¡Qué bonita familia! ¡Qué bonita familia! Así es nuestro México lindo y querido en estos tiempos de la «transformación» de cuarta, quinta o ya ni sé en qué velocidad vamos. Resulta que te atreves a decir «oigan, como que el AIFA está más solo que un mitin de Ricardo Anaya en el Zócalo», y ¡pum!, te cae encima la Gestapo del bienestar, el ejército de paladines del verbo florido a gritarte «¡facho!», «¡chayotero!», «¡neoliberal come-niños!». Argumentos, ¿para qué? La nueva biblia política dicta que un buen insulto a tiempo vale más que mil datos duros.
Lo más cagado de este circo de tres pistas es que la oposición, esa que se rasgaba las vestiduras y se daba golpes de pecho cual beata en Semana Santa, ahora le está entrando al mismo lodo con singular alegría. Ahí tienen al buen Ricky Riquín Canallín, antes tan propio, tan de saquito y doctorado, ahora convertido en un youtuber de la indignación que parece haberle pedido consejos de «cómo conectar con la chaviza» a su sobrino el que escucha corridos tumbados. Por cierto, el senador y aspirante, de nuevo, a la candidatura presidencial de 2030 también ya tiene cuentas en X que lo defienden de cualquier comentario, como si se tratara de un morenista más, dicen que todo lo malo se pega.
El manual del buen jaloneo es el mismo para todos: si te critican, no debatas, ¡descalifica! Si te señalan un error, di que el de enfrente robó más. Si te piden pruebas, contesta con un meme y acusa una conspiración universal. Es una guerra de narrativas donde la única baja es la inteligencia del ciudadano de a pie, que nomás ve cómo se avientan con todo, menos con la verdad.
Estamos atrapados en una pelea de vecindad, donde doña Morena le grita a doña Oposición que su perro se comió la tarea, mientras la Opo le revira que el tinaco de doña Morena lleva meses tirando el agua. Y nosotros, los inquilinos, sin agua, con la tarea hecha pedazos y con un par de señoras gritonas que creen que ganar la discusión es gobernar.
Al final del día, ¿saben qué nos queda? Un país donde discutir de política es como echarle sal a la herida: arde un chingo y no cura nada. Mientras ellos se divierten en su lodazal de insultos, los problemas reales nos siguen sonriendo cínicamente. Pero no se preocupen, que para eso están los otros datos y los videos semanales. ¡Aplaudan, focas, aplaudan!
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