Las conclusiones expuestas en los Resultados de la Medición de la Pobreza 2014, dados a conocer hace unos días por el Coneval, revelaron datos de diversos estados que requieren un análisis profundo, sobre todo de aquellos que lograron mejorar sus cifras en indicadores esenciales en el combate a la pobreza.
Dichas mediciones se imponen como ejemplos que pueden dar paso a una nueva estrategia de políticas públicas que, a largo plazo, logren beneficiar al país en su totalidad y no sólo en partes.
Estados con gobiernos estatales proactivos en la solución a sus desafíos locales fueron los que, en este estudio, sobresalieron por sus resultados; gobiernos como el de Puebla, que demostró contar con una agenda de políticas públicas enfocadas al desarrollo social y crecimiento económico de sus habitantes; políticas que se ven reflejadas en una mejoría en la calidad de vida de los poblanos y, consecuentemente, en la disminución de habitantes en pobreza extrema.
En el caso particular de Puebla, en los últimos cuatro años, el trabajo estratégico realizado por la actual administración estatal ha reducido, en casi una cuarta parte, a la población, con al menos tres carencias sociales, así como a la mitad el número de personas sin acceso a servicios de salud. Otros avances, como el combate al rezago educativo, el acceso a servicios básicos de vivienda y alimentación le han permitido al estado garantizarle a sus habitantes mejores servicios con resultados a corto y a largo plazo.
Es evidente que, en el actual gobierno, la mejora dentro del estado es sustancial, pues la entidad presentó un avance, con respecto a los 7 indicadores que mide el Coneval; un logro con el que muy pocas entidades cuentan y que, al mismo tiempo, demuestra el trabajo enfocado y el compromiso que tiene la administración en reducir, de manera efectiva, la pobreza.
En términos de vivienda, hoy en Puebla son más de 200 mil personas quienes, ahora, cuentan con una vivienda con techos, recámaras adicionales y servicios; en cuestión de alimentación, la carencia se redujo en más de 300 mil poblanos, quienes hoy cuentan con una alimentación frecuente, suficiente y variada; finalmente, la construcción de centros de salud y educación le ha permitido al gobierno dotar a los poblanos de oportunidades para no caer en la pobreza.
El caso resulta por demás interesante, pues el estado no sólo mejoró su posición en los indicadores fundamentales del Coneval, sino que en la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Puebla registró un aumento de su ingreso del 22%, lo que quiere decir que las familias poblanas cuentan con más recursos para vivir, desarrollarse y formar un patrimonio.
Estos resultados, sumados, son muestra también de lo que el estado significa en términos económicos, pues la entidad se ha convertido en un polo de inversión atractivo para empresarios nacionales y extranjeros, quienes han invertido sus recursos en la entidad con la confianza de que generarán ganancias y, consecuentemente, mayor crecimiento para el estado. A esto también hay que sumar el crecimiento de la actividad turística, el cual continúa impulsando la actividad económica del estado.
El caso de Puebla demuestra que la política social ha evolucionado, y el gobierno ha podido aplicar este avance en programas sociales efectivos y con resultados duraderos. Programas que buscan resolver, de fondo, las carencias de los mexicanos y las condiciones que las generan. De esta forma, la entidad se encuentra en un punto de inflexión que no sólo le hace ganar terreno en la tabla nacional, sino la perfila hacia una ruta futura de recuperación sostenida del bienestar social.
Este ejemplo y el de estados como Guanajuato y Tlaxcala, que también lograron reducir sus índices de pobreza, deben convertirse en un modelo a estudiar y, en su caso, a seguir, pues es evidente que se trata de un camino que funciona y que podría ser la respuesta para la lucha contra la pobreza en México.
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