Realidad y expectativas

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Las crisis a menudo son exacerbadas por los medios, los que cada ocasión la aprovechan para promover sus ventas. A veces se quedan en difundir humo y en levantar preocupaciones, como en el caso de Patricia que de súper huracán quedó solo en lluvias y árboles derribados. Pero en otras lo que difunden se queda corto por falta de un análisis profundo.

En Europa, la crisis de las migrantes levantó sentimientos solidarios en la mayoría de la población, pero vimos también la actitud cerrada de algunos. Mientras en un principio alemanes y austriacos se manifestaron abiertamente por recibirlos, un solo gobierno decidió contenerlos. Migrantes que sólo deseaban llegar a regiones prósperas, se toparon con un gobierno obstinado que selló su frontera.

Grecia, Macedonia (FYROM) y Serbia no se opusieron a la llegada de migrantes, más bien facilitaron su tránsito hacia el norte. Los refugiados se movieron a pie, y en cualquier método a su alcance, hasta llegar a Hungría, la que en un primer momento los dejó pasar pero luego los rechazó e incluso devolvió. Levantó un muro físico en los principales cruces y reforzó con fuerzas policiales su frontera sur.

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Quienes no deseaban volver atrás sólo les quedó transitar por Croacia hacia Eslovenia en su camino a Austria y Alemania. Croacia no les impidió el paso y los motivó a seguir el único camino que les quedaba. Con ello le pasaron el problema al minúsculo Eslovenia (2 millones de habitantes), país que los recibió con los brazos abiertos pero con pocos medios para atenderlos. País integrante del área Schengen, se vio obligado a registrar y a albergar a cada uno de quienes llegaban a sus puertas. Mientras los flujos se mantuvieron en un millar de personas por día todo funcionó, no así al llegar a cifras diarias mayores a diez mil. Hasta el domingo habían solicitado asilo más de 64,000 en Eslovenia, casi la décima parte de quienes quieren llegar a Alemania.

Eslovenia vio sus controles fronterizos y sus albergues rebasados. Tuvo que recurrir a utilizar sus fuerzas armadas, pero a diferencia de México, lo hizo después de que su Parlamento lo autorizara y expidiera leyes para regular su actuación. Por otra parte, solicitó a Austria acelerar la acogida de quienes buscan seguir su camino y logró el apoyo de la Agencia de Protección de Fronteras de la UE, que le envió 400 policías especializados. Como nadie previó que ese pequeño país continental de la UE tendría que cargar con una tensión inesperada en esta crisis, todos se volcaron a ayudarlo.

La crisis migratoria no ha terminado, pero ya se comenzaron a tomar medidas que la aliviarán antes que el invierno la dificulte en extremo: se ha logrado tanto la actuación coordinada europea como la cooperación de países fuera del área como Turquía. En los próximos meses terminará la crisis y deberán sentarse las bases para que no se repita el año próximo.

Con independencia de que la guerra en Siria termine pronto o no, Europa -y el mundo- debe aprender la lección de que sólo la actuación coordinada resuelve los problemas que se llegan a presentar. Caminar aisladamente implica que los países más débiles sufran más y finalmente haya que reforzarlos.


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