Activismo Selectivo: ¿Primero Gaza, después Sinaloa?

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En el vasto y tumultuoso mundo del activismo moderno, hay que entender que no todas las causas son creadas iguales. Nos encontramos rodeados de activistas de sillón, esos que se mueren de pena por lo que acontece a miles de kilómetros de distancia, pero que no logran moverse ni un milímetro para mirar hacia lo que está pasando en su propia colonia. Ah, sí, es cliché, pero es cierto: los que lloran por Gaza parecen haber olvidado que aquí, en el corazón de México, tenemos problemas más que evidentes que parecen hacernos invisibles en sus dramas sensacionalistas.

Ahora, comencemos con el melodrama. Gaza está en llamas, y los hashtags se multiplican como pan caliente en redes sociales. “#PrayForGaza”, “#FreePalestine” y todo lo que termine con un hashtag emotivo y un emoji de lágrima sale a relucir para sumar likes y retweets. Siento que el activismo hoy se ha convertido en una especie de competencia de quien saca el mejor post. Pero, amigos, no se engañen, porque no es que les falte humanidad, sino que les sobre falta de perspectiva.

Y qué decir de Sudán, donde la matanza no es precisamente un tema de «segunda categorización». Aquellos mismos que lloran por el pueblo palestino hacen la vista gorda ante un genocidio que ya parece un eco olvidado. ¿Acaso Sudán no tiene derechos humanos también? ¿O solo importa cuando el conflicto se enfoca con un filtro Instagram?

Mientras tanto, en la aldea global que es México, los héroes de cuatro likes se comportan como si la violencia del narcotráfico en estados como Sinaloa y Guanajuato fuera un asunto del chisme del cuñado en la reunión familiar. La desaparición de miles de personas, la impunidad, las inundaciones que dejaron a más de uno sin hogar y sin un peso en la bolsa, aquí parecen ser invisibles. En lugares como Veracruz o Hidalgo, de repente los damnificados se convierten en un post olvidado entre los memes de gatos y las selfies de influencers.

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¡Aquí no hay héroes! Solo hay activistas tiernos que abren Twitter y Facebook desde su iPhone mientras piensan que con un «me gusta» están salvando el mundo. ¿De verdad creen que el mundo se va a cambiar a golpe de un tweet con hashtag de moda? Estoy convencido de que si algo debemos exigirles es que tengan algo de congruencia entre lo que publican y lo que se mueven para hacer. ¿Dónde están los posts llenos de amor por los desaparecidos? ¿Por los damnificados en el sur?

Quizá estamos ante una nueva categoría: el “activismo selectivo”, donde hay causas de primera; las que generan likes y el arranque de conciencia, y luego está todo lo demás que, por alguna razón, no es tan mediático ni emocionante. Así que la próxima vez que veas a alguien llorando por una causa lejana mientras ignora el drama que tiene en su patio trasero, recuerda que el activismo verdadero no tiene fronteras ni debe elegir sus batallas.

Punto final: siempre habrá tiempo para manifestar amor y compasión. Al final, a todos nos afecta lo que pasa a nuestro alrededor, y la lucha local también merece aplausos y, sobre todo, acción genuina.

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