Momento histórico

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Para beneficio de los periodistas internacionales que cubrirán la toma de protesta de “El Bronco” como primer Gobernador independiente, hago un repaso histórico al vuelo.

Hace 30 años, el 20 de septiembre de 1985, estábamos presentando la iniciativa de la Ley Electoral Democrática al Congreso del Estado de NL. En ella, 26 ciudadanos en una especie de Congreso paralelo, proponíamos la adopción de las candidaturas independientes, entre muchas otras reformas antifraude.

En otro canal, los historiadores han afirmado que la democracia mexicana cobró fuerza tras el gran temblor en la Ciudad de México del día 19, un día antes. Como las leyes no se hacen solas, yo difiero. Fueron propuestas nuestras las que fueron a dar al Cofipe cinco años después. Mejor tarde que nunca.

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Hace 30 años, el PRI dominaba la política totalmente. Fabricaba resultados a su antojo, como lo demostró en la elección presidencial del ’88. Desde tiempo antes, los partidos recibían diputaciones regaladas por los priístas, actuando como propietarios del País.

Hace 30 años ningún partido de oposición al PRI tenía acceso a la televisión. Tampoco tenían acceso a los programas de radio. Burlamos la mordaza contratando Satélites en EU. Por presión de nuestros vecinos, Carlos Salinas metió a TV Azteca a competir con Televisa.

Salinas también prometió una reforma política de fondo. Ello como parte del pacto con el PAN para “legitimarse en el ejercicio del poder”. Pero nos entregó, gracias a Carlos Castillo, “El Jefe” Diego y Luis Álvarez, una reforma electoral “raquítica y sietemesina” (palabras de un diputado panista).

Urnas transparentes con ranuras antitacos, actas legibles y cartulinas con resultados preliminares, vinieron de la propuesta de Nuevo León del ‘85. En cambio, las candidaturas independientes fueron aniquiladas en vez de fortalecidas. Esta violación al Pacto de San José siguió vigente hasta 2014.

La dosificación democrática casi acaba con el País. No crecemos y si la democracia no es tema es porque la inseguridad ahoga toda queja. Los esporádicos triunfos electorales de la Oposición han resultado generalmente, un fiasco.

Cambiamos el sistema hegemónico del PRI por un sistema de partidos corrompidos por las disputas, por manejar subsidios millonarios que estableció el Cofipe. Obtuvimos un Gobierno mucho más caro y nada eficaz.

La estructura operativa del IFE siguió en manos del PRI. Con todo y la muerte de Colosio, el PRI tardó hasta 1997 para perder la mayoría de los diputados, y hasta 2000 lo pudimos sacar de Los Pinos.

Vicente Fox nunca aceptó desbandar al PRI. Como Felipe Calderón lo requirió para ganar él, a Enrique Peña Nieto le pagó el favor. El Pacto por México aprueba reformas polémicas pero, muy tarde: el País ya está colapsado.

Ante un panorama desolador, un rebelde expriísta en caballo negro aprovecha la rendija independiente en Nuevo León para derrotar al PRI y al PAN juntos. Nuevo León les dice: ni los queremos ni los necesitamos.

Hoy el ingeniero Jaime Rodríguez lidera un gran movimiento nacional para que todo México encuentre otra mejor forma de elegir y gobernar. Las apoteósicas recepciones que recibe en otros estados le hablan claro al vaquero: que continúe desparasitando el País.

La moraleja que don Bronco debe tomar como gran lección, es que “el sistema político mexicano” no entiende sino a guamazos del tamaño de la derrota del 7 de junio pasado. Nada que no tenga esa dimensión tiene capacidad real para cambiar a un país que ha estado varado los últimos 30 años.

Nuevo León puede resurgir de las cenizas medinistas. Tiene “people power” de sobra. El millón de votos fue tan solo el enganche. Nos falta dar el resto. ¡Arre, Broncos, arre!


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