Ha transcurrido un año de la actual administración; desde que tomó posesión Claudia Sheinbaum al frente del gobierno, durante su gestión han pasado muchas cosas, una buena parte de esos acontecimientos versan en episodios escandalosos que han ocupado la agenda pública nacional; otros, se dan en el marco reformista, con cambios dirigidos a fortalecer a la autoridad en detrimento del ciudadano y; también, un drástico cambio en las relaciones bilaterales con los vecinos del norte, en materia de seguridad y economía, solo por mencionar algunos aspectos que han sellado un rumbo incierto para el país en los últimos doce meses.
Lo cierto es que la actividad política y, el servicio público prácticamente a cargo de los morenistas ha entrado en un franco deterioro al privilegiar los criterios de impunidad, solapando y encubriendo las redes de corrupción; complicidad con la delincuencia y, el gusto insaciable de acumular dudosas fortunas.
Se ha creado una clase política en torno a Morena y aliados, unida en un clan con el objetivo de satisfacer ambiciones de fuerza y dinero, se embriagaron de poder; así destierran cualquier atisbo que consideren les haga sombra o sea una amenaza en ciernes, por lo que se han dado a la tarea de destruir los obstáculos.
Un primer paso fue dividir al país entre buenos y malos, los mensajes de odio tuvieron eco, el sembrar rencores fue una estrategia exitosa. La narrativa encontró tierra fértil en una sociedad harta de padecer la injusticia social, aferrándose y, abriendo las puertas a la opción populista y demagógica, con la esperanza de una era transformadora que les permitiera cambiar el estatus de vida, sin embargo, el resultado es el autoritarismo.
El siguiente paso, consistió en cooptar los organismos electorales garantizando una mayoría parlamentaria y, así, preparar el terreno para llevar a cabo la estrategia reformista.
Ni tardos ni perezosos se dieron a la tarea de hacer una serie de cambios constitucionales y legales en beneficio del gobierno, apoderándose del Poder Judicial, para después modificar la Ley de Amparo, restando eficacia a la defensa de los particulares frente a los excesos del gobierno.
Solo les falta cambiar las reglas electorales, mecanismo que han puesto en marcha, siendo previsible la línea a imponer, ya que su intención es minimizar riesgo alguno en esos asuntos.
Sin embargo, dejaron entrever síntomas de preocupación ahora que el Partido Acción Nacional decidió su relanzamiento, tanto la titular del Poder Ejecutivo como la presidenta de Morena, inmediatamente lanzaron consignas descalificando el evento.
Esa conducta es una señal positiva, en cualquier democracia la pluralidad es bienvenida, pues nutre el debate y el intercambio de ideas, cuestión que desde el gobierno mexicano con los morenistas no acontece, por el contrario, les causa molestia.
La narrativa construida por Acción Nacional de luchar por la Patria, La Familia y Las Libertades es un buen comienzo para recuperar la identidad y, en paralelo hacer alianza con la sociedad, abriendo las puertas a liderazgos sociales.
Ese esfuerzo por cambiar la política para recobrar su esencia no solo es urgente sino vital en la reconstrucción de la democracia mexicana.



























