Gentrificación en CDMX: ¿Protesta o xenofobia?

La Ciudad de México, un mosaico de culturas y tradiciones, enfrenta un nuevo capítulo de tensiones urbanas. El 4 de julio de 2025, las calles de la colonia Condesa, uno de los epicentros culturales de la capital, fueron escenario de una protesta contra la gentrificación que escaló a actos de vandalismo y expresiones xenófobas. Carteles con frases como “Sacrifica un gringo” y “Fuera gringos” aparecieron en el marco de una marcha que comenzó pacíficamente, pero que terminó con destrozos en comercios y agresiones a extranjeros. Este informe analiza las causas, implicaciones y posibles actores detrás de estas acciones, manteniendo una perspectiva imparcial para entender un fenómeno complejo que combina dinámicas económicas, sociales y políticas.

Contexto de la gentrificación en la Ciudad de México

La gentrificación en colonias como Condesa y Roma no es un fenómeno nuevo. Desde principios de los 2000, estas zonas, originalmente afectadas por el terremoto de 1985, comenzaron a transformarse con la llegada de artistas, restaurantes de moda y, más recientemente, trabajadores remotos extranjeros, conocidos como “nómadas digitales”. La pandemia de COVID-19 aceleró esta dinámica, atrayendo a miles de estadounidenses y otros extranjeros que, beneficiados por el tipo de cambio y el trabajo remoto, encontraron en la Ciudad de México un lugar atractivo para vivir. Según un estudio de PNAS, los precios de vivienda en Condesa experimentaron un incremento significativo en 2013, y la tendencia se ha intensificado desde 2020, con rentas que superan los $750 USD mensuales para departamentos pequeños, inalcanzables para el mexicano promedio, cuyo salario mínimo ronda los $320 USD al mes.

El auge de plataformas como Airbnb ha exacerbado el problema. Muchos propietarios prefieren alquilar a corto plazo a turistas o expatriados, lo que reduce la oferta de vivienda para residentes locales y dispara los costos. Michelle Castro, una estudiante de 19 años que participó en la protesta, expresó un sentir común: “No es xenofobia, es que los extranjeros llegan y las rentas se vuelven impagables por culpa de Airbnb”. Este fenómeno no es exclusivo de México; ciudades como Barcelona y París enfrentan protestas similares contra el turismo masivo.

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La protesta del 4 de julio: de la marcha al caos

La marcha comenzó en Parque México, un punto icónico de Condesa, con vecinos de colonias como Doctores, Obrera, Roma y la propia Condesa exigiendo regulación de rentas y restricciones al turismo inmobiliario. Los manifestantes portaban pancartas con mensajes como “Gringos, dejen de robarnos nuestro hogar” y demandas de políticas que protejan a los residentes de largo plazo. Sin embargo, lo que inició como una demostración pacífica derivó en violencia cuando un grupo reducido de encapuchados comenzó a romper vidrios de cafeterías y boutiques, saqueando negocios de lujo y gritando insultos a extranjeros. Videos compartidos en X muestran a manifestantes quemando una piñata que representaba a un “extranjero gentrificador” y pintas con mensajes como “Fuera gringos”.

El tono xenófobo de algunos carteles, especialmente la frase “Sacrifica un gringo”, generó controversia. Aunque no hay evidencia de que este mensaje representara a la mayoría de los manifestantes, su presencia encendió el debate sobre si las protestas reflejan un rechazo legítimo a la gentrificación o un discurso de odio contra extranjeros. En redes sociales, usuarios como @Afrodita_Mx01 criticaron la contradicción de exigir derechos mientras se vulneran los de otros, mientras que @Pajaropolitico destacó el vandalismo como un punto de quiebre que deslegitimó la causa.

