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León XIV, un nuevo Papa que genera esperanza, pero arrastra cuestionamientos por encubrimiento

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León XIV: ¿Reforma o Encubrimiento?
 
El 8 de mayo de 2025, el cardenal Robert Francis Prevost, nacido en Chicago en 1955, asumió el papado como León XIV, convirtiéndose en el primer pontífice estadounidense y peruano, y el segundo americano tras Francisco. Su elección, tras un cónclave de 133 cardenales, marca un momento crucial para la Iglesia Católica, que enfrenta desafíos como la secularización, la polarización interna y la pérdida de fieles en regiones clave como Europa y Estados Unidos. Este informe analiza el perfil de León XIV, destacando su continuidad con el legado reformista de Francisco, las acusaciones de encubrimiento de abusos sexuales que lo persiguen y el contexto de reducción de creyentes que condiciona su pontificado.
 
León XIV, de 69 años, encarna una figura de puente entre continentes y generaciones. Su trayectoria refleja una mezcla de experiencia pastoral y administrativa. Ordenado sacerdote agustino en 1982, pasó cuatro décadas en Perú, donde se naturalizó ciudadano y sirvió como obispo de Chiclayo hasta 2023. Su cercanía con América Latina, su dominio del español y su trabajo misionero entre comunidades marginadas lo alinean con el enfoque de Francisco, quien lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos y cardenal en 2023. En su primer discurso, León XIV agradeció explícitamente a Francisco, prometiendo una Iglesia “dialogante y misionera” que camine “con los más pobres”. Su elección del nombre León, evocando a León XIII y su encíclica Rerum Novarum sobre justicia social, señala una intención de continuar las reformas sociales y ecológicas de su predecesor, como la defensa de los migrantes y la lucha contra el cambio climático.
 
El legado de Francisco, centrado en la inclusión, la descentralización del poder vaticano y la atención a los desfavorecidos, encuentra eco en Prevost. Su experiencia en Perú, apoyando a inmigrantes venezolanos y visitando comunidades remotas, refuerza esta continuidad. Además, su formación en matemáticas y derecho canónico, junto con su rol en la selección de obispos, lo posiciona como un gestor capaz de abordar las tensiones entre sectores conservadores y reformistas. En un mundo donde el catolicismo crece en África y Asia, pero decae en Occidente, León XIV enfrenta el reto de revitalizar la fe en sociedades secularizadas mientras apoya a comunidades cristianas minoritarias en el Sur Global. Su perfil dialogante y su rechazo a los extremos ideológicos sugieren un enfoque pragmático para coser las heridas de una Iglesia polarizada.
 
Sin embargo, la sombra de las acusaciones por encubrimiento de abusos sexuales amenaza con empañar su pontificado. En 2000, como prior provincial de los agustinos en el Medio Oeste de Estados Unidos, Prevost permitió que el sacerdote James Ray, suspendido por acusaciones de abuso sexual, residiera en un convento cerca de una escuela católica en Chicago. Aunque no era agustino y Prevost niega responsabilidad directa, la decisión ha sido criticada como un error de juicio. Más grave aún es el caso de 2022 en Chiclayo, donde tres menores acusaron a dos sacerdotes de abuso. Prevost abrió una investigación canónica y remitió el caso a Roma, pero una organización local lo acusó de encubrimiento, alegando un supuesto pago de 150.000 dólares para silenciar a las víctimas en 2025. La diócesis de Chiclayo negó categóricamente estas acusaciones, y la Congregación para la Doctrina de la Fe determinó que carecían de mérito. No obstante, estas controversias, amplificadas por sectores conservadores opuestos a su cercanía con Francisco, plantean un desafío a su credibilidad en un tema donde la Iglesia ha perdido confianza.
 
El contexto global agrava estas tensiones. En Europa y Estados Unidos, la secularización y los escándalos de abusos han acelerado la pérdida de fieles, con un descenso del 20% en la práctica religiosa en la última década en algunos países occidentales. Mientras tanto, el crecimiento del catolicismo en África y Asia exige un liderazgo que equilibre las dinámicas globales. León XIV hereda los avances de Francisco, como la eliminación del secreto pontificio en casos de abuso y la creación de oficinas para víctimas, pero las críticas persisten por la falta de obligatoriedad de denuncias ante tribunales civiles y la desigualdad en las reparaciones. Su capacidad para implementar una “batalla sin cuartel” contra la pederastia, como prometió Francisco, será crucial para restaurar la autoridad moral de la Iglesia.
 
En conclusión, León XIV representa una apuesta por la continuidad del legado reformista de Francisco, con un enfoque pastoral y una visión global que busca unir a una Iglesia fracturada. Sin embargo, las acusaciones de encubrimiento, aunque no probadas, lo obligan a demostrar transparencia y firmeza en un tema que define la credibilidad católica. En un mundo donde los creyentes disminuyen en Occidente, su liderazgo será juzgado por su capacidad de tender puentes y sanar heridas, tanto internas como externas.

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