Marcelo pagará con cárcel

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El cadalso de Marcelo no está en el gobierno de Mancera, sino en el gobierno federal. La PGR tiene listo el proceso para exigir cuentas por el dinero federal empleado en la L-12

En los últimos días —y horas—, un desesperado Marcelo Ebrard ha recurrido a un clásico acuñado por Andrés Manuel López Obrador. Nos referimos al simpático y hasta tierno argumento de que el ex jefe de Gobierno es inocente del cochinero de la L-12 del Metro.

Según dijo Marcelo —en entrevistas a modo y en tertulias con cuates—, “si existe alguna culpa, es confiar en los técnicos y especialistas mexicanos”. Es decir, que según Marcelo, la culpa por el cochinero de la L-12 no es de él, sino de quienes hicieron mal su trabajo y quienes traicionaron su confianza.

Pero hay más. Si dudan que Marcelo recurrió a la victimización propia de AMLO, basta recordar que además de la “ternurita” anterior, “el carnal” se aventó la puntada de acusar al gobierno de Enrique Peña y al de Miguel Mancera, de iniciar una supuesta guerra sucia en su contra “para impedir que llegue a 2018” como candidato presidencial.

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Y tampoco ahí termina el circo. Como parte de la estrategia diseñada para convertirse en mártir y casi perseguido político —víctima de la horrible democracia mexicana—, Marcelo Ebrard grita colérico que está listo para ser llamado a comparecer ante los diputados de la Comisión que investiga el cochinero de la Línea Dorada. Y claro, nadie le hace caso.

Y, en el extremo —para ser visto como cordero y no como el lobo que es—, Marcelo se metió sin invitación a la reunión donde dicha comisión de diputados dio a conocer el resultado de la indagatoria sobre las transas de la L-12, en donde Marcelo protagonizó un penoso espectáculo de circo al pretender intervenir como juez y parte. Es decir, se tiró al piso para ser victimizado por el pueblo bueno.

Sin embargo, lo que Marcelo Ebrard se niega a ver es que son historia vieja los tiempos de impunidad que lo acompañaron por décadas cuando fue el “niño maravilla” del salinismo, el hijo predilecto del “lopezobradorismo” y el hombre del futuro de Los Chuchos. Durante los últimos 20 años Marcelo pasó de ser verdugo del naciente PRD con el salinismo, a hombre fuerte de AMLO y promesa de Los Chuchos. El periplo le garantizó impunidad en escándalos como el asesinato de perredistas, el linchamiento en Tláhuac, el crimen colectivo del News Divine y las raterías de la L-12 del Metro.

Marcelo tampoco quiere ver que el verdadero enemigo en su camino a Los Pinos no es otro que Andrés Manuel López Obrador, quien lo engañó en 2012 y lo traicionará en 2018. En realidad el único ganador de que la justicia federal llame a cuentas a Ebrard por el desfalco y las raterías de la L-12 se llama Andrés y se apellida López Obrador. Y si la Línea Dorada atropella a Marcelo, los ganadores no serán Enrique Peña Nieto y Miguel Mancera.

Y es que Marcelo tampoco quiere ver que parte de su error político fue minimizar el financiamiento federal en la construcción del Metro, y luego negar que sin esos recursos la obra hubiese sido imposible. Y hoy, cuando apareció el cochinero, el cadalso de Marcelo no está en el gobierno de Miguel Mancera, sino en el gobierno federal. La PGR tiene listo el proceso para exigir cuentas por los miles de millones de pesos del dinero federal empleado en la L-12. Y si existe justicia en México, los cargos llevarán a prisión a Marcelo.

Pero acaso el mayor escándalo, es que cuando Marcelo acusa de traición a Mancera, en realidad confirma que lo empujó al cargo en espera de complicidad e impunidad. Y Mancera se negó a la complicidad y rechazó la complicidad. Por eso la desesperación de Marcelo. Al tiempo.


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