El Modelo Actual Constitucional de Comunicación Política.

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Un modelo que, en la práctica, se anula a sí mismo.

El Ruido

El modelo vigente de comunicación política previsto en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en la legislación secundaria de la materia para las campañas electorales en los medios electrónicos de comunicación*, lleva al desperdicio de tiempo, espacio y bienes públicos del gobierno en los medios de comunicación, en virtud de que es ineficiente e ineficaz, porque por la repetición excesiva de bloques de mensajes de los partidos políticos saturan a la ciudadanía y terminan convirtiéndolos en ruido psicológico.1*

Además de que la mayor parte de la comunicación política se limita a mensajes de corte publicitario, a la mercadotecnia política de coyuntura, y no permite a los electores formarse una opinión suficientemente fundamentada de los planteamientos de los partidos políticos, de su ideología o su filosofía política y se convierte en campañas con una muy pobre información, que transita casi solamente de emisor a receptor, no de “comunicación” política que implica la respuesta del receptor al emisor, porque aunque los anuncios van dirigidos a los electores, no permiten la participación ciudadana en los medios para discutirla aceptarla o rechazarla y, en esa virtud, no favorece ni el conocimiento cabal y completo de la información ni contribuye a la maduración política de la ciudadanía.

Tampoco permite que los partidos presenten proyectos más completos de desarrollo nacional, los que se supone deben contener sus plataformas políticas, cuya formulación, como requisito de ley para el registro de candidatos y participar en las campañas, se suele cumplir sin mayores problemas, pero son desconocidas por la población y, en muchos casos, hasta por candidatos de los partidos que son los que deberían comprometerse a difundir y a llevar a la práctica sus postulados al establecer un contacto más directo con los electores.

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Retroalimentación y superficialidad

La comunicación, que supone la respuesta del receptor al emisor, en este caso resulta prácticamente inexistente. Esto se observa de manera indirecta, no sólo en los altos niveles de abstencionismo (mayores cuando en el orden federal sólo se eligen diputados) sino por la imposibilidad de que los receptores participen dando sus razones para aceptar o rechazar las ideas que pretenden imponerles sólo de ida (emisor- receptor) los partidos políticos por conducto de quien tiene a su cargo los tiempos oficiales en las campañas, del Instituto Nacional Electoral (INE).   

La brevedad de los mensajes obliga a que sean superficiales, a recurrir más a la denuncia que a la propuesta, en ambos casos muy pobre, e impide que la población pueda juzgar claramente sobre la tendencia ideológica de partidos y candidatos, sus ofertas y los beneficios que en el orden social, político, económico y cultural puedan ofrecer a la sociedad civil si se vota por ellos.

La respuesta que antes se podía dar del receptor al emisor de manera directa a través de una militancia activa y motivada en las calles, en visitas domiciliarias, en reuniones vecinales, en volantéos, en mítines, etc., ahora se ha reducido a su mínima expresión gracias a la comunicación masiva desde los medios o, si se prefiere, a la partidocracia que hace a un lado al militante y al ciudadano común. Ello si se exceptúa el internet empleado con motivos políticos, y que actúa en esa dimensión, que todavía no llega directamente a más del 30% o 40% de las personas y normalmente se presenta muy fragmentada. 

En razón de lo anterior no permite la conformación de criterios claros para elegir y con ello propicia que las elecciones se conviertan en acciones superficiales, donde prácticamente no existen juicios de valor bien fundamentados y, por lo mismo, en la manipulación de electores que, al no tomar muy en serio su responsabilidad puede caer con mayor facilidad en un ejercicio que niega la democracia e impide su maduración, y de manera indirecta favorece tanto la incongruencia ideológica como la compra de votos en sus diferentes modalidades.

Ese es el caso, de las incongruencias del Partido Verde Ecologista que contribuyó a una mayor saturación, contra la ley, de los medios con anuncios políticos y que, por una parte, dice defender la vida y, por otra, ha pedido el restablecimiento de la pena de muerte. O bien que dice defender a los animales y condena a muerte a muchos miles de ellos al impedir el cuidado que los circos les tenían o les tienen en los estrados donde todavía no se aplica la legislación “Verde”.

El modelo constitucional y la saturación.

Ese modelo de comunicación, o más bien de información política superficial, lleva fácilmente a la “saturación” que puede definirse como la repetición excesiva de largos bloques de anuncios de 30 segundos, a un determinado número de espectadores, durante un período de tiempo establecido que, en este caso por exceso, lleva a rechazar los mensajes recibidos y, en consecuencia, a convertirlos sencillamente en ruido psicológico y aún físico.

El espectador de Radio, Televisión o Internet, que constituye prácticamente el cien por ciento de los medios electrónicos utilizados en una campaña electoral, y que a su vez representan el 90 por ciento o más de los mensajes dirigidos al receptor y posible elector, terminan saturándolo (aburriéndolo), y ello lleva a una de dos posibles opciones:

1. A vacunarse inconscientemente (ruido psicológico) contra tales mensajes por el abuso de la repetición, lo que representa la pérdida de atención a los mismos y el rechazo implícito, razonado o no, de sus contenidos o,

2. De manera consciente, salir del canal por el que se pueden recibir o, en todo caso, del mismo aparato receptor (ruido físico) para no escuchar o ver aquello de lo que el espectador ya está saturado, fastidiado .

