¿Qué hacer con 536 mil millones de pesos?

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Por: Alejandro Díaz

A los ciudadanos se le dan opciones equivocadas para votar. Le hacen escoger candidatos por sus supuestas virtudes o por su pertenencia política y nunca ofrecen la disyuntiva de escoger cómo emplear mejor los recursos que recolecta el gobierno. Todos se presentan como salvadores de la Patria y pocas veces tienen clara su función en el puesto por el que compiten. Por ello los ciudadanos generalmente no deciden bien.

La administración pública en México lleva trabajando 200 años y en su haber maneja un presupuesto importante, aunque nunca suficiente para atender las necesidades del país. Este presupuesto este año monta poco más de 6 billones (millones de millones) de pesos que equivalen a la cuarta parte del valor de todos los productos y servicios realizados en México, o sea el 25% del Producto Interno Bruto (o PIB).

Es difícil visualizar esa enorme cantidad de recursos necesarios para fortalecer la salud y la seguridad física de los 126 millones de mexicanos, así como cubrir la educación de 32 millones de niños y adolescentes (incluyendo los 5 millones que no pudieron seguir estudiando por la crisis, además de muchos otros requerimientos. Sólo en estos tres rubros se planeó usar 536 mil millones de pesos, necesarios para mantener los niveles de vida que teníamos en 2018.

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La alternativa que el inquilino de Palacio prefiere es usar una cantidad similar en financiar las pérdidas de PEMEX y de la CFE. Dos Empresas ‘Productivas’ del Estado que cada año pierden cantidades similares a lo que se dedica a los tres rubros más importantes mencionados. Ya van varios años -incluso algunos del gobierno anterior- que estas dos empresas ‘productivas’ en vez de aportar a los ingresos públicos, consumen importantes recursos que necesita México.

Por una fijación ideológica, este inquilino considera que la salvación de México está en el petróleo y en las empresas estatales. Vive aferrado al pasado y prefiere desperdiciar los recursos disponibles. Sería bueno que en la siguiente elección los ciudadanos escojamos dónde aplicar los dineros públicos. Que claramente votemos si se emplean para financiar empresas quebradas sin futuro o para cubrir necesidades de la población.

Esta postura no es en contra de esas empresas por el hecho de ser estatales sino porque no son eficientes. Como están no tienen cabida en el México del futuro. Ambas empresas representan una sangría a las finanzas nacionales y por el momento no se ve una solución si no se acepta la colaboración eficiente de empresas privadas.

El resto del panorama del México de hoy no es alentador. Las políticas gubernamentales inhiben la inversión privada al tiempo qué hay pocas inversiones públicas que sean viables. El aeropuerto inoperable de Santa Lucía, la inútil refinería de Dos Bocas y el cuestionado Tren Maya no lo son. No se emprenden obras que pudieran fomentar el empleo, sino que se cava más hondo para crear más pérdidas. No se construyen hospitales, escuelas, carreteras, caminos ni obras de irrigación.

Por otro lado se reducen partidas aprobadas para medicinas y equipos de protección para el personal médico; hay caos en la procuración de todo tipo de medicamentos. La pandemia ni se ha combatido bien ni menos se ha domado, ya ha causado 200 mil muertes y falta ver cuántas más, muchas causadas por la inacción gubernamental.

En la elección del 6 de junio México tiene que escoger entre el futuro o en regresar a 1938.

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