Pongamos un alto al machismo

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Es indispensable poner un alto al machismo y el primer paso empieza por la educación en casa.

Este domingo se llevó a cabo un movimiento sin precedentes cuando menos en México. Al grito de “desnudas o vestidas, respeta nuestra vida” miles de mujeres marcharon en la Ciudad de México, Ecatepec -que ocupa el nada honroso primer lugar en feminicidios-, así como en otras 27 sedes como Guadalajara, Xalapa y la también emblemática Ciudad Juárez, exigiendo poner un alto al acoso y a la violencia que sufren todos los días en nuestro país.

Las repercusiones en medios de comunicación y sobre todo en redes sociales fueron importantes, e incluso el hashtag #VivasNosQueremos llegó a ser tendencia durante ese día provocando la reacción -tímida y poco útil- de diversos políticos empezando por el Presidente Peña Nieto, pero la memoria es corta y ante el cúmulo de pendientes en la agenda pública así como la indiferencia e incomprensión de buena parte de la sociedad, parece que muy pronto este tema ha venido cayendo en el olvido a pesar de que los datos son alarmantes.

Para darnos una idea de la gravedad del problema, basta decir que cada día 1300 mujeres son víctimas de acoso o violencia; que de acuerdo al Diagnóstico de Atención a la Violencia Sexual en México elaborado por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), entre 2010 y 2015 se registraron 2 millones 996 mil delitos sexuales y únicamente en 830 casos hay consignaciones; que 8 de cada 10 víctimas son mujeres -principalmente por abuso sexual, violación y acoso-; que 60% de los delitos ocurren en casa habitación y 20% en espacios públicos; que según el Instituto Nacional de las Mujeres, cada día 7 mujeres son asesinadas de manera violenta.

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Les comparto otro dato que me alarmó y que es una prueba más de la vulnerabilidad de las mujeres, y en este caso de las menores de edad. En algunos códigos penales como el de Baja California, Campeche, Durango y Sonora, la acción penal por estupro se extingue si se contrae matrimonio con la víctima.

Estamos hablando tan sólo de violencia física ya que si incluyéramos otro tipo de violencia como la psicológica o los casos de discriminación, los datos se dispararían mucho más. Por ello no se explica que este tema no se encuentre en los primeros lugares de atención por parte de autoridades federales y locales. Es muy frustrante que a pesar de las evidencias y de la exigencia social, generalmente en nuestro país nada tiene consecuencia.

No es de desestimar por ejemplo el operativo que a raíz de las marchas ordenó el Jefe de Gobierno en el Sistema de Transporte Colectivo (Metro), pero si tomamos en cuenta que el 60% de los delitos se cometen en casa habitación y otro 20% en lugares como oficinas o centros de trabajo, advertiremos que esto no se resuelve con mayor presencia policíaca en las calles.

Probablemente se requiera revisar el marco jurídico que castiga estas conductas para adecuarlo a la realidad, también fortalecer los programas preventivos, mejores políticas públicas, capacitación a funcionarios, pero me parece que lo más importante es modificar la cultura machista tan arraigada en nuestra sociedad.

Mientras se siga considerando por amplios sectores y también por los encargados de procurar y administrar justicia, que en muchas ocasiones son las propias mujeres quienes provocan o incitan un ataque sexual por su vestimenta o actitud (coquetería), justificando con ello al agresor, es poco lo que podemos hacer para revertir una situación dolorosa, preocupante y vergonzosa para cualquier país civilizado en el que se supone se respetan los derechos de las personas. Por ello, es indispensable poner un alto al machismo, y el primer paso empieza por la educación en casa.


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