¿A quién creerle?

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Por: Rafael Morgan

En algunos pasajes de la Biblia, el Señor recomienda: “confunde a tus enemigos”, en lugar de “destruye a tus enemigos” y es que, un adversario en confusión, no encuentra qué decir o cómo actuar y es cuando es más débil. Los mexicanos estamos precisamente en completa confusión, al no tener confianza en nuestros gobernantes, comunicadores, maestros y demás líderes, que no están de acuerdo en cómo lograr que avance el país, en cómo gobernarlo y en cómo enfrentar los múltiples y graves retos que se han presentado y por lo tanto, no se logra un consenso mínimo en los planes y acciones entre el pueblo en general y sus líderes.

Son notables las diferencias de opinión y de información entre los datos y “los otros datos” sobre la violencia en México; independientemente de quién obtenga las estadísticas, la prensa reporta 34,682 asesinados en 2019 y 34,554 en 2020, que serían los más violentos en la historia del país, pero el gobierno declara que los asesinatos van a la baja, además festina la información de un diario nacional sobre que en 6 meses de este año se han sufrido al menos 40 masacres y que este año van 71 masacres, cosa que el gobierno niega; lo mismo sucede con los feminicidios, las desapariciones, los infanticidios, etc. Este asunto de la violencia, el Presidente la excusa como un problema heredado, y es cierto, pero precisamente por eso se le eligió para que resolviera o atenuara problemas como este. Ante tanta información y declaraciones contradictorias ¿a quién creerle, al gobierno o a sus críticos?

Lo mismo sucede con el tema del ejército y la militarización ¿es adecuado utilizar al ejército en labores de naturaleza civil? El Presidente ha manifestado en varias ocasiones que sólo confía en el ejército y lo mismo lo utiliza para construir, para resguardar, como agente aduanal, para control de migrantes y a veces como defensor de la seguridad y de las instituciones; el Presidente manifestó en su campaña que sacaría al ejército de las calles y se inventó a la Guardia Nacional que finalmente es casi lo mismo, pues la mayoría de sus integrantes, mandos y salarios proceden del ejército y ahora, se pretende integrarla a las fuerzas armadas. Un asunto que inquieta es que la política de abrazos no balazos” no funciona, y como prueba es que ni el ejército, ni la Guardia Nacional han podido “controlar” un pueblecito llamado “Aguililla” en Michoacán, que se ha convertido en tierra de nadie ante los enfrentamientos entre “Las Viagras” y el Cartel Jalisco Nueva Generación, quienes lo mismo bloquean los caminos de acceso, que le cortan la luz o asesinan a sus moradores, a pesar de que se tiene un destacamento del ejército. Ante la ineficacia de las fuerzas armadas, los vecinos se están armando y formando “autodefensas” o “guardias comunitarios”. Se confunde pues Guardia Nacional con las fuerzas armadas; se confunde cuál es la verdadera misión y facultades del Ejército y sí puede disparar o no contra los facinerosos y narcos o sólo puede disparar balas de goma y gases; mientras, el pueblo se está armando para defenderse.

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Tampoco está claro el combate al narcotráfico; ante las luchas internas entre los diferentes carteles, el Presidente reconoce 3 grandes grupos, el CJNG; el Cartel del Pacífico y el Cartel de Guanajuato “a los que se está enfrentando no declarándoles la guerra… sino con otros métodos más humanos y más eficaces…”, pero especialistas como Eduardo Guerrero y Alejandro Hope y el periódico Reforma, informan de la existencia de hasta 25 nuevos y viejos grupos, como los Arellano, los Beltrán Leyva, el Cartel del Golfo, los Caballeros Templarios, el Cartel de Noroeste, etc. No se sabe cuántos son y menos quiénes son y por lo tanto no se sabe a quién combatir.

Mientras tanto sigue el tráfico de drogas, de armas, de dinero y de personas dentro del país y hacia el extranjero con su secuela de asesinatos, lavado de dinero, secuestros, desapariciones e infiltraciones en gobiernos locales y en las elecciones.

Confunde a los ciudadanos que el Presidente vaya a Badiraguato, Sinaloa y salude de mano a la mamá del Chapo Guzmán y que abogue por él en prisión en Estados Unidos; que excuse a los delincuentes porque también son personas y mexicanos, que desde luego lo son, pero ellos han decidido actuar al margen y en contra de la ley y las autoridades civiles o militares deben enfrentarlos; las autoridades deben defenderse y defender a los ciudadanos, de lo contrario ¿a quién se puede acudir para que nos defienda?

La confusión en este tema es grave pues va la vida y la seguridad de por medio.


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