Factores detrás de las protestas

Las causas de la protesta son multifacéticas. Económicamente, la gentrificación ha desplazado a comunidades de clase trabajadora hacia la periferia, donde los servicios y oportunidades son escasos. Culturalmente, la llegada de negocios orientados a extranjeros, como cafeterías con menús en inglés, ha generado una percepción de “borradura cultural” entre los locales. Sin embargo, culpar exclusivamente a los extranjeros es simplista. Estudios como el de EL PAÍS señalan que el aumento de precios de vivienda en México precede a la llegada masiva de nómadas digitales, con incrementos del 247% entre 2005 y 2021 a nivel nacional, impulsados por políticas gubernamentales que favorecen la inversión privada sobre la vivienda asequible.

El papel del gobierno también es crucial. La falta de regulación en el mercado inmobiliario y la permisividad hacia plataformas como Airbnb han sido señaladas como fallas estructurales. En 2022, el gobierno de la Ciudad de México firmó un acuerdo con Airbnb y UNESCO que facilitó las rentas de corto plazo, lo que indignó a activistas como Máximo Ernesto Jaramillo, quien criticó la “financiarización” de la vivienda como una mercancía en lugar de un derecho. Además, la gentrificación no es solo un fenómeno extranjero: mexicanos de clases altas y desarrolladores inmobiliarios han jugado un papel significativo en la transformación de estas colonias.

Material repartido en la marcha en la colonia Condesa, en protesta contra la gentrificación, según reportaron usuarios de redes sociales

¿Quién está detrás de las acciones violentas?

No hay evidencia concluyente sobre quién orquestó los actos vandálicos o los mensajes xenófobos. Sin embargo, varias hipótesis circulan en redes y medios. Algunos sugieren que grupos radicales, posiblemente con motivaciones políticas, aprovecharon la protesta para escalar tensiones y desacreditar el movimiento. En X, usuarios como @CarlosLaraM81 señalaron que los destrozos fueron obra de un grupo minoritario, no representativo de los manifestantes. Otros especulan que la retórica anti-extranjera podría estar alimentada por sectores nacionalistas que buscan capitalizar el descontento social, aunque esto no está confirmado. También es posible que la frustración acumulada por años de desplazamiento haya encontrado un chivo expiatorio en los “gringos”, un término que, aunque apunta principalmente a estadounidenses, refleja una percepción más amplia de extranjeros privilegiados. La historia de intervenciones estadounidenses en México, desde la guerra de 1846-1848 hasta influencias económicas modernas, añade un trasfondo de resentimiento que puede exacerbar estas actitudes.

Implicaciones políticas y sociales

Las protestas y su escalada violenta plantean desafíos para el gobierno de la Ciudad de México y el gobierno federal, liderado por Morena. La falta de políticas efectivas para abordar la crisis de vivienda podría erosionar el apoyo a Morena, especialmente entre las clases trabajadoras afectadas por la gentrificación. Al mismo tiempo, la retórica xenófoba podría complicar las relaciones con países como Estados Unidos, en un momento de tensiones diplomáticas globales.

Por otro lado, las protestas han visibilizado un problema real: la desigualdad en el acceso a la vivienda. Soluciones como controles de renta, restricciones a plataformas de alquiler a corto plazo y la construcción de vivienda asequible han sido propuestas por activistas, pero requieren voluntad política y coordinación entre gobiernos locales y federales. Sin embargo, culpar a los extranjeros sin abordar las fallas estructurales del sistema inmobiliario y las políticas neoliberales podría desviar la atención de las verdaderas causas.

Conclusión

Las protestas del 4 de julio en Condesa reflejan una mezcla de frustración legítima y excesos preocupantes. La gentrificación es un problema complejo que no se resuelve con consignas xenófobas ni con vandalismo, pero tampoco con ignorar las demandas de los residentes desplazados. El desafío para la Ciudad de México es encontrar un equilibrio entre su atractivo global y la protección de sus comunidades locales, sin caer en narrativas simplistas que polaricen aún más a la sociedad. Este episodio es un recordatorio de que el crecimiento urbano debe ir acompañado de justicia social, o el descontento seguirá encontrando formas de manifestarse, no siempre pacíficas.


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