Liberal o humanista, el debate interno

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Escondido por plazos electorales o divisiones internas provocadas por los intentos de los grupos por quedarse con el control del partido, dentro del PAN se da un debate para tratar de afianzar o modificar su orientación ideológica entre dos bandos: quienes buscan que se continúe con la tendencia humanista establecida desde 1939, año de la fundación del Partido, y quienes pretender que Acción Nacional se defina por la senda liberal.

 Debate al interior

No es la primera vez que abordamos este asunto. Desde 2010 se viene debatiendo en las filas azules la necesidad de profundizar en el camino trazado por fundadores como Efraín González Luna o Rafael Preciado Hernández en lo que se denominó desde 1939 como humanismo político, cuyas raíces están en la doctrina social de la Iglesia Católica.

Quienes impulsaron esta vía, lo hacían sabiendo que la etiqueta confesional que recibiría el partido los haría perder apoyos en las urnas pero sabían que si insistían en este camino, el triunfo llegaría más tarde que temprano, por eso el blanquiazul hizo suya la frase “brega de eternidad”, como una manera de describir la tarea que tenían por delante.

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Entre las características que le otorgó esta definición al PAN, encontramos el argumento que se trataba de una doctrina más que una ideología, como planteó en su momento Carlos Castillo Peraza, pues señaló que una doctrina se enseña y el Partido era una escuela de ciudadanía, en contra del concepto de ideología que es algo que se impone a una colectividad según sus palabras.

Asimismo, banderas como la defensa de la vida, la necesidad de incorporar la ética a la política y otros temas relacionados ayudaron a generar una identidad propia a Acción Nacional durante sus primeras décadas de vida.

No obstante, al comenzar a cosechar los frutos de su lucha en el plano político-electoral, algunos de estos temas se fueron olvidando y el azul comenzó a presentar los mismos vicios que sus rivales políticos, vicios que había criticado y que eran parte de las batallas que le reconocía la ciudadanía.

El cambio generacional propio de un instituto político con más de 70 años de existencia trajo consigo otro fenómeno: la discusión sobre cuál debería ser su papel en el concierto ideológico del país, en momentos en que las definiciones en este ámbito comenzaban a borrarse ante el surgimiento de nuevas manifestaciones y distintas fuerzas que se sumaban al escenario político.

Además, la llegada de nuevos militantes –incluso provenientes de otros partidos– reforzó la intención de discutir intramuros este tipo de cuestiones. El pragmatismo de algunos de ellos hizo evidente la necesidad de adaptar al Partido a una nueva realidad, en la que los votos duros eran reemplazadas por campañas con tintes mercadológicos para atraer al elector, por lo que era necesario discutir un nuevo apellido que acompañara a las siglas surgidas en 1939.

Esto ha generado, por ejemplo, que se intentara en la XVII Asamblea Nacional Extraordinaria de 2103 presentar una propuesta para cambiar el distintivo electoral del PAN por un nuevo diseño, intención que no prosperó pero que mostraba las evidencias de un debate que reclamaba más espacios y atención.

En 2011, en las páginas de la revista Bien Común –dirigida en ese entonces por quien esto escribe– dimos cabida a varios textos en los que se avivaba este intercambio de ideas. Los autores de los artículos reflejaron dicha situación: Germán Martínez Cázares, expresidente del PAN, argumentó que “el PAN no puede seguir posponiendo su definición y orden conceptual. Tampoco su apuesta por la libertad. No puede fingir”; Roberto Gil Zuarth, actualmente senador, apuntó que “el partido ha renunciado a reconocerse como una opción liberal y, por tanto, ha dejado de convocar a la mayoría social que apostó por la transición democrática”; del lado humanista, Aminadab Pérez Franco, director de la fundación panista Estrada Iturbide, replicó a Martínez Cázares al señalar: “el PAN es un partido humanista, ni liberal ni conservador y menos socialdemócrata. Eso lo han enseñado todos los pensadores e ideólogos panistas en todas las épocas; el que el PAN tenga un pensamiento moderno y de avanzada, desligado de ataduras conservadoras o de criterios de fe politizada no significa que Acción Nacional deje de ser lo que es para convertirse en una expresión política liberal más”.

Coincidiendo con Pérez Franco, el actual secretario de comunicación del CEN, Fernando Rodríguez Doval –en un artículo en coautoría con el exdiputado Alejandro Landero– apuntó que “el PAN se fundó uniendo valiosos principios liberales con la profundidad del pensamiento socialcristiano más avanzado de su tiempo”, concluyendo que “ciertamente el PAN tiene retos que resolver sobre su identidad. Pero esto no se produce porque tenga miedo a la libertad, sino porque hay muchos panistas que tienen complejos a la hora de reconocerse como opción humanista”.

Lamentablemente, las expresiones plasmadas en este espacio fueron de los pocos intentos para llevar a la plaza pública este tipo de debates, pues quienes ahora controlan al PAN han decidido darle la prioridad a lo electoral, dejando de lado una discusión que serviría al Partido y a los ciudadanos. Pero se trata de una polémica que no ha terminado y que en la ruta hacia el 2018 pudiera resurgir con fuerza, si es que los propios panistas lo permiten.


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