Con la cabeza fría

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El jueves de esta semana cerramos el último período del tercer año de la Sexagésima Segunda Legislatura del Congreso de la Unión, no obstante, nuestro trabajo como diputados concluye el 31 de agosto, la Comisión Permanente queda a cargo del Poder Legislativo de la Unión hasta esa fecha, le comparto que soy integrante de la misma. El 7 de junio los mexicanos renovaremos la Cámara de Diputados, hago votos porque la participación en el cumplimiento de esta responsabilidad sea alta, rompiendo el paradigma de que se trata de una elección “huérfana” y que, en consecuencia, no vale la pena ocuparse de ella, rematada con “al cabo que da igual votar o no votar, todos son iguales, ni a cual irle.” No es así, apreciado lector, lectora, aunque lo parezca, no es así.

El día que el electorado en este País nuestro le otorgue el peso que tiene a la integración del Poder Legislativo, y que se vuelva puntualmente cuidadoso en la revisión de la trayectoria de cada uno de los aspirantes al cargo, y decida conforme a esto, y no a la propaganda en la que solo aparece el candidato o candidata con una sonrisa de oreja a oreja y una frase pegajosa con la que invita a votar por él o por ella, y además haga hincapié en su honorabilidad y honestidad, que debiera ser primordial a la hora de tomar decisiones, otro gallo va a cantarle a México.

Los mexicanos se quejan amargamente del desempeño de sus representantes, pero infortunadamente no se ocupan de elegir racionalmente. Si existe un cargo público que no goza de las simpatías de la ciudadanía es precisamente este que estoy casi terminando, el de diputado, en mi caso, diputada. Los calificativos más duros son para los legisladores, entre los pronunciables destacan: “sinvergüenzas, vividores, cínicos, inútiles, levantadedos, vendepatrias…”, y de ahí para adelante. Si a esto le suma el desconocimiento que el grueso de la población tiene respecto a las tareas que les corresponden realizar a los legisladores, pues el repudio se agiganta. En el artículo 73 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, se establecen las facultades que tiene el Congreso de la Unión; en el 74 las que son exclusivas de los Diputados, y en el 76 las de los Senadores.

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Si se leen las disposiciones en cita, no quedará ninguna duda que las funciones sustantivas de un legislador son LEGISLAR; es decir, hacer leyes en las diferentes materias que ahí se especifican; APROBAR O RECHAZAR previa discusión, el Presupuesto de Egresos de la Federación y la Ley de Ingresos; REVISAR la cuenta pública; HACER nombramientos de ciertos funcionarios que particularmente corresponde a alguna de las dos Cámaras,en el caso del Senado; atender lo relativo a la política exterior, y demás que la propia Constitución establece. También corresponde a los legisladores DENUNCIAR los abusos e irregularidades que se cometan en el ejercicio del poder público. Lo que usted no va a encontrar en ninguna parte del articulado, es que a diputados o senadores corresponda otorgar la prestación de servicios públicos; esa es tarea del Poder Ejecutivo en sus distintos niveles de gobierno, o repartir despensas y todo género de mercaderías para tener a los más necesitados de rodillas, eso es una sinvergüenzada que ha contribuido con creces a robarles la dignidad a las personas, haciéndolas dependientes hasta la consumación de los siglos, para daño propio y del País. Tampoco hallará en el articulado ningún sustento jurídico para que el Congreso ordene la ejecución y observancia de las leyes, esas son facultades del Poder Ejecutivo.

Si usted quiere verdaderos representantes en la Cámara tiene que elegirlos con la cabeza fría, y llegados al cargo, no los deje, exíjales que cumplan con lo que le prometieron cuando fueron a la puerta de su casa a pedirle el voto; pero analice las promesas, porque estas tienen sentido y se podrán cumplir si se vinculan con las facultades establecidas en la Constitución, de otra manera le seguirán tomando el pelo. Los legisladores le deben el cargo a usted, por eso están obligados a rendirle cuentas; esa exigencia lo legitima a usted también como representado.

Califique de manera objetiva el desempeño de quienes concluimos el mandato que usted nos dio, conociéndolo. En la página del Congreso se destaca de manera pormenorizada, consúltela por favor. Evalúenos de acuerdo a las facultades que tenemos, verifique como las ejercimos. Estoy segura que esto le dará elementos para decidir a quien le otorga su confianza en las urnas el próximo 7 de junio. Consérvelos en su memoria, es una solicitud respetuosa.


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