La tragedia del Metro

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Por: Marcos Pérez Esquer

Sea por corrupción, por negligencia o por ineptitud, en la tragedia de la Línea 12 del Metro capitalino hay responsables. 

La obra es tan reciente que necesariamente algo se hizo mal. Ya lo dirá el peritaje, pero de entrada, se atisban varias posibilidades:

1. Mala calidad de la obra. 

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Hay que recordar que la Línea 12 también conocida como Línea Dorada, fue motivo de sendas observaciones de la Auditoria Superior de la Federación, y ha tenido que suspender en cuatro ocasiones su funcionamiento por diversos defectos. El error más sonado posterior a su inauguración del 30 de octubre de 2012, fue el desajuste entre los trenes y las vías férreas. 

Por increíble que parezca, las vías estaban diseñadas para otro tipo de vagones, pero hicieron los “ajustes” para montar otros distintos. Desde luego los problemas no tardaron en presentarse; en las curvas, los trenes presentaban una vibración tal que evidenciaba el riesgo de descarrilamiento. Los errores de diseño, planeación y construcción de la obra, llevaron a una primera suspensión del servicio del 2 de agosto al 30 de noviembre de 2013, para una renivelación de rieles, y posteriormente, el 12 de marzo de 2014, por graves fallas en el tramo elevado; supuestamente corregidas las fallas, se puso de nuevo en funcionamiento el 30 de noviembre de 2015, pero quedando claro que la obra presentaba graves problemas de origen.

Si la tragedia del lunes pasado fue a causa de esos defectos de diseño, planeación y construcción, los responsables tendrán que ser Marcelo Ebrard, actual Secretario de Relaciones Exteriores, y Mario Delgado, actual presidente nacional de Morena. A la sazón, ellos fungían como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y como Secretario de Finanzas de dicho gobierno. Fue este último quién autorizó la adjudicación de la obra al consorcio conformado por ICA, Grupo Carso y Alstom. El tramo del accidente, estuvo a cargo de Carso, la constructora de Carlos Slim. Estas mismas empresas son las que hoy construyen el Tren Maya, -qué miedo-. Por supuesto, los dueños y personal técnico de las constructoras también resultarían responsables, y probablemente en mayor medida que los funcionarios.

2. La obra se hizo bien, pero se vio afectada por el sismo, y no se le hicieron las reparaciones adecuadas. 

Tras el sismo del 19 de noviembre de 2017, de nueva cuenta se suspendió el funcionamiento de la Línea 12, para hacer las evaluaciones y reparaciones conducentes. Entre los problemas detectados y supuestamente atendidos estuvo la falla estructural de una columna entre las estaciones Olivos y Nopalera, justo donde el lunes sucedió la tragedia.

Si este fuere el problema, es decir, si las reparaciones posteriores al sismo se hicieron mal y ello derivó en el desplome del tramo elevado, la responsabilidad recaería sobre Miguel Ángel Mancera, que era entonces el Jefe de Gobierno capitalino, sobre sus funcionarios, y sobre la empresa encargada de la reparación. Eventualmente también sobre Claudia Sheinbaum que, teniendo ya dos años y medio como Jefa de Gobierno, debió detectar y resolver a tiempo la falla a través de sus funcionarios -quienes también serían responsables-.

3. Se hicieron las reparaciones, pero no el mantenimiento. 

Aunque poco probable, existe también esta posibilidad, es decir, que la obra estuviere bien construida, que los daños del sismo se hubiesen reparado correctamente, pero que después hayan fallado los trabajos de mantenimiento. Esto es viable porque la directora del Metro, Florencia Serranía, mantuvo vacante la subdirección de mantenimiento durante un año; apenas cuatro días antes del accidente, nombró a un “encargado”.

En este caso, la responsabilidad recaería enteramente sobre Claudia Sheinbaum y sus funcionarios. Máxime cuando incluso vecinos denunciaban fallas evidentes.

4. Todo lo anterior. 

La hipótesis que parece mas razonable empero, es que todo lo anterior haya sido parte de una cadena de sucesos que terminaron en la tragedia del lunes 3 de mayo. Lo más probable, desde mi punto de vista, es que en efecto, la obra haya sido mal construida, que la reparación realizada con motivo del sismo no haya sido la mejor, y que no se le haya dado el mantenimiento adecuado.

En este caso, todos y todas las personas antes mencionadas resultarán responsables de la terrible muerte de 25 personas, y de las lesiones propiciadas a otras 80 más.

No olvidemos eso, acá lo que importa son esas personas, las que perdieron la vida, sus seres queridos que hoy ya no volverán a verlos, y las personas lesionadas. Todas y todos merecen justicia, la reparación posible, y nuestra solidaridad. Y tanto ellas como la comunidad en su conjunto, requerimos garantías de no repetición.


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