Defender el Oro Verde

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El Tratado de Libre Comercio de la América del Norte (TLCAN) finalmente ha superado uno de los objetivos que durante más de veinte años sólo fue un ideal: tener un saldo positivo en la balanza alimentaria. Durante más de dos décadas importamos alimentos, sobre todo maíz, sin lograr exportar más que una fracción de lo que se importaba.

Durante la elaboración de dicho tratado se discutió la conveniencia de no incluir los productos agropecuarios por la gran dependencia que en esos momentos teníamos en la importación de leche, maíz y otros granos. Se temía que el gobierno perdiera la capacidad de controlar importaciones y que no hubiera capacidad de producir con calidad para poder exportar.

El principal alimento del país, el maíz, se sembraba en México en pequeñas parcelas con métodos rudimentarios, mientras en Estados Unidos se hacia mecánicamente en grandes extensiones a menor costo. Evidentemente no podríamos competir y nuestra dependencia alimentaria se incrementaría. Del mismo modo se veía que estaba la mayoría del resto de los granos (trigo, arroz, etc.).

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Se argumentó, ahora vemos que con razón, que si bien seguiríamos importando granos podríamos exportar productos intensivos de mano de obra como hortalizas y frutales. Además en estas dos décadas se mecanizó buena parte del campo y se aumentó la eficiencia, bajando los costos. Aunque seguimos importando maíz, principalmente para engorda de ganado, millones encuentran su sustento en el campo y en la pesca.

La SAGARPA acaba de anunciar que nuestra balanza alimentaria ya es positiva: en 2015 México exportó 26,602 millones de dólares en alimentos, con un excedente de 1,617 millones sobre las importaciones. Festinó que estas exportaciones superaron las de productos petrolíferos y los ingresos del turismo, así como las remesas que nos llegan del exterior. Además de que su cultivo fue en mayoría (77%) en predios menores a 7 hectáreas. Un verdadero oro verde, más sólido y beneficioso que el oro negro del petróleo.

Estas exportaciones son mayormente a Estados Unidos, y sólo una pequeña parte al resto del mundo (China, Japón, Europa y América Latina). A pesar del éxito alcanzado con el TLCAN no hemos sabido aprovechar los más de 40 TLC firmados con otras regiones y países. Tenemos puestos todos los huevos en la canasta del vecino, y cualquier inconveniente suceda allá podría dar al traste con el oro verde que exportamos… y con los ingresos de millones de mexicanos.

En otros momentos nadie pensaría que pudiéramos tener un problema con nuestro poderoso vecino, el que parece que poder recibir todo lo que se le envíe con calidad y buen precio, pero hoy se ven nubarrones. La posible candidatura de Donald Trump, y más su improbable victoria, deben ponernos alertas. Más que la construcción (más bien reforzamiento y elevación) del muro fronterizo, es su discurso xenófobo el peligro no sólo para los 11 millones de mexicanos indocumentados que viven allá, sino para todas las exportaciones mexicanas, incluyendo las agrícolas.

La defensa del TLCAN y de las exportaciones mexicanas son un imperativo, pero debemos ver la forma de diversificar mercados desde ahora. Si finalmente no hay problema con los EUA, tendremos nuevos clientes y se podrá exportar más. Defender el oro verde, y el resto de nuestras exportaciones es necesario para el bienestar de México y de los mexicanos.


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