Otras razones por las que los anuncios pueden convertirse en ruido pueden ser las siguientes:

“Los anuncios de televisión que interrumpen la película (el programa) … , las cuñas de radio que rompen el ambiente musical en el que estoy embebido, las vallas (anuncios espectaculares) que afean las ciudades… son ejemplos de percepción intrusiva de la información, que tienen como consecuencia la sensación, cada vez más generalizada, de que los mensajes que emanan de las empresas y organizaciones no son merecedores de nuestra atención, sobre la base de que la información que transmiten no me es útil y no la deseo recibir”  (1), y esto se hace más grave porque el modelo no permite la interacción mediática (la retroalimentación) entre los partidos, sus candidatos y el público que recibe o, en muchos casos, termina rechazando los mensajes porque no se permite considerarlos públicamente y críticamente, y aceptarlos o rechazarlos de manera pública, consciente y responsable.   

“El gran problema al que se enfrenta la publicidad convencional (en este caso política) es su falta de recuerdo, consecuencia directa de la saturación. La publicidad genera notoriedad, … Pero para que esa notoriedad se produzca, el anuncio ha de ser visto, y al menos en cierta medida, recordado. Nada de esto es posible si nos enfrentamos a interminables bloques publicitarios …”  (2), como es el caso de los bloques emitidos por el Instituto Naconal Electoral (INE) de la manera como se presentaron en la pasada campaña, de acuerdo con la legislación vigente, que sólo toma en cuenta al emisor pero termina anulando, en una muy amplia medida, al receptor.

El costo en recursos públicos.

El pasado proceso electoral incluyó aproximadamente 39 millones 087 mil 360 spots de radio y televisión en 2 mil 556 estaciones de radio y televisión, de acuerdo con el informe del Comité de Radio y Televisión del INE, según lo programado en el acuerdo del 10 de febrero del 2014. Lo anterior supuso el envío 12.13 millones de spots en precampañas; 10.78 millones en intercampañas y 16.17 millones durante las campañas.

“Hablamos de 113 spots por segundo durante 240 días contínuos o, lo que es lo mismo, a lo largo de más de medio año.

“La cifra total representa 16.83% más que en las elecciones intermedias del 2009.

“…Estimaciones de la consultora Integralia, dirigida por el ex presidente del órgano electoral (IFE) (Luis Carlos Ugalde Ramírez), los spots de los primeros dos períodos tienen un valor aproximado de 15 mil 814 millones de pesos.

“Esta cifra fue calculada sólo con las 116 emisoras del Valle de México. Si el dato se escalara a nivel nacional y durante las tres etapas electorales, la cantidad aumentaría varias decenas de miles de millones de pesos más.” (3) O su equivalente en el costo de los tiempos de radio y televisión.

El abstencionismo se elevó, de acuerdo con cifras del INE, a 52.28% de los posibles electores. El voto nulo fue de 5.8%. Juntado ambas cifras el porcentaje de personas que no votaron por algún candidato o partido se elevó al 58.08%.

De acuerdo con el pautado entregado por el INE en respuesta a la solicitud folio UE/15/007142, los candidatos independientes tendrían de manera diaria dos espacios y a partir del 8 de mayo, cada tercer día, tendrían un spot más.

Así el 5 de abril, día que dio inicio oficialemente el período de campaña, los candidatos independientes tendrían dos espacios todo el día, contra 21 del Partido Revolucionario Institucional PRI y 18 del Partido Acción Nacional PAN; mientras que el 8 de mayo, día con tres spots, el PRI tendría 20 espacios y el PAN, 18. En este caso los spots adicionales de los candidatos independientes, no sólo se perdían entre el mar de los bloques de anuncios políticos, sino que contribuyeron a hacer mayor la saturación de los mensajes emitidos en bloques de 30 segundos por anuncio de cada partido, por las estaciones de radio y televisión.

Otro aspecto importante para apreciar el valor de las campañas es el costo por voto en dinero público. Tomando como ejemplo la elección a gobernador en el estado de Nuevo León, el costo del voto por el candidato independiente, Jaime Rodriguez (El Bronco) fue de 38 centavos; mientras PRI, PVEM y PANAL para Ivonne Álvarez  fue de 23.61 pesos; y el de Felipe de Jesús Cantú del PAN fue de 20.81 pesos. Para el cálculo del costo del voto se consideró la totalidad de los recursos públicos recibidos por los partidos, dividida en tres tercios, uno para la campaña a la gobernatura, otro para alcaldías y uno más para las diputaciones locales (4). Considerando el caso del candidato independiente triunfador a la diputación local del distrito 10 de Jalisco, Pedro Kumamoto, el gasto por voto de dinero público fue de 33 centavos y agregándole los donativos recibidos en dinero o en especie fue de 4. 58 pesos (5).

