El nuevo PRI versión XXXVII

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Si alguien ha demostrado en este país capacidad para reinventarse es Manlio Fabio Beltrones. Si hay una historia de reconstrucción de imagen en este país, es Manlio Fabio Beltrones. Y si alguien sabe aprovechar la coyuntura, la desgracia política ajena, es el mismo Beltrones. Así que Manlio Fabio es ahora el jefe del partido. Nadie mejor que él para encarnar al viejo nuevo priismo.

El engaño del nuevo PRI es algo ya sabido. No hay tal. Pensar que hay un priismo joven y con una visión diferente es una ingenuidad. No hay manera de tener un priismo renovado. Pensar que se preparan en los estados no tiene sentido. Por eso la llegada de Manilo produjo tanto regocijo en el priismo: van a ser los mismos de siempre sin rubor alguno. Es, por decirlo de alguna manera, un doctrinario.

Manlio lo sabe y por eso empezó por sepultar la frase de la “sana distancia”. Eliminarla para no tener que dar cuentas de la simbiosis. Curiosamente, es una figura que se hizo fuerte mientras gobernó la oposición. Personaje hábil, inteligente, astuto, con características propias del político de antes: dicharachero, simpático, de dos o tres lenguajes, pero de una sola palabra, es un negociador firme, que cumple. Sabe de la discreción, del poder de andar en la sombra, del valor de los silencios y de los plazos en política. No es poca cosa.

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Es tal el desprestigio de nuestra clase política, la ausencia de personajes, de políticos atractivos, que Beltrones ejerce un magnetismo singular. La prensa se muestra fascinada con el nombramiento. No se le incomoda, se le deja explayarse con sus dichos, sus frases ingeniosas. En las mesas se comenta la llegada de Beltrones a presidir su partido como si se tratara de la llegada del sustituto del secretario de Gobernación o algo por el estilo. De hecho, los personajes del gobierno han desaparecido. Solo existe Manlio.

Mientras PAN y PRD buscan renovar su imagen con caras jóvenes, el PRI no tiene esos temores o necesidades. Beltrones les da lo que necesitan: el liderazgo para tener disciplina; la disciplina que los une: la unidad que los identifica. Manlio les regresa su personalidad. Pero ahí está también su debilidad. El PRI de siempre cansa a un buen sector de la población. El inseparable vínculo PRI—corrupción está tan vigente como en los 80. Y no parece que tengan ningunas ganas de desaparecerlo, sino al contrario: tienen ganas de defenderlo.

Por lo pronto, parece que la esfera de acción de Beltrones va mucho más allá del partido que lidera. La prensa lo pone como factor de contrapeso con las figuras opacas del gobierno. Él mismo habla de su relación directa con el Presidente, del regreso de los viejos tiempos. Sus adversarios lo ven con respeto y hasta con admiración. Será implacable en las elecciones. Están de regreso y ya no les da pena. Es el nuevo viejo PRI.


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