Clientelismo electoral

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El pasado domingo, se realizaron en la Ciudad de México elecciones vecinales. Lo llamativo de este tipo de temas, no es que los habitantes de la ciudad más grande del país participen de los procesos electorales para la toma de decisiones, sino que estos comicios fueron empañados por las acusaciones de un viejo conocido de nuestros partidos: el clientelismo electoral, asunto que recurrentemente aparece en todo lo que se relaciona al voto.

Compra y votos

Si bien nuestro país se considera una democracia, la manera en que esto se pone en práctica cuestiona las bases sobre las que se sustenta un sistema como el mexicano. De nueva cuenta, las elecciones vecinales –como pudieron ser las votaciones para elegir presidente municipal o reina del carnaval– tuvieron como característica que también dieron lugar a acusaciones de compra de votos.

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         Y es que a una baja participación –acudió a las urnas poco más del 10% de los ciudadanos registrados en el padrón electoral–, se sumaron más de 500 denuncias ante la Fepade, instancia dependiente de la PGR, por asuntos como acarreo, compra de votos y otras minucias que han hecho los involucrados.

         Esto nos lleva a dos reflexiones: primero, que la cultura cívica de los habitantes de la Ciudad de México es baja, pues no es el primer ejercicio que involucra su presencia a las urnas en el que acude un porcentaje minoritario de los ciudadanos, motivado por una escasa difusión que incentiva el desinterés en este tipo de temas.

         En ocasiones anteriores, hemos sido testigos de baja participación en consultas como la que se convocó para el tema del Corredor Cultural Chapultepec, así como otros ejemplos. Algo se tendrá que hacer para despertar la participación ciudadana en la ciudad, porque con esos niveles de asistencia a las urnas poco se podrá cambiar.

         En segundo lugar, la persistencia de los partidos para hacer ese tipo de prácticas. Tal parece que los propios institutos políticos no conciben otro tipo de estrategias que no sean las que implican la compra de votos o acarreos. Atrás quedaron las épocas que se buscaba convencer al elector con argumentos y propuestas. Ahora la tendencia es construir clientelas electorales que acudan a las urnas para hacer ganar al partico o al candidato.

         La Ciudad de México se ha convertido, gracias a este tipo de asuntos, en un espacio en el que si bien conviven distintas expresiones sociales, hace falta mayor educación ciudadana para motivar cambios a través de mecanismos como los mencionados.

         El objetivo de estas elecciones, definir el destino de 850 millones de pesos para obras vecinales, fue determinado por poco más del 10% del padrón, gracias a trampas como la compra de votos o el acarreo, lo que hará que si en verdad una comunidad tenía necesidades específicas, éstas pudieran no ser cubiertas gracias a la distorsión que se hace de la votación gracias a la baja participación y la asistencia dirigida de un sector de electores.

         Otra faceta de esta problemática tiene que ver con los ciudadanos que se prestan a acudir a estos llamados e intercambiar su sufragio por dinero o despensas, aprovechando que los demás se quedaron en su casa.

         La legitimidad de este tipo de decisiones será siempre cuestionada, pero las prácticas se mantendrán mientras permitan que algún partido o candidato obtengan la victoria –pese a las circunstancias–, pues lo único que importa es ganar sin importar la manera de hacerlo.

         Y si esto se hace en una elección vecinal, en donde no estaba en juego un cargo de gobierno o legislativo, no queda sino pensar que también se trata de un ensayo para los futuros comicios de 2018, en donde los partidos se tratarán de quedar con parte del botín mediante estos recursos. Si la sociedad los reprueba, pues no importa, pues muchos ciudadanos al no salir a votar dan oportunidad que los acarreados o los votantes de las clientelas políticas definan en el sentido que desean sus jefes el resultado de una elección.

         El clientelismo electoral es uno de los problemas menos atendidos y estudiados en el ámbito electoral mexicano. Pocos estudios permiten conocer de donde provienen los ciudadanos que se prestan para que este tipo de prácticas prevalezcan, pese al avance de una conciencia ciudadana que comienza a mostrar signos de intolerancia ante fenómenos como la corrupción.

         Si queremos que el cambio se dé en verdad en México, convendría comenzar a exhibir a quienes cuentan con el clientelismo como una de sus armas de campaña, pues entre menos votantes dirigidos se tengan, a la par de un aumento de la participación verdadera, mejores decisiones se podrán tomar o se evitará que lleguen políticos poco preparados al cargo, como uno que acaba de recibir a Trump en el país.

 

Del tintero

Una de las aportaciones de Vicente Fox al sistema político-electoral mexicano, es empezar la búsqueda de la nominación en un partido con varios años de anticipación. Esto es una de las razones por las que muchos andan luchando para asegurar desde ahora la candidatura que se utilizará en 2018, en todos los partidos y para una gran variedad de cargos. Algo hay que reconocerle al exgobernador de Guanajuato.

 

@AReyesVigueras


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