¿Evolucionan los partidos?

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Los partidos políticos son como los organismos vivos: nacen, se reproducen y mueren, esto último puede ser por enfermedad o porque termina su ciclo vital. Las elecciones suelen funcionar como diagnósticos de su estado de salud, mostrando los altibajos en su constitución como sucede con cualquier ser. El último resultado ha mostrado el estado de salud de estos institutos, pero más allá de constatar sus fortalezas es conveniente detenernos en revisar cómo han crecido.

¿Involución?

Es curioso constatar que luego de varias décadas de vida, los partidos políticos continúan atados a prácticas que se creían rebasadas. Los acarreos y demás vicios de nuestra picaresca electoral se siguen dando pese a que estamos en pleno siglo XXI.

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         Hay quien pudiera pensar que los partidos reflejan lo que somos como sociedad, y no le faltara razón. Nuestras fuerzas políticas se encuentran atrasadas en conceptos como ideario, estrategias para contactar a los sectores sociales emergentes –jóvenes principalmente– y propuestas para resolver nuestros problemas.

         Podemos decir que se trata de organismos que no han sabido envejecer y por eso el rechazo que generan en amplias capas sociales, lo cual se refleja en movimientos que lo mismo piden anular el voto que abstenerse y no acudir a las urnas, además del atractivo que representan los candidatos independientes o las nuevas formaciones que nacen sin la denominación “partido”, las cuales recurren más al nombre “movimiento” para diferenciarse de sus competidores.

         Y es que los partidos no atraviesan por su mejor momento luego de encontrarse inmersos en escándalos de corrupción y ubicarse en el fondo de la tabla en cuanto a confianza ciudadana se refiere.

         Es por esto que al tratar de contestar la pregunta con la que inicia esta colaboración, tratamos de revisar lo que han hecho los partidos para modernizarse y tratar de mostrar que sí han evolucionado. Esto, como en todo órgano vivo, demuestra crecimiento y un aprendizaje fruto del tiempo y de las vivencias que se han tenido, pero en el caso de los institutos políticos nacionales encontramos que más que evolución lo que han tenido es una especie de cirugía plática recurrente sin más resultados que tratar de ofrecer una nueva cara pero manteniendo las mismas costumbres.

         Veamos. Algunos institutos políticos presumen que son de corte socialdemócrata aunque en los hechos sus programas, políticas públicas o idearios no correspondan con ejemplos exitosos de otras latitudes, para efectos de comparación. El PRI es el más claro ejemplo de esto, pues parece que con el hecho de estar afiliado a la Internacional Socialista se cree que cumple con el requisito, pero su reacción a la iniciativa del matrimonio igualitario lo dibujó más como un partido de corte conservador que como uno que tuviera coincidencias con el PSOE español o la Socialdemocracia Alemana.

         Luego tenemos al PAN, que no ha querido sacudirse tantas etiquetas que se le han colgado por años, pues lo mismo se dice que es el representante de los conservadores, que es una fuerza ligada a la iglesia o que su ideario es atrasado para los tiempos que vivimos. Y eso que ya modificó su proyección de principios de doctrina para incluir conceptos que al momento de su fundación, en 1939, no se habían manifestado pues son producto del avance científico, como es el caso de todo lo que se relaciona con la bioética, por citar un caso.

         Este partido se ha especializado en indefiniciones, en retrasarlas lo más posible, porque en su seno no hay acuerdo acerca de cómo procesar temas que están en el ánimo ciudadano y que podrían ayudarle a ofrecer una imagen más moderna. El caso del aborto es paradigmático en este sentido. Si bien se oponen a legalizarlo, su discurso trata de colocarlos en el sentido de la defensa de la vida –con lo que buscan no presentarse como un partido anti-algo–, pero carecen de propuestas para adolescentes embarazadas, de campañas para evitar que alguna mujer pierda su empleo o sea corrida de casa por estar en cinta, además de que han presentado pocas propuestas en ámbitos como adopción o responsabilidad de los padres, pues piensan que con el puro discurso a favor de la vida es suficiente para mantener a sus votantes.

         Otro caso ejemplar es el del PRD, órgano que se diluye al paso del tiempo y que más que partido es una suma de grupos políticos que no logran ponerse de acuerdo. Se dicen de izquierda pero sus gobiernos en la Ciudad de México han favorecido a las clases adineradas, como ha sido la construcción de segundos pisos en detrimento del transporte público, además de asegurar clientelas electorales con base en subsidios.

         Mientras en otros países, los partidos son parte de los debates acerca de los grandes problemas nacionales, participando por medio de sus fundaciones –FAES en España o la Konrad Adenauer en Alemania– en intercambios de ideas y propuestas, aquí siguen dependiendo de los recursos públicos sin generar alguna propuesta que ayude a resolver algún problema.

         Más que evolución, debemos hablar de la involución de nuestros partidos.

 

Del tintero

Y del tema de la marihuana mejor ni hablamos. El cálculo con este tipo de temas es ganar o no perder tantos votos y no si es necesario para el país.

 

Twitter: @AReyesVigueras


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