¿Por qué Calderón hizo declinar a Lujambio? De acuerdo con algunos priistas, la posible candidatura de Alonso les preocupaba. Sabían que un debate con Peña Nieto sería fatal. Luego entonces, ¿lo hizo para proteger a éste o creyó que podía triunfar su delfín?
¿Qué hacer? ¿Romper el diálogo? ¿Continuarlo bajo otras bases? ¿Seguir estira y afloje?
El nerviosismo de Christlieb va en aumento. Sus cálculos renales también.
Alonso Lujambio
Sé que al escribir esta columna toco fibras sensibles, pero hay que desentrañar la política, airear la vida pública, develar lo que hay detrás de la fachada de nuestra corrompida democracia. México requiere de la verdad, mínima exigencia para empezar a corregirnos.
Un excelente ensayo describe el momento en que el PAN asumió una verdadera vocación de poder. Inició con una relación amistosa y de respeto entre Gustavo Díaz Ordaz y Adolfo Christlieb Ibarrola. Dio sus primeros frutos con los diputados de partido. Acción Nacional reconoció el triunfo de aquel y decidió apoyarlo en todo lo que fuera bueno para México. A su vez el gobierno reconocería los triunfos panistas obtenidos en las urnas. Se rompió el pacto, ante los triunfos de Mérida y Hermosillo, y se regresó en 1968 a las viejas prácticas. Christlieb sintió una enorme pesadumbre, al percibir que había embarcado al PAN en un acuerdo incumplido.
Alonso Lujambio escribió este excelente ensayo. Curiosamente, al paso de los años, él enfrentó un dilema similar. El presidente Felipe Calderón ofreció a los aspirantes presidenciales del Partido Acción Nacional ser imparcial y apoyar al candidato que emanara del proceso interno. Lujambio creyó en su palabra y arrancó su campaña. Tiempo después, el mismo presidente lo felicitó porque iba sumando adeptos. Sin embargo, a escasos meses del final, cambió totalmente de actitud, manifestándole una clara animadversión. Evidentemente, Calderón tenía sus preferencias. Alonso empezó a transmitir a sus partidarios su dilema: qué hacer si el presidente le pedía que declinara, ¿acatar o irse por la libre? Por esos días, le declara a Pascal Beltrán del Río (Excélsior, 13/04/15): “Mira, viejito, no entiendo a mi jefe. No sé qué quiere de mí. ¿Que me espere? ¿Que no participe? La verdad es que cada vez que intento tocar el tema con él, es de lo más esquivo”.
El Presidente trató mal a Lujambio. Nos lo transmitía una y otra vez y nosotros tomábamos partido en torno a retirarse o continuar.
Por fin, el 21 de agosto de 2011, mostrándole unas encuestas, Calderón le solicitó que declinara. La semana siguiente fue la más difícil en la vida de Alonso, según sus propias palabras. El lunes 29 tuvo el detalle de llamar a sus más cercanos partidarios para informarnos que declinaría. El miércoles 31 tuve oportunidad de comer con él en su oficina. Lo vi tan abatido que no quise comentar lo acontecido. El viernes 2 de septiembre asistí a la celebración de sus 49 años, al cual llegaron Felipe Calderón y Margarita Zavala. Recordé mis experiencias en el Partido Revolucionario Institucional: después de que a uno lo atropellan se muestran de lo más amables y cordiales. Una semana después, Alonso Lujambio empezó a tener problemas renales.
Siempre he pensado qué habría hecho yo de estar una situación similar. Honestamente creo que lo mismo. Una actitud de rebeldía estaba condenada al fracaso y habría dividido al PAN.
¿Por qué Calderón hizo declinar a Lujambio? De acuerdo con algunos priistas, la posible candidatura de Alonso les preocupaba. Sabían que un debate con Peña Nieto sería fatal. Luego entonces, ¿lo hizo para proteger a éste o creyó que podía triunfar su delfín?
En mis 46 años de vida política, he vivido y he sido testigo de muchas mezquindades y pequeñeces espirituales. Ésta es una de las más condenables. Relatarlo me hace cumplir con el amigo, pero también denunciar cómo el PAN fue asimilando prácticas que había condenado y que nos llevaron a devolverle el poder al PRI.
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