El gobierno se resiste a bajar su estimación de crecimiento (3-4%), pero difícilmente, según voces autorizadas, alcanzaremos el 2.5%.
Arde el ayer, el hoy se quema y el mañana
Octavio Paz
Más que con el lema “Mover a México”, se puede identificar al actual gobierno con el refrán popular “Tapar el pozo después del niño ahogado”. En todos los aspectos de la vida pública se actúa a destiempo y en forma equivocada, trátese del caso Ayotzinapa en materia de seguridad o del combate a la corrupción, que, debiendo haber sido el primer compromiso al arranque del gobierno, ahora se resucita una institución jurídicamente extinta. Además, en ambas cámaras del Congreso, el grupo parlamentario del PRI, sin ningún pudor, ha frenado los dictámenes en materia de transparencia y anticorrupción.
La reforma en materia de energía —que no apoyó el partido hoy en el poder— hubiera sido muy oportuna hace doce años. Se perdió entonces la oportunidad de ir a la avanzada en tecnología y de incrementar las reservas y la producción de petróleo. Ahora, a pesar de los cambios, se profundizará la dependencia, dado que ya nuestra balanza de pagos es deficitaria en materia de hidrocarburos, y tenemos un rezago tecnológico de varias décadas.
El Presidente de la República, varios meses después de la suspensión de la licitación del tren México-Querétaro, anuncia ahora lo que seguramente será la cancelación, y surge una enorme duda: ¿cuánto pagará el gobierno a la empresa china por esta falla imputable al gobierno y que desafortunadamente quedará impune? Sin duda, serán cientos de millones a cargo, nuevamente, del pueblo de México. Además, permanecerá la sospecha de que se debió al involucramiento de HIGA, la empresa consentida de Peña Nieto.
El secretario de Hacienda, quien incurre ostentosamente en conflicto de interés imposible de negar, sugiere que se legisle sobre este tema, cuando la credibilidad del gobierno está totalmente deteriorada.
En materia económica se anuncia una disminución del presupuesto de 124 mil millones de pesos —el 2.65%— y de un recorte del 65% del gasto corriente, que tendrá graves repercusiones en el desarrollo económico. ¿No se pudo haber previsto esto con anticipación? Más grave aún, organismos privados señalan que este recorte será insuficiente y en poco tiempo tendrá que efectuarse otro ajuste. Se habla de disminuciones en Pemex y en CFE, confiados en que serán efectuadas por la iniciativa privada, gracias a la reforma. El gobierno se resiste a bajar su estimación de crecimiento (3-4%), pero difícilmente, según voces autorizadas, alcanzaremos el 2.5%. Una prueba más de que vamos a la zaga y se niega lo que realmente acontece. Continúa la política de ficción y de apariencia, ajena totalmente a una acción oportuna y preventiva.
En todas las reformas excepto la de telecomunicaciones, hay un enorme rezago. Se percibe un desfase entre el discurso de los altos funcionarios y la percepción ciudadana de la realidad. John Maynard Keynes, en 1926, recomendaba acertadamente: “Lo importante no es que el gobierno haga las mismas cosas que los individuos ya están haciendo y que las haga un poco mejor o un poco peor. Lo importante es que haga aquellas cosas que nadie está haciendo en el presente”. Es decir, capacidad de previsión. Una política incapaz de detectar lo que pueda acontecer, irá al fracaso una y otra vez. La principal habilidad del estadista es anticiparse a las desgracias.
Todos los gobiernos requieren de recursos económicos para gobernar, pero en el caso del nuestro, dadas sus serias fallas de legitimidad y las viejas prácticas que viene arrastrando, sin dinero o con limitaciones económicas, incurrirá en un serio conflicto de gobernabilidad, sobre todo en un año electoral ríspido y cargado de confrontaciones estériles.
Concluiría con Paz: “El dinero seca la sangre del mundo/ Sorbe el seso del hombre”.
La tarea más urgente hoy es que el gobierno asuma su deber primigenio: darle calidad en el uso a los recursos que el pueblo de México pone en sus manos.
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