Cinismo químicamente puro

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Según un viejo proverbio: “De la abundancia del corazón habla la boca”. Esto es así porque a través del lenguaje humano no solamente nos comunicamos sino que, consciente o inconscientemente, las palabras transmiten o reflejan nuestra índole, nuestras capacidades y lo que realmente somos. Con el lenguaje nos exhibimos, nos retratamos.

Algunas declaraciones parecen intrascendentes y causan ternura e hilaridad, pero descubren mucho, como aquella cátedra que nos dio la “académica y escritora” Beatriz Gutiérrez Müller (esposa de Tartufo) afirmando que “el Sol orbita sobre la Tierra” ; o cuando recientemente dijo que a Claudia Sheinbaum “la inteligencia no le sobra”. ¡Zas!

Pero si quien habla es jefa de Estado, sus palabras tienen mayor fuerza. Es el caso de la Presidente de la República (virtual encargada del mostrador) que se atrevió a decir en una “Mañanera del Pueblo Bueno y Sabio” que si la mayoría de los juzgadores recientemente “electos” son afines a la 4T se debió a que “el PAN y el PRI se negaron a presentar candidatos” . Y con la gracia y simpatía “que no le sobran” recomendó a los opositores “que se tranquilicen, que hagan yoga”.

Yo, que presumo haber visto y escuchado, desde que tengo uso de razón, las peores indecencias y procacidades que saturan nuestra vida pública, no di crédito a tal declaración. Creí que era un infundio para difamar a la Presidente, pero constaté, atónito, que esas imágenes y palabras habían sido difundidas por su mismo gobierno.

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Lo insólito del asunto consiste en que, mientras la Constitución prohíbe expresamente a los partidos políticos intervenir de manera alguna en las elecciones de jueces, “la científica” culpa y fustiga al PAN y al PRI por haber acatado la Ley Suprema. Así, orgiásticamente, justificó que los partidos oficialistas se atacaron hasta el cogote en ese pestilente proceso pseudoelectoral. ¡Qué vergüenza que esa sea la primera mujer presidenta de México!

Demostró nuevamente que las leyes que ellos hacen a su antojo las violan a su antojo y no pasa nada, y con su declaración exhibió su indignidad personal y de gobernante, quedando obligado a responder social, política y jurídicamente por sus palabras. Repito: ¡qué vergüenza que sea tan vil la primera mujer en la presidencia de México!

Pero aquí ningún abuso, por perverso que sea, tiene consecuencias; aquí el cinismo gubernamental pasa de noche y no merece el repudio social; aquí el pueblo bueno y sabio está acostumbrado a reptar en torno de sus caritativos verdugos.

Y no acaba la bacanal: a pezuña alzada los cuatroteros legislativos para aplastar toda la disidencia en el Congreso y en órganos electorales, y para espiar y perseguir a comunicadores y ciudadanos en general.

En este momento trágico de nuestra historia es un imperativo ético la valiente acción ciudadana.


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