‘Pinches indios piojosos’; se desmorona el engaño

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De manera inevitable —y gracias a la tecnología digital— se desmorona la farsa que manos interesadas inventaron en torno a la tragedia de Los 43 de Iguala.

Y es que gracias al hartazgo de repetir cientos de veces una mentira, el abogado de los padres, Vidulfo Rosales, terminó por reconocer —en un par de entrevistas— que en realidad los estudiantes fueron asesinados por matarifes al servicio del cártel Guerreros Unidos.

Por otro lado, y gracias a un audio —salido de manos interesadas—, se confirmó que detrás del activismo de los padres de los normalistas se mueve nada menos que la mano del grupo criminal Guerreros Unidos, cuyo brazo de terror y corrupción habría lanzado el anzuelo de pagar a familias de los normalistas la cantidad de 200 mil pesos por cada estudiante.

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Y también gracias a un segundo pinchazo telefónico, en redes sociales apareció el fragmento de otra conversación entre Vidulfo Rosales y su esposa, en donde queda claro no solo el trasfondo político y económico del tema, sino el montaje construido a partir del supuesto «crimen de Estado en el caso de Los 43.

Y es que, en el audio en cuestión, no solo se exhibe la discriminación del abogado hacia los padres —a los que llama «pinches indios piojosos»—, sino el agotamiento de representar una farsa que llevó al límite al propio Rosales. ¿Y por qué al límite?

Porque en el audio —en el que por razón natural no mide consecuencias— Vidulfo Rosales desnuda no solo la tramoya montada en torno a Los 43, sino que confirma la perversa manipulación hacia los padres; manoseo que busca fines políticos, económicos y electorales. Siempre estuvo claro que, detrás del cuento engañabobos del «crimen de Estado», existían fines políticos y económicos. Pero prevalece una duda: ¿existen fines electorales?

Está claro que quienes tripulan el cuento del «crimen de Estado» hacen todo por empujar el escándalo y la manipulación hasta las elecciones de junio próximo, para con ello catapultar «la papa caliente» hasta el proceso de 2018.

Sin embargo —como dijimos en otro momento en este espacio—, el gobierno federal cambió de estrategia, tomó la iniciativa en el caso de Los 43 y, ayer mismo, ratificó que derrumbó otro de los muros que sostenían viva la patraña del «crimen de Estado». ¿Y cuál fue ese muro?

Todos lo conocen. La permanencia en México del GIEI. Y es que contra las poderosas fuerzas que sostenían en México al grupo de dizque expertos —grupo que actuó por consigna no para aclarar el caso, sino para sacar raja política y económica—, el gobierno de México canceló en forma definitiva la participación del grupo de la CIDH y, en los hechos, los echó del caso.

En resumen, resulta que luego de la cadena de sucesos que marcaron el cambio de paradigma en el montaje de Los 43, queda claro que detrás de los padres de los normalistas está viva la agenda del grupo criminal Guerreros Unidos; queda claro que a pocos importa esclarecer el crimen y que muchos de los involucrados solo buscan beneficios políticos, económicos y electorales. Pero, sobre todo, queda claro que no pueden engañar a todos todo el tiempo.

Se desmorona la patraña del «crimen de Estado», como también se desmoronó el cuento de los miles de muertos en el gobierno de Calderón; como se desmoronaron las mentiras de la masacre en Tlatlaya y de la misma forma en que cayeron cuentos como el fraude electoral en 2006 y 2012. Pronto caerá el mito de los independientes.

Al tiempo.


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