Una carta abierta para Gustavo Madero

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Panistas de distintas partes del país, entre los que se encuentran senadores, diputados, dirigentes locales y nacionales, tanto miembros del consejo nacional como de la comisión permanente del PAN, hemos suscrito una respetuosa carta a Gustavo Madero Muñoz, nuestro Presidente nacional con licencia, para que se separe definitivamente del cargo y continúe la ruta por la que optó: ser candidato a Diputado Federal por la vía de la representación proporcional. No nos interesa especular sobre los objetivos ulteriores de buscar una curul en San Lázaro, ni cuestionamos la legitimidad de esa búsqueda. Simplemente planteamos que Acción Nacional tenga certidumbre frente a uno de sus retos electorales más importantes: estas elecciones intermedias de 2015.

El fin de semana nos enteramos que Gustavo Madero pretende regresar en estos días a ocupar de nuevo la Presidencia del PAN. Este es el planteamiento que hacemos, apelando a su conciencia, los que desde hace muchos años militamos en Acción Nacional:"El año pasado, la Asamblea Nacional se alzó en el propósito de una forma renovada de autoridad en nuestro partido. Pensamos en ese entonces que la legitimación democrática y los ciclos de renovación asociados al desempeño electoral, reanimarían el sentido de lealtad institucional y los incentivos para anteponer el bien de la organización por encima de los intereses personales.El partido fue a las urnas con la esperanza puesta en encontrar un nuevo orden interno y, sobre todo, soluciones al trance ético y político que nos regresó a la oposición.

Superamos las tensiones del episodio, los dolores de la competencia entre compañeros de brega y la frustración de la conciencia de todo lo que pudo haberse evitado, porque confiábamos en que nuestra esencia democrática devolvería vitalidad, alegría y rumbo a nuestra acción nacional.Con profundo pesar vemos hoy que el encono y la perplejidad persisten, que nos hemos dividido en la mezquindad del proyecto personal y que el barco navega sin aquélla brújula que hizo del PAN el referente moral y de buen gobierno de la política.

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Su decisión de separarse de la jefatura nacional para obtener una diputación federal no se recibió entre el panismo con empatía. Se interpretó como una decisión que traicionó sus promesas de campaña en pos de la reelección. No admite otra lectura que un impulso irresponsable y desleal a la reforma estatutaria que los panistas acompañaron con la esperanza de que nuestras dinámicas internas cederían ante un orden estable y cierto. Es la deshonra de su propia palabra, la desmemoria de un compromiso, el provecho oportunista de sus silencios.

Usted se comprometió frente a los panistas a reorganizar al partido y conducirlo con mérito y dedicación. Con esa divisa pidió el voto y en ese entendido firmó su contrato social. Jamás dijo que abandonaría a su suerte al partido para garantizar la suerte propia. Nunca advirtió de cláusula alguna que lo liberase de las responsabilidades que pidió a los panistas. En ningún momento anticipó que sus obligaciones podían ser revocadas a la conveniencia de usted mismo.

Sí, es también un gesto inédito de egoísmo. El partido no es paraje para estar mientras se ilumina nuevo sendero. Nuestros fundadores nos enseñaron que el partido es la casa común desde la que se procura el bien y, por tanto, no es patrimonio de nadie. Por eso insistieron en que la generosidad era nuestro principio esencial de conducta: la disposición a dar antes que a recibir. Su decisión desnuda la idea que usted tiene del partido. Es una vuelta lamentable, como escribiría el joven Manuel Gómez Morin a su maestro José Vasconcelos, "a los procedimientos de agudo personalismo en lo que la organización se hace exclusivamente por un hombre y para un hombre".

Su decisión no admite excusa en la historia, en la biografía o en la coyuntura de las generaciones mayores. La candidatura de Don Manuel en 1946 fue el ejemplo cívico del sacrificio, como lo eran todas las candidaturas de los panistas de primera hora durante la larga noche del autoritarismo. La de Adolfo Christlieb Ibarrola, el testimonio de que la participación electoral era la ruta gradualista para conquistar la conciencia de México. La de Abel Vicencio, una salida para situar al partido en una época de aliento y unidad.

No son, pues, sus circunstancias, licenciado Madero. La comparación no es más que una absurda falsificación de su memoria. Las candidaturas no son, como entonces, testimonio personal de convicción, ni las diputaciones las únicas plataformas para vencer las vilezas del régimen. En su paso por la dirigencia del PAN, no ha logrado usted acercarse a la virtud de Don Manuel, de Don Adolfo o de Abel. No puede usted apelar a su memoria para justificar un destino que no es más que personal aspiración.

Nuestra atención, empezando por la dirigencia, debe estar centrada en fortalecer las capacidades de la organización, en escoger candidatos competitivos en un ambiente de unidad y en abanderar una causa que nos reencuentre con los ciudadanos. Ésa es la razón por la que el partido requiere una dirigencia que no piense en otra cosa más que en el bien del partido. Sus intereses son todos respetables. Legítima cualquier aspiración sobre el hoy o para el futuro. Pero Acción Nacional es un empeño mucho mayor que nunca habrá de quedar a expensas de los apetitos de sus componentes.

Usted decidió ausentarse de su primera y más importante responsabilidad con el Partido para asegurarse una diputación federal por la vía plurinominal. Ya lo consiguió. Ahora apelamos a su conciencia: trace y procure su proyecto político. Será encomiable su éxito. Pero no use el partido en beneficio personal ni como medio para mantener vigencia. Antes de su personal aspiración está el reto electoral de 2015. Nuestro partido debe seguir continuando. Tome su propia ruta y deje al partido cumplir su misión, la de ayer y la de siempre. Sepárese definitivamente de la jefatura nacional del PAN. Permita que Ricardo Anaya concluya el mandato de esta dirigencia y actúe con autonomía plena. Por congruencia, responsabilidad y, esperamos, por amor a Acción Nacional".


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