Meyer que, efectivamente, no se ha encerrado en su casa, pero sí en su cubículo porque, hasta donde yo sé, jamás ha ocupado un cargo público.

Ortega y Gasset concluye el ensayo sobre Mirabeau o el político diciendo que la política es tener una idea clara de lo que debe hacerse desde el Estado en una nación. Ahí está la falla fundamental de nuestra crisis actual, no saber qué hacer.

No coincido con los autores del libro al considerar que los intelectuales son una especie en extinción. Siempre existirán hombres de pensamiento que propongan cambiar la realidad. Me parece de la mayor trascendencia que haya un diálogo entre academia, partidos políticos y gobierno para definir las políticas a realizarse y reconciliar a la ciudadanía con la política.

A nadie conviene que la política se vea como una actividad sucia. A nadie conviene que los intelectuales consideren que todos los políticos somos oportunistas y deshonestos. A nadie conviene que los políticos consideremos a los intelectuales como teóricos inútiles.


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