Las “nuevas” zonas económicas especiales

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No sólo sirven para propiciar el desarrollo de zonas atrasadas del país, sino para que éste sea equilibrado y moderno en amplias regiones.

En noviembre de 2014, el Presidente de la República anunció que propondría al Congreso la creación de tres “zonas económicas especiales” para impulsar el desarrollo socioeconómico de ciertas regiones, particularmente aquellas atrasadas del país. Las tres zonas del caso serán el Istmo de Tehuantepec, Puerto Chiapas y el área de Lázaro Cárdenas, Michoacán. También se desarrollarán en dichas áreas actividades agroindustriales.

Desde las promociones que en los años sesenta se echaron a andar con el Programa de la Frontera, que buscaba crear plantas de ensamble para aprovechar y adiestrar mano de obra nacional en labores pre-industriales. Hoy día el término “zona económica especial” alude muy particularmente a las que, desde 1979, Deng Xiaoping creó para atraer inversiones extranjeras a China dejando que en ellas rigieran las normas del mercado capitalista, segregándolas así del resto del territorio chino. Inicialmente cuatro, siendo el modelo más conocido el de Shenzhen, cerca de Hong Kong, gradualmente han crecido en número. Después de  Hangzhou, Zhuhai, Xiamen y Guangdong han sido docenas de nuevas zonas y puertos de desarrollo por toda China. La India, a su vez, comenzó en 1988 a abrir sus parques industriales.

Las llamadas “zonas especiales” no sólo sirven para propiciar el desarrollo de zonas atrasadas del país, sino para que éste sea equilibrado y moderno en amplias regiones. Muchos países cuentan con zonas especiales, que consisten en apartar grandes áreas del espacio fiscal normal para aplicar en ella un régimen especial o de excepción. 

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Hay en el mundo centenares de zonas o parques industriales dotados de facilidades logísticas realizando operaciones de ensamblaje, maquila, distribución e investigación tecnológica.  En nuestro país, el alto volumen de producción de las plantas que añaden alguna medida de valor a los insumos hace de ellas un importante soporte para la economía mexicana. También contamos con “recintos fiscalizados estratégicos”, que están subutilizados y operados simplemente como parques industriales.

Cada estado mexicano cuenta con “parques industriales” clasificados en diversos tipos, como “industriales”, “portuarios”, “tecnológicos” o de “informática”, de “energía” o  “incubadoras” de nuevos proyectos. 

La industria maquiladora y ensambladora, alojadas principalmente en parques industriales, se han beneficiado de las exenciones de impuestos de importación, lo que ha sido la base de su progreso, y ocupan a millones de trabajadores, muchos de ellos de origen rural, quienes son una pieza firme en la ocupación nacional.  Los programas IMMEX también tienen la misma finalidad de favorecer la producción de manufacturas realizadas con insumos importados a los que se les añade valor agregado.

Ahora resulta que tenemos que esperar hasta entrado el año 2015 para crear una nueva legislación que se añada a la que existe para combinar con otros factores como esquemas y programas de seguridad y hasta de derechos humanos, con el fin de poder implementar las zonas económicas especiales que se anuncian y que básicamente desde hace tiempo ya existen en México dedicadas a la exportación.

En realidad no hay tanta complicación. En México existe mucha experiencia acumulada en la historia de las zonas francas o libres desde el siglo XIX, cuando se comenzó con zonas libres fronterizas. Hay varias modalidades en los programas de promoción de la producción de manufacturas realizadas con insumos importados a los que se les añade valor agregado.

No hay, pues, nada nuevo en el anuncio presidencial sobre “zonas económicas especiales”, ni hay razón para dilatar su inmediata creación, no en tres,  sino en muchos lugares más.


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