Trump doblega a México con aranceles

El panorama de la política exterior mexicana durante las presidencias de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Claudia Sheinbaum se ha visto significativamente marcado por la relación con el gobierno de Donald Trump en Estados Unidos. La tesis de una «domesticación» de la postura mexicana, especialmente frente a los ideales de antiimperialismo y soberanía, encuentra su punto álgido en el contexto de las amenazas arancelarias.

La reciente política arancelaria de Donald Trump hacia México ha generado un impacto significativo en la dinámica política y económica del país, especialmente en el gobierno de Claudia Sheinbaum y el partido Morena. Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha empleado amenazas de aranceles, inicialmente del 25% y luego escalando al 30%, como una herramienta para presionar a México en temas de migración, narcotráfico y comercio. Esta estrategia, que combina medidas económicas con una retórica agresiva, ha puesto a prueba los principios de soberanía y antiimperialismo que Morena históricamente ha defendido, revelando las tensiones entre el discurso nacionalista y las realidades de la interdependencia económica con Estados Unidos.

El gobierno mexicano, liderado por Sheinbaum, ha respondido con una mezcla de diplomacia y medidas reactivas. Tras las amenazas de Trump, México acordó reforzar la frontera con 10,000 elementos de la Guardia Nacional y extraditó a 29 narcotraficantes, incluyendo figuras de alto perfil como Rafael Caro Quintero. Estas acciones, aunque presentadas como una defensa de la soberanía, han sido interpretadas por críticos como una muestra de sumisión ante las presiones estadounidenses. La oposición, especialmente el PRI y el PAN, ha acusado a Morena de ceder terreno y de priorizar la estabilidad económica sobre la dignidad nacional, argumentando que el despliegue de militares en la frontera y las concesiones en seguridad reflejan una «domesticación» del gobierno mexicano.

Añeja presión

-Publicidad-

En mayo de 2019, la amenaza de Trump de imponer aranceles progresivos a todos los productos mexicanos, comenzando con un 5% y escalando hasta un 25% si México no frenaba el flujo migratorio, puso al gobierno de AMLO en una encrucijada. La postura inicial de López Obrador, reflejada en una carta a Trump, fue de diálogo y no confrontación. En ella, el presidente mexicano hacía un llamado a la cooperación y a evitar una guerra comercial que perjudicaría a ambas naciones. Se invocaba el principio juarista del «respeto al derecho ajeno es la paz» y se recordaba la interdependencia económica de la región.

No obstante, la presión se intensificó. Estados Unidos no solo amenazó con aranceles, sino que también endureció su postura en la frontera, lo que llevó a una serie de negociaciones de alto nivel en Washington, encabezadas por el canciller Marcelo Ebrard. El resultado fue un acuerdo que, a simple vista, pareció una concesión significativa por parte de México. El gobierno mexicano se comprometió a desplegar a la Guardia Nacional en su frontera sur para contener a los migrantes y a expandir la aplicación de los Protocolos de Protección a Migrantes (MPP), conocidos como «Quédate en México,» que obligaban a los solicitantes de asilo a esperar en territorio mexicano mientras se procesaban sus casos en Estados Unidos.

Desde una perspectiva crítica, estas acciones podrían interpretarse como un abandono de la política migratoria más humanista que la Cuarta Transformación había prometido. La retórica antiimperialista y la defensa de la soberanía parecieron ceder ante la amenaza económica. La decisión de México se puede analizar bajo el prisma de una realpolitik pragmática, donde el costo de una guerra comercial era simplemente insostenible. La economía mexicana depende en gran medida de las exportaciones a Estados Unidos, y los aranceles hubieran tenido un impacto devastador, afectando empleos y la estabilidad del mercado. La prioridad del gobierno, en ese momento, fue mitigar el daño económico.

El discurso del presidente López Obrador, a pesar de los acuerdos, siempre mantuvo una línea de respeto mutuo y cooperación, evitando la confrontación directa que podría haber escalado la crisis. Este enfoque fue presentado por el gobierno como una estrategia para evitar que México fuera utilizado como «piñata» política en las campañas de Trump. Desde esta óptica, la respuesta no fue una sumisión, sino una táctica diplomática para navegar una situación de alta presión con el menor costo posible, priorizando la estabilidad económica sobre la retórica.

Respuesta: Mitin en el Zócalo

Morena y sus aliados han intentado mantener el discurso de soberanía, con Sheinbaum convocando a un mitin en el Zócalo para reafirmar la unidad nacional. Sin embargo, las acciones concretas, como la pausa de un mes en los aranceles tras negociaciones, sugieren que México ha optado por una postura pragmática para evitar una guerra comercial que afectaría gravemente su economía, dado que el 80% de sus exportaciones dependen de Estados Unidos. Este pragmatismo choca con el discurso antiimperialista de Morena, que históricamente ha rechazado la injerencia extranjera, generando críticas internas y externas sobre una posible contradicción ideológica.

Analistas han propuesto que México podría responder con aranceles propios y un retorno al proteccionismo, pero la viabilidad de esta estrategia es incierta frente a la asimetría económica con Estados Unidos. La presión de Trump no solo busca resultados en seguridad y migración, sino también limitar la influencia china en México, lo que añade una capa de complejidad geopolítica. En este contexto, el gobierno mexicano enfrenta el desafío de equilibrar la defensa de su soberanía con la necesidad de mantener la estabilidad económica, mientras la narrativa de «domesticación» gana tracción entre los opositores.

En retrospectiva, el episodio de los aranceles de Trump y la respuesta de México representa un caso de estudio complejo en la política exterior. Muestra cómo las realidades de la interdependencia económica pueden moldear las decisiones políticas, incluso cuando estas entran en conflicto con principios ideológicos declarados. La noción de «domesticación» puede ser una interpretación de los hechos, pero la realidad es más matizada, donde el cálculo pragmático del costo-beneficio jugó un papel crucial en la definición de la estrategia gubernamental.

En conclusión, las amenazas arancelarias de Trump han forzado a México a priorizar la cooperación sobre el discurso antiimperialista, evidenciando los límites de la retórica soberanista en un mundo globalizado. La respuesta de Morena refleja un delicado acto de malabarismo entre principios ideológicos y pragmatismo económico.


There is no ads to display, Please add some