La desigualdad salarial entre un hombre y una mujer sigue siendo una deuda en gran parte del mundo y lamentablemente, México no es la excepción.
Apenas hace un par de días se hizo pública la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, levantada por el Inegi. En ella se muestra que las mujeres perciben un ingreso monetario promedio menor en un 34% respecto a los hombres, es decir, por cada 100 pesos que recibe un hombre, una mujer recibe únicamente 66.
Esta disparidad se debe a que, durante 2024, el ingreso promedio mensual de las mujeres fue de 7,905 pesos, mientras que el de los hombres fue de 12,016 pesos, es decir, las mujeres perciben, en promedio, 4,111 pesos menos.
¿A qué se debe este fenómeno? Causas hay muchas, pero son dos las más distinguibles. La primera es la distribución desigual en el trabajo no remunerado, ya que las mujeres destinan, en promedio, 43 horas semanales al trabajo del hogar, así como al cuidado de menores de edad y de adultos mayores, mientras que los hombres solo 17 horas. La segunda causa es que, en muchos casos, ser madre en México acarrea una sanción consistente en menores sueldos y en ser discriminadas para acceder a cargos directivos por la creencia -errónea- de que descuidarán sus obligaciones laborales para cuidar a sus hijos.
Por lo anterior, se hace urgente redoblar esfuerzos desde el ámbito público, pero también desde el privado.
En lo público, es necesario hacer realidad el tan anhelado Sistema Nacional de Cuidados (hay diversas iniciativas en el Congreso, una de ellas de su servidora) que servirá para que las mujeres que se dedican a cuidar a un familiar, puedan desarrollarse de forma económica y laboralmente autónoma. Se busca que existan guarderías, escuelas de tiempo completo, centros de atención para adultos mayores y de personas con discapacidad, unidos en un sistema nacional que permita a las personas poder desarrollarse sabiendo que sus familiares están siendo cuidados y atendidos.
Desde el ámbito privado es necesario consolidar acciones que permitan contar con flexibilidad laboral para las mujeres y hombres que son padres y trabajan, así como hacer políticas de ingreso y ascenso laboral inclusivas que permitan valorar por igual el talento femenino que el masculino.
Aunado a la brecha salarial por género, existe la discriminación laboral hacia las mujeres, lo que genera que una mujer gane menos por igual trabajo, es decir, es común que en un centro de trabajo una mujer con tareas y responsabilidades equivalentes a los de un hombre, perciba una menor remuneración, por lo que es necesario que exista transparencia en los sueldos y responsabilidades de los puestos, igualdad en las condiciones laborales y de preferencia una plantilla paritaria.
Aprovechar la fuerza e inteligencia de las mujeres servirá para aumentar el producto interno bruto del país y generar un crecimiento económico sostenible, ya que hay que recordar que las mujeres somos más de la mitad de la población y en consecuencia deberíamos de contar con mayor participación en la economía y mejores condiciones para desarrollar nuestro trabajo.
Eliminar la brecha salarial es un reto más para este país y para los mexicanos, ni un paso atrás en esta lucha que beneficiará a todos, tanto a mujeres como a hombres.
@kenialopezr
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