¡Adoremos al redentor del mundo!

0
585

Por: Diego Fernández de Cevallos

Supongamos, sin conceder, que todo lo que este gobierno recibió fue producto del pútrido pasado neoliberal.

El imperativo ético exigía a la naciente administración una labor colosal en todos los órdenes de la vida nacional. La misión era épica y purificadora. La llamaron “cuarta transformación”.

Implicaba, como primera tarea, destruir, cuanto fuera posible, las leyes e instituciones del pasado, y sobre sus despojos construir un México en el que, “por el bien de todos, (estuvieran) primero los pobres”.

-Publicidad-

Tan prometedora idea caló hondo en 30 millones de mexicanos asqueados (como tantos más) de la altanera corrupción de muchos gobernantes que humillaron en la postración a millones de seres humanos. Emergió así el tenaz “líder social incorruptible” que durante muchos años enfrentó a los poderosos y ofreció el paraíso terrenal.

La “autoridad moral” del que se vendía como implacable verdugo de corruptos, y pastor que promovía el “amor y paz”, con “abrazos, no balazos”, entraba igual en el corazón de quienes exigían derramamiento de sangre y de los que deseaban concordia entre los mexicanos. Fue audaz: capturó los sentimientos de unos y otros y llegó a la Presidencia.

En sus anteriores intentos se equivocó al poner filtros para quienes querían adherírsele y por eso decidió abrir su movimiento a los bribones que aún estaban afuera. Automáticamente los consideró conversos y enmendados, y con las aguas de su torrente divino los purificó. Ahí todos son incorruptibles, les tiene confianza y solo les exige “10 por ciento de capacidad, 90 de honestidad y lealtad ciega”.

Pues se han alejado las puertas del cielo: después de tres años y a la mitad de su gobierno, resulta que…

1) ya dilapidó los cientos de miles de millones ahorrados por los malditos gobiernos neoliberales;

2) ha incrementado la degradación educativa, mientras persigue investigadores y científicos;

3) ha hecho crecer, en millones, el número de sus “amados” pobres;

4) devastó el sistema de salud, y las muertes por covid ponen a México en el cuarto lugar del mundo;

5) los números de masacres, desaparecidos, mujeres violentadas y niñas vendidas siguen subiendo, pero él lo niega y acusa a los periodistas;

6) la corrupción y la impunidad aumentan, pero Tartufo ataca a las instituciones de justicia, y reprocha a los ministros de la Suprema Corte tener la “arrogancia de sentirse libres” en sus sentencias;

7) la confianza en México se perdió y los capitales se fugan.

8) Eso sí, la división y el odio entre los mexicanos los tiene a tope.

Por fortuna vamos “requetebién”: Tartufo ya voló al Consejo de Seguridad de la ONU para enseñarle al mundo cómo combatir la pobreza, la corrupción, la impunidad y la exclusión. Él ya cumplió aquí con “98 de sus 100 compromisos”.

¡Adoremos al redentor del mundo!


There is no ads to display, Please add some

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí