México vive una transformación en materia de seguridad, y uno de los delitos que más ha disminuido en la última década es el robo a bancos. De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, consultados por TResearch International, marzo de 2025 cerró con solo ocho denuncias a nivel nacional por este delito, lo que representa una caída del 47% en comparación con las 15 registradas en el mismo mes de 2024.
Este descenso forma parte de una tendencia sostenida desde 2015, año en el cual se reportaron 614 casos de robo a instituciones bancarias en todo el país. Hoy, en el sexenio de Claudia Sheinbaum, apenas se han contabilizado 28 denuncias acumuladas entre 2024 y lo recién concluido de 2025, lo que equivale a una reducción superior al 95%.
La estadística refleja un panorama alentador, aunque no homogéneo en todas las entidades federativas. Chihuahua, Michoacán y el Estado de México concentran el 61% de los casos registrados en el actual periodo gubernamental. Sin embargo, al considerar la proporción poblacional, otros estados como Colima y Chihuahua lideran el ranking relativo por cada millón de habitantes, seguidos de cerca por Michoacán.
Esta diferencia en magnitudes puede explicarse por factores como la densidad urbana, la presencia de redes criminales locales y la infraestructura financiera existente en ciertas regiones. Por ejemplo, zonas con alta concentración de sucursales bancarias podrían seguir siendo objetivos puntuales, pero suelen estar mejor protegidas, lo que reduce las probabilidades de éxito delictivo.
El robo a bancos fue, durante muchos años, un delito recurrente en ciertas zonas del país, muchas veces asociado con grupos organizados que utilizaban tácticas sofisticadas para desvalijar cajeros, bóvedas o transporte de efectivo. Sin embargo, la combinación de políticas públicas de seguridad, mayor coordinación entre fuerzas federales y estatales, así como avances tecnológicos en vigilancia y protección financiera, han permitido revertir esta dinámica.
No obstante, expertos coinciden en que no se debe bajar la guardia. Aunque el robo tradicional a bancos disminuye, nuevas modalidades delictivas como el ciberrobo o el fraude electrónico están en aumento. Esto exige que las autoridades adapten sus estrategias a las nuevas amenazas sin descuidar los avances logrados en el terreno físico.
En lo que va del siglo XXI, México ha dado un giro significativo en la lucha contra el crimen organizado en el sector financiero. Pero mientras celebramos estos logros, también urge consolidarlos para evitar retrocesos. La tranquilidad en cifras no debe traducirse en complacencia, sino en una renovada determinación por garantizar la seguridad ciudadana en todos sus frentes.
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