Hay veces en las que pienso que no es posible que el partido Morena en la Ciudad de México alcance nuevos niveles de mediocridad, empezando por la jefa de Gobierno, cuando entonces me vuelven a sorprender.
Esta vez su grado de mediocridad en el Congreso logró un nuevo hito, superando con creces a sus antecesores, convirtiéndose en la mayoría más inepta en la historia de la CDMX.
Su actuar tiene un único objetivo: entorpecer la función del Congreso de fiscalización al gobierno, para la rendición de cuentas del mismo. Como institución contribuimos a la opacidad, y para muestra basta ver cómo hemos postergado el cumplimiento del mandato constitucional de comparecencias del gabinete como parte de la glosa del Informe de Gobierno.
Durante el segundo año de la Legislatura que nos antecedió, el pleno del Congreso tardó sólo 10 días en aprobar el acuerdo para el ciclo de comparecencias de los y las titulares de las secretarías de Gobierno; en contraste, la actual legislatura está por cumplir dos meses sin poder llegar a este acuerdo.
El Grupo Parlamentario de Morena (y su mayoría en la Junta de Coordinación Política) ha entorpecido todos los esfuerzos por acordar el calendario. Es más, ni siquiera hemos podido acordar la pregunta parlamentaria para la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, como parte de su Informe de Gobierno.
El grado de mediocridad no se limita sólo a las comparecencias o a la más que tardía instalación de las comisiones, también es palpable en el trabajo legislativo. Por ejemplo, podríamos recuperar algunos de los dictámenes que dejamos pendientes por discutir en la Legislatura pasada, para eso no se necesitaban comisiones, porque habrían pasado directo al pleno, pero la pequeñez de los y las diputadas de Morena fue mayor.
En la democracia, los pasos se dan hacia adelante; en el México de Morena, los pasos son hacia atrás. Han secuestrado al Congreso, el cual es víctima de sus caprichos y le estamos fallando a la ciudadanía que nos confió su voto para representar sus intereses.
Sin embargo, éste es un llamado de atención también a la oposición. El PRI y el PRD votaron en alineación con Morena para evitar que se acordara la comparecencia de los funcionarios de Claudia Sheinbaum. No cumplieron su función y se sometieron al partido en el poder, contribuyendo a la mediocridad.
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