MÉXICO necesita un PAN fuerte, opositor real, contrapeso de un priismo que tiende a regresar al autoritarismo.
Con esa idea, el senador con licencia Javier Corral sustenta su campaña por la presidencia del CEN panista, que se elegirá el mes próximo.
Disidente de la corriente maderista, políticamente independiente, Corral Jurado se muestra como la solución para regresar al panismo a sus fuentes originales y recuperar la fuerza de un partido al que Gustavo Madero, su actual dirigente, ha casi desmantelado.
Colaborador incondicional del régimen priista, Madero Muñoz hizo pagar al PAN las consecuencias de sus yerros, llevándolo a los peores resultados electorales desde hace 25 años, acusó el legislador chihuahuense. Y aun así, y con el lastre de perder la Presidencia de la República 3 años antes, Gustavo Madero se mantuvo, sin mostrar la dignidad política y la responsabilidad partidista que obligaron en 2009, tras una campaña derrotada, a su entonces líder, Germán Martínez, a renunciar al cargo.
Madero Muñoz ha tolerado y prohijado la corrupción de cuadros panistas relevantes, sin siquiera opinar al respecto, mucho menos actuar.
Corral Jurado señala a su contrincante, el diputado Ricardo Anaya, como un peón en el ajedrez maderista y pieza manipulable de un consorcio político interno que antepone sus intereses a los del partido e incluso a los de la Nación.
Respaldado por figuras emblemáticas del albiazul que comparten sus posiciones, Javier Corral anuncia que denunciará públicamente las irregularidades que cometa su contrincante, gane o pierda la elección.
Tras los permanentes desastres electorales, que son resultado de los yerros políticos, aires de renovación soplan en el PAN. Se verá en estos comicios internos si es capaz de transformarse, recuperando ideología y prácticas acordes a su origen o refrenda una dirigencia maderista camuflada que hoy lo mantiene en el piso y presa de los intereses de una camarilla.
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