Se agranda la tragedia migratoria

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Aunque ahora suceda lejos de nuestras fronteras, la tragedia de quienes huyen de la miseria y de la violencia no nos es ajena. Las dificultades que ahora tienen sirios, árabes y africanos son las mismas que tuvieron millones de mexicanos en los últimos 50 años. México está obligado a manifestarles su solidaridad y a contribuir aportando soluciones.

Más de 300,000 migrantes han llegado este año a Europa, de los que han fallecido más de 2,500. La mayoría arribaron en lanchas y barcos irregulares cruzando desde la costa norte de África o desde la costa turca hacia Grecia y sus islas. Naufragios y desesperaciones han causado las bajas denunciadas por la sociedad civil a través de la vocero de ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados), pero los gobiernos sólo han emprendido acciones aisladas para evitar que los refugiados se asienten en su territorio. La Comisión Europea y el Parlamento Europeo no han sido capaces de pronunciarse ni de emitir directrices para hacer que el éxodo sea ordenado y no cause pérdida de vidas humanas.

El año pasado fue Italia la que recibió el alud de inmigrantes; si entonces no fueron más de 220,000, este año Europa recibirá más de medio millón. Quienes buscan un mejor nivel de vida, lo seguirán haciendo hasta que sus naciones cuenten con recursos que impidan la fuga de los más osados. Por otro lado, los sirios seguirán huyendo a menos que se haga un esfuerzo para detener la guerra civil que los desgarra.

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Las autoridades europeas deben reconocer que están frente a un problema europeo, y no a uno de España, Italia o Grecia, que son las que han recibido refugiados. Tampoco es sólo de los países de tránsito como Turquía, Serbia y Hungría por los que hoy pasan decenas de miles.

Aunque también es de países como Austria, Alemania y Francia que son destinos objetivo, todos los países, inclusive Bélgica, Holanda, Polonia, Gran Bretaña y los nórdicos, hasta Suiza (que no es de la UE), deben de contribuir a aceptar refugiados y a compartir el costo de albergarlos mientras se encuentra una solución definitiva.

No ha habido suficientes muestras humanitarias de solidaridad ni con los migrantes ni con los países que sufren esta especie de invasión temporal. Quienes han recibido migrantes han hecho lo posible para que abandonen su territorio a la brevedad, trasladando el problema sin solucionarlo. Levantan obstáculos y comisionan a la fuerza pública para detenerlos, pero no atienden la tragedia humana. Ya ha habido muertes masivas de migrantes en territorio austriaco y muy seguramente pronto se verán en Alemania. Las autoridades europeas están obligadas a encontrar una solución común dentro de la ética y los valores universales.

La flamante Secretaria de Relaciones Exteriores de México, Claudia Ruiz Massieu, está ahora frente a una situación inédita que anteriores cancilleres nunca enfrentaron. Debe reunir a embajadores, asesores y académicos para que entre todos propongan una solución que México aporte. Solución que de alguna manera también pudiera servir en un futuro en que México, o alguno de los países centroamericanos, atraviese una crisis migratoria similar. Estamos obligados a actuar.


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