El ascenso del sur es el título que lleva el informe de Desarrollo Humano 2013 elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y que, en esta ocasión, fue presentado en nuestro país el jueves pasado, por Helen Clark, administradora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Desde 1990, el PNUD publica este índice que mide aspectos como años de esperanza al nacer, años de escolaridad, ingreso nacional bruto per cápita, entre otros. De ahí se deriva una clasificación para cada uno de los 187 países analizados.
Si bien, el índice presenta algunas limitaciones porque no considera aspectos clave para el desarrollo humano como pueden ser el grado de libertad de un país o la equidad generacional, constituye uno de los indicadores referentes para medir el progreso de un país dada su precisión técnica y su amplitud espacial y temporal de investigación.
En esta ocasión el informe presenta un dato novedoso: el quiebre en la correlación del desarrollo mundial. Durante décadas, el mundo se había dividido en el norte rico y en el sur pobre. Ahora las diferencias han comenzado a cerrarse y estamos ante un sur que expande su desarrollo, disminuye su pobreza y atrae inversión, mientras que en el norte, la mayoría de los países se encuentran estancados o en una crisis que todavía durará varios años.
El crecimiento del sur no sólo se da en los llamados países BRIC (Brasil, Rusia, India y China), sino en todo el mundo y, en especial, en un bloque de 40 países, incluido México, que están cambiando la correlación de fuerzas del desarrollo mundial a un ritmo y en una amplitud que nunca se habían visto en la historia; millones de personas están dejando la pobreza y mejoran día a día su calidad de vida.
¿Cómo han logrado emerger del subdesarrollo los países del sur? Si bien hay una variedad de causas que han detonado este crecimiento, algunas de las respuestas, según el informe, las encontramos en: 1) «Estados proactivos» que han entendido la importancia de asumir un liderazgo en el desarrollo, 2) aprovechamiento de los mercados mundiales, 3) políticas sociales innovadoras.
Respecto a México las reflexiones que se derivan de este índice son varias.
México ha avanzado progresivamente en el indicador, es decir, hay una mejoría en la calidad de vida de los mexicanos que es indiscutible. Por ejemplo, en los últimos 30 años nuestro país ha mejorado en esperanza de vida, en tasa de escolaridad y en PIB per cápita.
El propio informe reconoce al programa Oportunidades y al Seguro Popular como políticas sociales exitosas que se han sostenido en el tiempo y que han logrado crear una base de protección social frente a las crisis. De Oportunidades el informe afirma: “Se trata de uno de los programas de transferencia condicionada en efectivo más grandes del mundo, que distribuyó alrededor de tres mil millones de dólares a unos cinco millones de familias en 2012”.
Sin embargo, también es cierto que México no está avanzando a la velocidad que lo están haciendo otras naciones, por ello, incluso en este año, nuestro país, aunque mejora el indicador de desarrollo (0.775), baja cuatro lugares respecto al informe de 2011 (de la posición 57 a 61). Ello quiere decir que el paso de México es ascendente, pero hemos perdido algunas oportunidades por reformas que se debieron haber hecho y no hubo la visión ni la generosidad de algunos partidos políticos para hacerlas. Hoy no basta hacer referencia al crecimiento del país, sino tenemos que mirar cómo están creciendo otras naciones, es decir, debemos tener una perspectiva de nuestro grado de competitividad para aprovechar las oportunidades de inversión y crecimiento.
Otro desafío de México es la desigualdad, uno de los indicadores en los que pierde varias posiciones. Si bien México ha logrado reducir en la última década la desigualdad (según el índice Gini), es evidente que el país presenta todavía una gran polarización en los niveles de desarrollo. Para aminorar las grandes desigualdades se requieren, entre otras acciones: políticas sociales efectivas, mejorar la calidad en educación y salud, y también aumentar las habilidades laborales y la productividad para que los salarios puedan elevarse.
Como país, también tenemos un «sur» que está creciendo pero a un ritmo débil. Estados como Oaxaca, Chiapas, Puebla, Tabasco, necesitan acelerar los índices de desarrollo humano e insertarse de mejor forma a la globalización, para que puedan aprovechar las ventajas que otros estados del centro, norte y península de Yucatán, están alcanzando.
Hay desafíos importantes para que el ascenso del sur se mantenga, entre ellos, están: lograr una mayor equidad, mejorar la gobernabilidad democrática, hacer frente al cambio climático y evitar el llamado «invierno demográfico».
La ruta del desarrollo humano es la forma de concretar el bien común en un país. El crecimiento económico y el desarrollo humano no pueden ir por caminos distintos, sino que tienen que ser elementos complementarios de una misma ruta.
En la medida en que se crean capacidades y el progreso se comparte, una nación crea clase media y encuentra un desarrollo sustentable en el que todos salimos beneficiados. Ese es el horizonte y nuestro reto.
Politóloga. Senadora de la República.
www.laurarojash.org
Twitter: @Laura_Rojas
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