Responsabilidad compartida

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Son tres las obras que por sus dimensiones e impacto desafían a cuatro gobernantes.

Con los resultados de la pasada elección se reconfiguró la geografía política de la Ciudad de México, el PRD perdió el control absoluto de la ciudad.

Sin embargo, apenas se acomodan los nuevos colores y sus primeras pruebas están, literalmente, a la vuelta de la esquina.

Son tres obras por sus dimensiones e impacto las que desafían a cuatro gobernantes, su actuación marcará la relación de sus trienios con el GDF y los ciudadanos. Me refiero a la Línea 7 del Metrobús Reforma, el Deprimido Mixcoac y el Corredor Cultural Chapultepec.

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Las obras fueron concebidas y anunciadas antes de la elección. Las resistencias vecinales que se presentan son conocidas. Es innegable que lo que antes se decidió entre perredistas, ahora, es una aventura de proyectos echados a las brazas con delegados de distintas banderas.

Comencemos con el Metrobús Reforma. El gobierno ahora proyecta la Línea 7 con 31 estaciones. Ahora el puesto de Alejandro Fernández lo ocupa el alfil de Morena, Ricardo Monreal, en Cuauhtémoc, y la silla de Romo le pertenece al PAN de Xóchitl Gálvez y será ella quien enfrentará con más fuerza el vendaval de la resistencia vecinal por las implicaciones en su delegación. Será cuestión de tiempo para que los vecinos sepan si Masaryk habría sido una obra distinta con la actual delegada. Es claro que la inconformidad vecinal fue superada por el tándem perredista de Víctor Hugo Romo y el GDF.  Por cierto, es hora que la llamada quinta avenida no queda lista, aunque ya se inauguró.

Otra mecha encendida es el Deprimido Mixcoac. Independiente del intento mediático del gobierno central para justificar la obra, a nivel de calle está la resistencia de los vecinos. Ni las 80 mesas de trabajo, las adecuaciones al proyecto y las decenas de recorridos con urbanistas fueron suficientes para que los trabajos reiniciaran sin conflicto.

La secretaria de Gobierno, Patricia Mercado, pidió a un grupo de vecinos y de diputados de Morena no politizar la obra y advirtió que utilizará la fuerza pública. Los oportunistas políticos están a la vista, pero si el “agua llega a los aparejos” en el doble túnel Mixcoac, límite entre Benito Juárez y Álvaro Obregón, será para el panista Von Roehrich y la perredista Hidalgo momento para elegir entre la integridad física de los vecinos, la obra y la decisión del GDF.

La que se advierte como la madre de todas las batallas por los compromisos adquiridos, la inversión en juego y que por su diseño y viabilidad es calificada por expertos como la obra más polémica del sexenio, es el Corredor Cultural Chapultepec. ¿Evitarán Monreal y Morena chocar con el GDF? El gobierno anuncia instalación de mesas de diálogo vecinal, pero estando la obra ya comprometida habrá que ver para qué le alcanza. ¿Se doblará Monreal o irá del lado de los vecinos pese a los costos que la resistencia tenga?

Todas son pruebas de pronóstico reservado. Pero es un hecho que el futuro de la ciudad no puede dejarse al azar. Las decisiones unilaterales de gobierno no encajan ya en la pluralidad partidista, por lo que le urgen nuevas reglas de convivencia política a nuestra ciudad; los delegados deben dejar de ser el gran fraude de la democracia electoral y pasar de funcionarios de ornato con responsabilidades menores a tomadores de decisión con facultades. Sólo la Reforma Política del DF con énfasis federalista permitirá que delegaciones y el GDF compartan costos y beneficios en la toma de decisiones.


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