Realidades, pese a todo

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Lo que está sufriendo la educación de la niñez y juventud de los estados donde opera la CNTE no puede ignorarse. El sol no se tapa con un dedo. Muchos asuntos de nuestra comunidad requieren composturas. Hacerlo requiere una acción inteligente y juiciosa. Insistir, empero, en emprender una estrategia contra la niñez y juventud cerrando escuelas, bloqueando calles y agrediendo las economías locales con el vociferado propósito de anular la Reforma Educativa en curso es, con todo respeto, una rotunda estupidez que denigra a los líderes que la organizan y a los que se prestan a realizarla. El incalculable daño material y sicológico que se está infligiendo al país hace que la CNTE sea reo del más severo enjuiciamiento.

Los líderes de las secciones sindicales, que se empecinan en su torpe estrategia que incita a vandalismos desenfrenados y violentos escenarios donde entran en juego hasta armas de fuego, parecen no darse cuenta de que es totalmente contraproducente en términos de sus propios objetivos. Uno de los fines centrales de su movimiento es defender a la educación contra la supuesta finalidad de privatizarla, cosa que la CNTE acusa al gobierno de intentar.

La ironía de la estrategia que han escogido es un contrasentido. Las violencias y cierres de escuelas ordenadas por la CNTE incitan a que se multiplique la apertura de planteles educativos privados de todo nivel para escapar del nocivo desorden provocado por la Coordinadora.

Desde que comenzaron los desmanes de los rijosos maestros contra la reforma del sistema educativo, va en aumento el número de instituciones privadas lucrativas de escuela primaria, media y superior. Sólo en 2015 existían 971 centros de enseñanza superior contra 681 públicos.

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Al aumentar el número de los planteles privados, caros, aunque no siempre calificados, aparece el peso de altas colegiaturas que quiebran las finanzas de una familia modesta. El criterio mercantil que rige en la educación privada ofrece el discutible remedio de préstamos que han de pagarse una vez se haya titulado el estudiante.

El problema educativo de México se intensifica con el crecimiento demográfico que nos rebasa. Cientos de miles de estudiantes no alcanzan las plazas escolares gratuitas que ofrecen las escuelas y universidades públicas. En cuanto a la primaria y secundaria, los padres de familia que pueden hacerlo buscan colocar a sus hijos en planteles libres de la plaga de ausentismo de maestros y la obligada asistencia a manifestaciones.

La responsabilidad de la educación es primordialmente del Estado, pero, si de hecho, la tarea ha de recaer cada vez más en los planteles particulares, es indispensable ampliar el sistema de becas para cubrir la demanda insatisfecha.

El proceso que aquí se describe está llevando la educación hacia la elitización que acentúa la preocupante división social de nuestro país. En lugar de mitigar estas realidades, la CNTE reitera ahora su decisión de cerrar las aulas y de lanzar a los maestros a manifestarse bloqueando el acceso de las clases económicas más débiles a las oportunidades educativas a las que tienen derecho.

El sistema mexicano de educación se encuentra en la crisis más severa de su historia. El problema no radica sólo en las deficiencias que ahora afloran, sino también en los efectos de años de la corrupción que los gobiernos metódicamente inyectaron al aparato sindical utilizándolo, al lado de las estructuras corporativas, laborales y agrarias, como uno de los tres grandes pilares político-electorales del PRI.

La tragedia educativa detonada por la acción de la CNTE, una simple suma de secciones rebeldes minoritarias del SNTE, sólo se remediará limpiando todo el sistema sindical de la educación. Será un proceso de muchos años que no podrá encargársele al PRI, menos aún en vísperas de la elección presidencial de 2018.

Lo anterior de ninguna manera justifica que el gobierno siga tolerando, consintiendo, auspiciando y perdonando, como hoy sucede, todas las exigencias
y desmanes de la CNTE.

La reanudación de clases, el próximo lunes 22, podría marcar el principio de la solución de la situación que se ha venido arrastrando. Una acción firme del gobierno para detener el canceroso mal social será reconocida y aplaudida por todos los que creemos en México. De lo contrario se seguirá tapando el sol con un dedo.


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