Estas ruinas que ves…

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No son tiempos buenos los que estamos viviendo en México, la descomposición del gobierno de tan “clara” y evidente, estremece.

Los hombres detrás del trono en el que parapetan al presidente Peña Nieto, están comiéndose vivo al personaje que se inventaron para gobernar al País después de que consiguieron a billetazo “limpio” y mañas recicladas y renovadas, que 19 millones de mexicanos regresaran al partidazo al poder tras los 12 años de alternancia, y en la debacle están haciendo tiritas a la otrora suave patria.

Los principios democráticos en los que se sostiene una nación están desquebrajándose y degradan sin pudor alguno la de por sí endeble jerarquía del ciudadano.Es tan obvio el quebranto, en los dos órdenes, material y espiritual, que resulta imperativo saber hasta dónde pretenden llegar con esta andanada de desesperanza colectiva que le recetan TODOS LOS DÍAS a la población.

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Una nación es fuerte en la medida en que su gobierno se ocupa de la solución de sus problemas sociales, sobre todo, pero aquí está sucediendo lo contrario. Es una mezcla de horror y de náuseas estar viendo a quienes está ordenando la nomenclatura que se nombre, o que se cambie de ordeñadero, para que se encarguen de ello.

El desapego a la ética en sus conductas, el abandono de valores cívicos y morales que debieran ser prioritarios para quienes lo acompañan en sus tareas, lo que el propio Presidente se ha permitido desdeñar, son síntomas indiscutibles de la decadencia que embarga a su administración.

Los últimos escándalos, una conversación telefónica protagonizada por Gerardo Ruiz Esparza, su secretario de Comunicaciones y Transportes. No voy a abundar en ella, solo subrayaré que se desprenden olores nauseabundos de corrupción. ¿Y qué? No va a pasar nada. El Secretario seguirá siéndolo, al cabo que a los mexicanos los tienen muy sin cuidado esos “detallitos”. ¿Qué no? Usted dirá.

Esta semana el conclave que manda a EPN, volvió de entre los muertos a Roque Villanueva, el de la “elocuente” señal con la que festejó el aumento del IVA, pero eso es pecata minuta ante la designación de uno de los miembros más oscuros del Partido Verde, Arturo Escobar y Vega, como subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de Gobernación… ¡Que horror! Sin duda que su “probidad” fue muy ponderada para conferirle el cargo. Fue integrante de la 62 Legislatura, de modo que no hablo de oídas, hombre de genuflexión eterna y defensa a ultranza al PRI, arrogante y soberbio. No me cabe duda que su nombramiento obedece al pago de favores pero, ¿qué culpa tiene el pueblo de México?

La fractura moral que padece nuestro País es profunda, por eso la permisividad con la corrupción y el arrobamiento por lo económico, ambos explican la entronización del narcotráfico y anexas y el solapamiento vergonzante a la cleptocracia.

Somos un País agobiado por la delincuencia organizada que cobra vidas todos los días, con una de las clases políticas más corruptas del mundo y un amplio sector empresarial coludido con ella. Con medios de comunicación masivos muy bien cebados por el sistema, que se han encargado de manipular a la población para que solo crea lo que ve y escucha a través de ellos. También es de mencionarse que a la perversidad de los partidos clientelistas que están brotando como hongos, no les interesa el desarrollo democrático del País, sino el financiamiento millonario que se les otorga. Es grosero lo que reciben los partidos políticos, en general, mientras millones de mexicanos carecen de lo elemental, con ello se les condena a la marginación de por vida.

La clase política es un reflejo fiel de la sociedad de la que proviene. Hubo tiempos en los que se decía que a la política se entraba por vocación y que ésta se ponía al servicio de la sociedad, me queda claro que el grueso de los cofrades, hoy día, no está por esa razón. ¿Hacia dónde vamos? La podredumbre moral y ética de quienes nos gobiernan y su “peculiar” manera de ejercer el poder están destrozando a México, pero también la ceguera y el valemadrismo de sus habitantes contribuyen con largueza, a que así suceda.Es criminal el país que estamos dejando a los niños y a los jóvenes, y a cuantos llegarán cuando nosotros nos hayamos ido. ¿Sabe cómo me siento a veces, generoso lector? Como Agar en el desierto ¿usted, no?

Martin Luther King lo advirtió prístinamente: “Nuestras vidas empiezan a acabarse el día que guardamos silencio sobre las cosas que realmente importan”.


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