Acción Nacional y la Iglesia

0
463

En el contexto de la visita del Papa Francisco a nuestro país, conviene repasar algunos hechos y datos de la relación del PAN con la Iglesia Católica, más allá de las tradicionales acusaciones que ha recibido este partido de ser instrumento de la segunda institución. Si bien se trata de una fuerza política en la que han militado algunos destacados miembros de organizaciones de corte católico, como fue el caso de los presidentes emanados de lo que fue Acción Católica Mexicana, es también el partido que ha enarbolado algunas banderas que la Iglesia ha defendido a lo largo de su historia.

Cambios necesarios

La relación del PAN con la Iglesia Católica mexicana ha sido vista tanto como un elemento para afectar al partido –al que se le ha acusado de ser instrumento al servicio de la jerarquía eclesiástica–, como por el propio reconocimiento de que su ideario parte de los planteamientos de la doctrina social de la Iglesia. Otro punto en el que han coincidido, es el relativo a la lucha en contra de las modificaciones que ha sufrido el artículo 3° de la Constitución, relativo al tipo de educación que impartirá el Estado, así como la lucha para que las iglesias y los ministros de culto fueran reconocidas oficialmente, hecho que se cumplió en la década de los años 90.

Asimismo, es conocida la pertenencia de varios presidentes nacionales del blanquiazul a lo era Acción Católica Mexicana –como fue el caso de José González Torres o Carlos Castillo Peraza, por citar un par de ejemplos–, lo cual generó un enfrentamiento interno en la década de los 60, cuando un sector panista pidió la afiliación del Partido a la Democracia Cristiana, hecho que confrontó al entonces presidente nacional del PAN, Adolfo Christlieb Ibarrola, con los que buscaban concretar tal posibilidad y que concluyó en renuncias y aquella frase en la que el dirigente nacional se refirió a algunos de ellos como “meones de agua bendita”.

-Publicidad-

En varias etapas de su historia, el partido ha vivido entre posiciones de franco acercamiento al clero, en tanto que en otras se ha distanciado notoriamente. Años después de que José González Torres dejara de ser presidente del Partido, escribió un artículo en el que señalaba: “podría referirme a la educación, al culto, a la propaganda religiosa, y a muchas cosas más para demostrar la represión de la ley civil a la conciencia. Y sobre todo al contrasentido de que ni siquiera se reconozca la personalidad jurídica a la Iglesia a pesar de las orientadoras moles de sus muchos templos, de sus respetados obispos, sacerdotes y religiosos, y sobre todo de sus incontables fieles que son más del noventa por ciento de la población mexicana”.

En contraste, años después y matizando un poco la posición, otro dirigente nacional azul, Abel Vicencio Tovar, apuntaba que “no es admisible que la Iglesia se constituya en cuerpo de presión política, como no es admisible que el Ejército lo haga. Pero tampoco es admisible que a los sacerdotes, de cualquier credo, se les mantenga sin poder ejercer sus derechos, tal como los militares lo hacen”.

Este tipo de temas –reconocimiento jurídico de las Iglesias, educación religiosa como opción de los padres de familia, por citar un par de ejemplos–, se consideraban al interior del panismo como cambios necesarios en el ordenamiento jurídico del país. Con el paso del tiempo, y de negociaciones con el priísmo, varias de sus demandas se han hecho realidad, en tanto otras –oposición al aborto, a la eutanasia y al matrimonio entre personas del mismo sexo–, han colocado al panismo en confrontación de sectores de izquierda.

Si bien este tipo de banderas dieron identidad al blanquiazul, además de crearle una base de votantes fieles, con el paso del tiempo el desdibujamiento que ha sufrido el Partido ha provocado que, incluso en su interior, se debata discretamente si deben seguir militando en la Democracia Cristiana o si deben asumirse como una opción política liberal.

Así, la cercanía del panismo con el catolicismo ha quedado en los libros de historia o en las anécdotas de veteranos militantes que añoran un partido que ya no es.

Migajas

En su columna del pasado 8 de febrero, Salvador García Soto en El Universal, la cual pueden leer aquí, apunta –a propósito de la relación entre organismos de corte religioso y el PAN–, que Margarita Zavala estaría siendo apoyada por esa facción –que para muchos es un mito– conocida como El Yunque. Si bien el columnista aporta elementos para creer que el famoso Yunque opera a favor de Zavala Gómez del Campo en su búsqueda de la candidatura presidencial panista, salta un personaje que no encaja del todo en la narrativa: Cecilia Romero.

Considerar a la ahora vicecoordinadora del grupo parlamentario azul en la Cámara de Diputados como alguien cercano a Margarita Zavala –y a lo que quede del calderonismo–, es obviar su carrera política al interior del PAN. Romero es vista en círculos panistas como el mejor ejemplo de cómo alguien se puede acomodar, sin importar el liderazgo en turno, y alcanzar una posición para seguir estando dentro del presupuesto. Romero Castillo se ha desempeñado en algún cargo directivo dentro del Partido, para de ahí saltar vía plurinominal a alguna Cámara, desde la época de la presidencia nacional de Felipe Calderón, hasta llegar a ser secretaria general con Gustavo Madero, a quien relevó para ser presidenta interina y lograr una posición en la lista plurinominal, cuando se excluyó de la misma a la propia Zavala.

Así que pensar que Cecilia Romero ahora juega a favor del Yunque o de Margarita Zavala, es otorgarle mucho crédito a alguien que en cualquier momento puede brincar de barco.


There is no ads to display, Please add some

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí