¿El Fin de la Inseguridad? Promesas sin Resultados

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En los últimos siete años, los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Claudia Sheinbaum han sostenido una narrativa centrada en el combate a las causas de la delincuencia y la inseguridad en México. Sin embargo, a medida que avanza su administración, el aumento de la percepción de la violencia y la delincuencia cuestiona la efectividad de sus políticas públicas. Este informe se adentra en las promesas y realidades que rodean el tema de la inseguridad en el país, planteando interrogantes que no pueden eludirse.

Desde su llegada al poder en 2018, López Obrador ha enfatizado un enfoque que busca no solo confrontar los síntomas de la criminalidad, sino establecer estrategias que aborden factores estructurales como la pobreza, la educación y la falta de oportunidades. Parafraseando su mantra, se ha argumentado que «no se puede dar seguimiento a un conflicto sin abordar su raíz». Sin embargo, después de más de 7 años, la cifra de homicidios sigue siendo alarmante, y diversos estudios de opinión reflejan que la inseguridad sigue siendo la principal preocupación de los ciudadanos.

La administración de Claudia Sheinbaum, quien fue jefa de Gobierno de la Ciudad de México de 2018 a 2024 y ahora es presidenta de México, ha continuado con esta línea de pensamiento. Sheinbaum ha presentado diferentes programas enfocados en la prevención del delito, desde la creación de nuevas oportunidades educacionales hasta el impulso de la infraestructura urbana. Pero, a pesar de los esfuerzos, la percepción de seguridad no ha mejorado significativamente, y las cifras de delitos como el robo y la extorsión siguen en aumento.

La pregunta crucial que muchos se hacen es: ¿Cuánto tiempo más necesita este gobierno para ver resultados tangibles? Si bien es cierto que las transformaciones sociales llevan tiempo y requieren un enfoque integral, la paciencia de la sociedad mexicana es limitada, especialmente frente a la constante amenaza que representa la delincuencia. Además, el clima de inseguridad ha atrapado a muchas comunidades en un ciclo vicioso donde la falta de confianza en las autoridades agrava aún más la situación.

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Algunos críticos han denunciado que gran parte de la estrategia gubernamental gira en torno a la simulación. La retórica del «atacar causas» a menudo queda anclada en buenos deseos y no se traduce en políticas concretas que generen impactos visibles. Las imágenes de operativos policiales o declaraciones optimistas, si no se acompañan de resultados efectivos, alimentan la desconfianza de los ciudadanos. En este contexto, surge la necesidad de una rendición de cuentas real y un análisis efectivamente crítico de las estrategias en curso.

Un análisis comparativo con otras naciones podría resultar útil. Países como Colombia o Uruguay han enfrentado problemas de seguridad parecidos en diferentes momentos de su historia, y su enfoque no solo se ha centrado en la prevención sino también en el fortalecimiento del Estado de derecho, la participación comunitaria y la reforma institucional. En este sentido, México parece haber perdido una oportunidad valiosa para aprender de las experiencias ajenas y aplicar soluciones más integrales que aborden la criminalidad de manera efectiva.

Lo que se vislumbra es una creciente necesidad de un cambio en el enfoque. Un enfoque que no solo se limite a combatir la criminalidad, sino que integre el trabajo en conjunto con la sociedad civil, la academia, y otros actores clave en la seguridad pública. Se debe preguntar si el actual modelo es realmente el adecuado y si se está dispuesto a rectificar el rumbo ante la urgencia de una situación que parece lejos de resolverse.

En conclusión, el clamor social por una solución efectiva a la inseguridad y la delincuencia es más fuerte que nunca. Mientras los años transcurren, la claridad y determinación con que se aborden las causas de la criminalidad se torna más crucial. Es momento de que tanto López Obrador como Claudia Sheinbaum respondan a las interrogantes que persisten en la mente de millones de mexicanos: ¿Es el enfoque actual suficiente? ¿O es solo una fachada que oculta la falta de una estrategia efectiva? Queda claro que el tiempo se agota, y las respuestas son más necesarias que nunca.

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