Los tiempos de la política

0
502

En muchas ocasiones hemos escuchado o leído acerca de los llamados tiempos de la política. Algunos de los actores del sistema político, cuando se les cuestiona acerca de cuándo se podrá hacer algo –aprobar una iniciativa, terminar el diálogo, una negociación– responden que aún no es tiempo o habrá que esperar a que llegue el momento, lo que nos lleva a pensar que el reloj en este ámbito se rige por otro tipo de leyes.

Reloj especial

El tiempo en la política parece que se rige por otro tipo de reglas. Si bien la mayor parte de los planes o programas en este tipo de actividades se miden por lapsos de tres años, por la duración del cargo de diputados o presidentes municipales, el mayor concepto que la clase política maneja es el que tiene que ver con el sexenio, pues son seis años los que dura en su encargo el Presidente de la República, así como los gobernadores y senadores, por lo que es común que la mayor parte de la planeación, si se hace, sea con esta base.

         Es así que si hay alguna necesidad de la población, su satisfacción pasará inevitablemente por estos tiempos que rigen la política, de ahí que una banqueta no pueda ser construida por sucesivas administraciones precisamente por este detalle.

-Publicidad-

         En una administración municipal –igual que en las dirigencias partidistas–, tres años pueden ser pocos para alcanzar algún logro. El primer año es de aprendizaje, aspecto que cobra relevancia si tomamos en cuenta la costumbre de muchos políticos de correr al personal que se encontraba en los puestos al momento de su llegada, lo que no permite contar con empleados con experiencia o conocimientos de la función a desempeñar, lo que origina que la famosa curva de aprendizaje pueda tardar 12 meses o más en ocasiones.

         Además, ese primer año también se utiliza para revisar los pendientes que deja la administración anterior –como las deudas o contratos sin finiquitar– lo que hace que la posibilidad de emprender nuevos proyectos o satisfacer las demandas ciudadanas sea algo que tarde.

         Luego viene el segundo año, en el cual comienza el proyecto que tiene en mente el titular del cargo, lo cual no necesariamente concuerda con lo que la ciudadanía requiere. Aquí los tiempos se aceleran, pues es necesario empezar a rendir frutos, lo que provoca que se trate de presentar resultados y sin son llamativos pues que mejor.

         Lo poco que pueda hacerse en este año, será lo que puedan agradecer los electores, pues se trata de lo que se podrá presumir.

         El tercer año es de acomodos, pues la costumbre de convertirse en “chapulines” hace que los proyectos se queden a medias, inconclusos o se traten de cerrar con cualquier resultado, pues lo importante es la siguiente campaña.

         Algo similar se puede decir de diputados locales o federales, pues se conducen de acuerdo a este tipo de calendarios.

         En el caso de gobernadores o del Presidente de la República, si bien tienen un margen más amplio de acción al no estar acotados por un trienio, también tienen que enfrentar una curva de aprendizaje, atender los pendientes de la administración anterior y dar resultados a partir del segundo año, teniendo como punto de referencia los informes de gobierno, pues esa fecha sirve para marcar la manera y el momento en que se alcancen resultados.

         En estos dos últimos casos, el último año es un periodo en el que se hace poco, en parte por el resultado de las elecciones y, por otra, por la presencia del sustituto, quien empieza a mover sus piezas para ocupar el cargo.

         Es así que muchos son los temas que se eternizan debido al manejo de los tiempos por parte de la clase política nacional, en donde las prioridades son otras, distintas a las que interesan a los ciudadanos. Como ejemplos, podemos aún presenciar manifestaciones del EZLN demandando lo mismo que en 1994, o con la CNTE que desde hace 30 años mantien las mismas exigencias, lo que puede repetirse en una multitud de escenarios y temas.

         En tanto este tipo de manejo del tiempo no cambie, seguiremos asistiendo a diálogos interminables, negociaciones que se proyectan al infinito o medidas que tardan una eternidad en aplicarse.

         No cabe duda que los tiempos de los políticos no son los mismos que los del resto de los mortales.

Del tintero

Felipe Calderón se unió, en calidad de miembro independiente, al consejo de administración de una filial de Iberdrola. No es la primera vez que un expresidente de México ocupa un cargo similar, pues hay que recordar a Ernesto Zedillo. Lo que sí llama la atención es la opinión del PAN que en su momento criticó a Zedillo por acciones como las que ahora lleva a cabo Calderón. Además, habrá que ver si ese puesto le permite al expresidente mantenerse activo apoyando campañas de su partido o si se va a ocupar más en atender su nuevo encargo.

         ¿Se podrá hablar de un conflicto de intereses? Sería raro, pues para estar a tono con el tema de esta columna, puede que sean tiempos pasados y ya no importen ahora, cuando lo que se juega es lo que viene en el futuro. Eso sí, si llega a ser candidata presidencial su esposa, veríamos otra conducta del exmandatario. Por cierto, ¿y la pensión, apá?

 

@AReyesVigueras


There is no ads to display, Please add some

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí