Todos debemos estar a prueba

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La decisión del jefe de Gobierno del DF es positiva al solicitar la renuncia a las y los titulares del gabinete legal y ampliado, para con ello iniciar una evaluación sobre el cumplimiento de objetivos, agenda y compromisos con la ciudadanía, en cada una de las áreas que constituyen el núcleo fundamental del gobierno de la ciudad. 

Esta decisión representa una de las principales acciones de gobierno que se ha emprendido en el país en los últimos años, pues pone de manifiesto un hecho que debería ser cotidiano, parte de nuestra cultura democrática: la evaluación permanente de todos los funcionarios públicos. 

Quienes hemos asumido una responsabilidad pública, ya sea a través del voto directo de la ciudadanía o por designación de quien encabeza el gobierno, como los miembros del gabinete, debemos someter nuestro trabajo al escrutinio público conforme la obtención de resultados. En las democracias modernas los controles políticos, los pesos y los contrapesos, han servido para evaluar el desempeño de un poder frente al otro, sin embargo, son más importantes los controles ciudadanos.

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El solo voto de la ciudadanía cada tres o seis años ha dejado de ser suficiente para refrendar o retirar la confianza a un partido o sus candidatos. Las pasadas elecciones fueron precisamente una muestra del voto de castigo ejercido en contra de todo el sistema político. En algunos casos, los ciudadanos optaron por la alternancia pero en otros, las candidaturas ciudadanas se convirtieron en la mejor opción a decir de los votantes. 

Sin embargo, no podemos reducir el texto del artículo 39 de nuestra Constitución Política que establece que: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público emana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”, a un solo acto de votación cada tres años. 

En la actualidad es necesario avanzar en controles permanentes que permitan evaluar verdaderamente el desempeño de quienes ejercemos una función de representación ciudadana y de servicio público. Por ello, es urgente integrar a nuestra Constitución figuras elementales como la revocación de mandato, como un ejercicio permanente de participación que permita reencausar la voluntad ciudadana. 

Los periodos de gobierno del Ejecutivo, tanto a nivel federal como en los estados, pueden ser muy amplios cuando el desempeño de su titular no satisface las expectativas de aquellos que le otorgaron su confianza, sin embargo, no existen mecanismos para revertir esta decisión, lo que en los hechos hemos sufrido prácticamente todos los mexicanos en varios sexenios. 

Por ello, la decisión que ha tomado el jefe de Gobierno es sumamente positiva. El hacer una evaluación profunda y objetiva del desempeño de su administración, debe constituir un modelo para el gobierno federal y los estados. Mientras no avancemos en incorporar figuras como la revocación de mandato, el plebliscito y el referéndum, ésta puede ser una medida efectiva para reorientar la labor del gobierno con base en las exigencias de la ciudadanía. 

No podemos negar que la decisión es arriesgada, pero el ejercicio del poder requiere esencialmente de este tipo de medidas. La ciudad de México es una de las ciudades más complejas del mundo, gobernarla es un reto de grandes dimensiones y requiere de acciones firmes y contundentes. 

Es claro que hay cosas que tenemos que mejorar, que enfrentamos grandes rezagos en servicios fundamentales para la ciudadanía y que no podemos mantener las cosas en el mismo estado como si todo estuviera funcionando. Con esta decisión, podemos estar seguros de que ganará la ciudad, pero principalmente sus habitantes. 


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