“En la jornada electoral del pasado 7 de junio Kumamoto obtuvo un total de  57 mil 251 votos; en tanto que para su campaña  invirtió $261 mil 526.29.

“De total del dinero invertido  en su campaña $18 mil 626.25 fue financiamiento público que le otorgó el Instituto Electoral de Participación Ciudadana  (IEPC). De financiamiento privado Kumamoto recibió $242,900.04.

“El costo del voto para Pedro  Kumamoto con recursos públicos  fue de 33 centavos; mientras que el costo con los recursos privados fue de $4.25. Sumando estos costos da un precio total de $4.58.

“Los $261 mil 526.29  de la campaña  representó cerca del 20% del tope de los gastos de campaña (de los candidatos por los partidos políticos) que ascendía a una cifra aproximada de un millón 200 mil pesos.” (6)

Lo anterior confirma, por una parte, el bajo costo que alcanzaron los votos por los candidatos independientes triunfadores, y que prácticamente no necesitaron de las prerrogativas en radio y televisión de que gozaron los candidatos de los partidos. Ello sin contar con que la “saturación” hizo mínimo el efecto de los anuncios por los candidatos de los partidos. 

Buena o mala educación política.

En filosofía de la educación se afirma que el ser humano es un ser educando, o sea que el proceso educativo de las personas empieza en su concepción y termina en su fallecimiento. Esto quiere decir que toda la información que reciben las personas, incluida la de los medios de comunicación, tiene el papel de educadores, un papel que termina siendo mucho mayor en términos cuantitativos que el destinado a la educación escolarizada porque empieza antes de ella y suele terminar mucho tiempo después.

Es en esta virtud que el tiempo destinado en los medios a la comunicación política es tambien un tiempo en el que se puede educar políticamente a la población y esa educación puede ser de buena o mala calidad, y que es responsabilidad, no solamente de los medios o de las instituciones políticas, sino de la normatividad al respecto, y de quien y cómo la aplica para que sea de buena o de mala calidad.

En el caso de las campañas electorales que terminaron en junio pasado puede afirmarse que en poco o nada contribuyeron a la formación ciudadana, a la educación de la ciudadanía en lo que se refiere a la maduración-educación política de la población, y que será necesario modificar las leyes al respecto para que los partidos políticos, sin faltar a la equidad, ni a una normatividad que ganantice campañas veraces y respetuosas, puedan diseñar su propia campaña con todo lo que esto implica y su estrategia de medios que ahora, dadas las condiciones que establece el modelo de comunicación política, es inexistente.

En palabras de Javier Esteinou Madrid, investigador de la comunicación política, “no se agregó ningún elemento de interacción para generar un proceso de comunicación o participación bilateral de los partidos entre sí, los partidos con la sociedad o la sociedad con los partidos” (7), y ello implica una gran pobreza comunicativa que es a la que obliga la legislación actual de la materia.

Consideraciones finales.

En síntesis, la legislación actual sobre las campañas electorales contribuye a empobrecer tanto los mensajes como el interés que estos pueden provocar en la ciudadanía.

Lo anterior no influye significativamente en la madurez política de la población, pero en cambio genera desinterés por la participación política.

Es claro que el legislador que creó el modelo de comunicación política, que si bien contribuye a la equidad relativa entre los partidos, no consideró las consecuencias negativas del modelo que pueden ser superiores a las positivas para la sociedad en su conjunto.

Hay tres aspectos que escaparon a las previsiones del legislador:

1. Que la saturación de los mensajes de los partidos políticos reduciría a su mínima expresión el interés por ellos de parte de la ciudadanía.

2. Que no se consideró suficientemente que la comunicación implica necesariamente la interacción entre el emisor y el receptor, y esa interacción fue prácticamente nula durante el desarrollo de las campañas. Y

3. Que la comunicación política no debe ser únicamente informativa sino formativa de la cultura política de la población y que esto debió habrese previsto suficientemente en la legislación.

 

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*Cfr. Artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Reformas del 31 de enero de 2014 y Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, capítulo primero, del acceso a la radio y la televisión.

** Se entiende por ruido cualquier interferencia que impida la recepción del mensaje. El ruido puede ser debido a factores físicos, de orden contextual o psicológico.   

Referencias.

1. Internet. Museos massmedia. Saturación informativa y necesidad de comunicaciones efectivas. museos-massmedia.wikispaces Classroom now .

2. Dra. del Pino, Cristina. El anunciante en la era de la saturación publicitaria: Nuevas herramientas de comunicación. AMBITOS No 18 – 2007 pp. 299-309, Pág. 300. Univ Carlos III de Madrid. [email protected]

3. Internet. Vértigo Político del sábado 16 de junio de 2015. Comunicado de Prensa.

4. Datos tomados del diario Reforma del 23 de junio de 2015.

5. unionjalisco.mx/articulo/1015/06/14/politica/guadalajara/458-costo-cada-voto-para-kumamoto

6. unionjalisco, Idem

7. Esteinou Madrid, Javier. La comunicación política en México ¿para qué?. Anuario de Investigación 2009. UAM-X. México 2010. PP 3-30


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