A los problemas domésticos que vive Chihuahua se agrega en estos días la nueva amenaza fascista de Donald Trump. En su diarrea verbal de expresiones racistas y propuestas discriminatorias hacia los migrantes y lo mexicano, ha enarbolado erigir – en caso de que reemplace a Barack Obama en la Casa Blanca -, un gran muro en la frontera y dice que será con cargo a México. Nuestra entidad norteña es la que comparte con los Estados Unidos la mayor extensión fronteriza por parte de México; y el cruce internacional Juárez-El Paso, es uno de los de mayor tránsito de personas y mercancías en el mundo. La frontera, más que límite entre dos mundos, entre dos culturas, entre dos tradiciones, se ha transformado en una comunidad que convive y ha ido construyendo, por la interdependencia, una buena vecindad basada en cierta solidaridad.
Los países del mundo interdependen de hecho, para bien o para mal, para la supervivencia o la muerte, para el progreso, el estancamiento o el retraso. Este hecho de la interdependencia solidaria, basado en la naturaleza de la vida humana, personal y social, fundamenta la grave obligación moral y jurídica de ser internacionalmente solidarios, para el bien, la supervivencia y el progreso. A pesar de las cargas históricas que nos impusieron nuestros antepasados y el deber casi patriótico de distinguirnos y separarnos los mexicanos y los norteamericanos, lo cierto es que por el transcurrir del tiempo, entre Chihuahua y Texas se ha trazado una ruta de colaboración más allá del intercambio comercial y la colaboración en seguridad. No ha sido fácil, entre atavismos nacionalistas y conservadurismos ruinosos, la frontera apenas rasca el cielo de la solidaridad.
Donald Trump ofrece desandar ese camino, romper con los valores esenciales de la solidaridad internacional; lo hace además con el lenguaje más desdeñoso hacia lo mexicano, el más provocador de los sentimientos racistas en la Nación norteamericana. ¿Irrita en la misma proporción el sentimiento hispano de la solidaridad y el sentimiento mexicanista de la convivencia?.
Texas, con el 38% de población hispana, es uno de los 14 estados de la unión americana que ayer fue a las urnas en el llamado “supermartes”, día clave en las elecciones primarias pues permite una medición más cabal de la intención de voto de cada candidato a nivel nacional. Será muy importante analizar la relación que tiene el voto favorable a Ted Cruz y no a Trump como respuesta a las provocaciones, no sólo por la reacción de los “chicanos”, sino por el sentido del voto general.
El resultado del día de ayer, desfavorable a Trump le produce un gran revés, ideal hubiera sido que sobreviniera una paliza; que el nuevo Mussolini recibiera la lección más contundente que la democracia norteamericana haya propinado a uno de los proyectos que con más cinismo ha intentado ponerla en jaque; no obstante, con el resultado se abrió una gran ventana de oportunidad para poner en su lugar al magnate inmobiliario, y como en ninguna cita, Texas ha resultado fundamental.
Los Texanos tienen ejemplos dignos de tomar en cuenta de lo que ha sido la contraofensiva al racismo. Univisión, la principal cadena de TV en español de Estados Unidos, rescindió el contrato que tenía con Trump para la emisión de los concursos Miss Universo y Miss USA, en protesta por la postura del empresario. Lo mismo ocurrió con la NBC quien rompió todos sus vínculos profesionales con él. Macy’s la tienda departamental también puso fin a su relación comercial, de modo que ha informado que de manera gradual eliminará la línea de ropa para hombre de la marca Trump. El mismo Carlos Slim ha anunciado la cancelación de proyectos con el magnate.
En una editorial del año pasado The Washington Post calificó de “demagógico” el discurso tanto de Trump como de los otros aspirantes republicanos y señaló que esta visión desconoce claramente la realidad demográfica del país pues de 2008 a la fecha ha habido una disminución sustancial de inmigrantes ilegales.
La semana pasada The Washington Post volvió a la carga al señalar que es momento de que detengan a Trump pues se trata de un líder sin propuestas creíbles: “Quiere que Estados Unidos cometa crímenes de guerra, incluyendo torturas a los familiares inocentes de terroristas sospechosos. Admira al dictador ruso Vladimir Putin y no ve ninguna diferencia entre las víctimas de Putin y las personas que murieron en defensa de Estados Unidos. Podría deportar a 11 millones de personas, un movimiento forzado en una escala que no se ha intentado desde Stalin o desde Pol Pot”.
A Trump no le interesa parecer políticamente correcto, es incluso misógino, en su campaña ha calificado como “cerdas gordas”, “perras” y “animales desagradables” a las mujeres que lo critican o le desagradan, también ha llamado a detener la entrada de musulmanes en Estados Unidos de forma total y completa.
A pesar de la seria amenaza que representa, no ha habido por parte del gobierno mexicano un pronunciamiento contundente hacia el aspirante republicano.
Desde Chihuahua celebramos que los Texanos, sobre todo a la comunidad hispana, le hayan dado a Trump intranquilidad electoral. Pese a que arrasó en otros Estados, le ha llegado una manifestación de la animadversión que genera en ese estado sureño.
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