Derechos humanos en Cuba: Sacarles la vuelta

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Los hermanos Castro no son ingenuos ni tontos, por eso llevan tantos años en el poder. Saben de derechos humanos, y saben también lo que hacen con ellos, y lo que el resto del mundo piensa, en uno u otro sentido de reclamo o apoyo.

Cuando el Papa Juan Pablo II visitó la isla dijo allí una misa multitudinaria, con la asistencia de los grandes personajes de la política cubana, encabezados por un Fidel discretamente vestido de traje negro y no de uniforme. Bien sabían que este pontífice tenía siempre presente los derechos humanos y que pediría abiertamente al gobierno cubano su respeto, y así fue. Tras las palabras del Papa, guardaron discreto silencio al respecto. Y no pasó nada, las cosas siguieron como antes.

Pero ante la visita del presidente Obama, se prepararon para lo que ocurriría: los derechos humanos presentes en la temática de la visita. Barak Obama habló de los mismos, y alguna periodista les interrogó al respecto en la entrevista de prensa de ambos presidentes, Castro y Obama.

Raúl tenía bien preparado el tema, aunque su molestia ante la pregunta bien se dejó ver. Mencionó el gran número de compromisos internacionales sobre derechos humanos y dijo a la periodista que él le preguntaría a ella: ¿sabía cuántos países los cumplían todos? Y añadió (algo cierto) ¡ninguno! De allí en adelante, mencionó aquellos sobre salud o educación que Cuba respetaba, y evadió completamente el tema que a todos interesa: aquellos derechos sobre libertad de expresión, disidencia y participación política que son violados sistemáticamente en Cuba.

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A pesar de saber que el tema saldría a relucir, Raúl Castro perdió la compostura, pero no el uso político del lenguaje, cuando un periodista americano, declarado hijo de un exilado cubano, le interrogó sobre los presos políticos en Cuba y si los liberaría. Raúl le ofreció liberarlos si le daba la lista de ellos. Por supuesto que difícilmente dejará ir a algunos, como sí lo hizo antes de visitas papales.

El mismo día en que llegaba Obama, y sabiendo que el tema saldría en el discurso del presidente estadounidense, el gobierno castrista, con lujo de violencia, arrestaba a 50 Damas de Blanco y otros disidentes, que protestaban pacíficamente en La Habana, como lo han hecho durante muchas semanas. El lunes arrestaban a otros once disidentes. No les importó su imagen ante la prensa internacional.

Con la visita del presidente Obama, la reanudación de relaciones diplomáticas y la apertura comercial (con todo y bloqueo), el gobierno de los Castro no da ninguna señal de cambiar lo que está mal en Cuba en materia de derechos humanos. Dijo Raúl, que como había mencionado Obama, había diferencias importantes entre ambos países, y que seguirían así, sobrentendiendo “derechos humanos”.

A corto plazo, al menos, el gobierno castrista no cambiará su política en materia de derechos humanos, principalmente en la libertad de expresión y de participación política. Los disidentes pacíficos seguirán recibiendo agresiones, limitaciones y hasta cárcel. Quien haya pensado que la visita de Obama abriría más espacio a los cubanos, fue un soñador inocente. Obama dijo que las decisiones sobre Cuba deben tomarlas los cubanos, algo fácilmente interpretado por los Castro y su gobierno como que ellos son Cuba, y decidirán por toda la población.

Los derechos humanos son conculcados formalmente por el estado cubano, y éste no modificará su política por la nueva relación con los Estados Unidos. Y en los foros internacionales, seguirá defendiendo su conducta, sin mayor discusión ni justificaciones, como lo ha hecho hasta ahora. La única novedad de la conferencia de prensa fue mencionar los que sí protege (y que en nada perturban su dictadura) y que según Raúl otros países descuidan. Sobre derechos políticos y libertad de expresión: nada absolutamente. Sacarle la vuelta al tema es la posición castrista.


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