Quienes reclaman a Felipe Calderón que recorra el país apoyando candidatos panistas, no parecen darse cuenta de algo importante: NO es un ex-presidente priista, y las reglas “no escritas” del PRI no tienen porqué obligar a un miembro de otro partido. Esto es lo más importante.
¿Que no es “ético” su activismo político electoral? Perdón, pero nada tiene ver con la ética, ni tampoco con las costumbres de los ex-presidentes del PRI. El antipanismo y/o anticalderonismo de sus acusadores los lleva a usar premisas inaceptables fuera del PRI, y a denigrarlo por no seguir esas reglas que le son, y con toda razón, completamente ajenas.
Si los ex-presidentes del PRI lo hacían, era más forzados por la herencia del poder “imperial” de cada nuevo presidente, que no admitía que alguien le hiciera sombra, como lo hizo Plutarco Elías Calles hasta que Cárdenas lo desterró del país.
Y lo mismo hizo López Portillo con su amigo de la infancia y antecesor en el trono (más que silla) presidencial de Palacio Nacional. El destierro tomó otra forma, pero lo envió lo más lejos posible, pues don Luis pretendía seguir ejerciendo un poder paralelo al de su sucesor designado ya en el poder. Recuerdo que en una entrevista de Excélsior, Gustavo Díaz Ordaz dijo que veía dos presidentes.
Luis Echeverría pretendió tomar una posición importante en la política mundial, de hecho quería ser designado Secretario General de las Naciones Unidas. Sueño guajiro. Lo mismo pretendió un joven presidente, Adolfo López Mateos, pero la enfermedad y la muerte terminaron pronto con su vida al dejar la presidencia.
La diferencia entre los presidentes salientes del PRI y del PAN, es que ni Fox ni Calderón intentaron ser poderes paralelos a la Presidencia. Ni Vicente con Felipe (que éste no lo hubiera dejado) y mucho menos Felipe con un sucesor de otro partido.
Quienes dicen que lo que Calderón busca es controlar al partido, se equivocan, él mismo sabe que no podrá hacerlo, y por eso ni siquiera lo intenta. Que quiere hacerlo a través de Margarita Zavala como presidente nacional de PAN, si gana esa elección, también se equivocan, Margarita presidiría ella y no su esposo tras del trono.
La visceralidad y amargura con que algunos comentaristas (de esos que se consideran autores de la “opinión pública”) atacan a Felipe Calderón, es de dar pena ajena. Sus argumentos no tienen base alguna. No han faltado quienes digan que en vez de dar apoyo a los candidatos en cuyas reuniones se presenta Felipe, ¡los perjudica! La verdad, hasta risa me da por sus absurdos comentarios, ya que la realidad dice lo contrario.
¿Por qué un ex-presidente, mexicano o de donde sea debe asumir su calidad de “EX” y retirarse a la vida privada? No hay ninguna razón, ni siquiera una de falsa prudencia o de conveniencia política. Hay mucho mundo donde participar.
¿Qué hacen los ex–presidentes de otros países? Muchas cosas, entre ellas seguir en política activa en sus partidos, o hacer política en los medios internacionales, o bien dedicarse a causas humanas conforme a sus ideales o conveniencias. Y hacen bien, desperdiciar talento y experiencia como la suya sería una pérdida para el mundo. Hay ejemplos muy destacados, como Nelson Mandela o Felipe González, cuya presencia en foros del mundo ha sido benéfica.
Hay un caso particular: Jimmy Carter, que ha dedicado muchos esfuerzos en pro de la paz y convivencia internacionales. De él se ha dicho que es un mejor EX-presidente que presidente.
A pesar de los ataques y denostaciones de sus amargados enemigos políticos, de esos que lo insultan y niegan las cifras de resultados sexenales, las que ponen arriba a Calderón, efectivamente, cada vez más ciudadanos mexicanos se dan cuenta de cómo el actual gobierno priista de Peña Nieto, está dando al traste con mucho de lo avanzado en el sexenio calderonista.
El país no crece, aumentan impuestos, sigue grave la violencia de la delincuencia organizada, aumenta la deuda, se deprecia el peso, aumenta la inflación, demuestran que no saben qué hacer. Todo eso se nota en las familias. Súmenle los escándalos de corrupción, comprobada o presunta, y casos de impunidad.
Sobre los comentarios y críticas de amargura de los enemigos de Felipe Calderón, su apoyo a los candidatos panistas da resultado, más que el apoyo presencial de los líderes del panismo. La gente lo ve bien en la calle, independientemente de la protección militar que legítimamente tiene, ya que no se ha dado ni un solo caso de intento de agredirlo.
Felipe Calderón tiene todo el derecho de participar en la política de su partido, sin las reglas priistas que no le conciernen. Es más, tiene obligación moral de poner su parte en apoyar a las causas de Acción Nacional y de la democracia cristiana (o “del centro”, como también se hace llamar) en el plano internacional. Que a sus enemigos no les guste nada de esto, pues qué pena, y que rumien su amargura.
Lo mismo hacen, como ya dije, ex–presidentes de otras naciones, y están en todo su derecho. Bien por Felipe Calderón, aunque le duela a los amargados y a los fanáticos que no quieren ver la verdad del acontecer político nacional.
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