En junio de 2017, en un mensaje en X (Twitter), el exdirigente nacional de PAN Manuel Espino Barrientos señaló: “seré panista toda mi vida, esa es mi formación y convicción”; anteriormente, luego de la elección presidencial de 2006, había mencionado que “mi posición política es de convicción. Incompatible con AMLO” en un post de 2010, además de haber escrito que “Si AMLO hubiera ganado México estaría mucho peor. Como en Venezuela” y que “el fraude del 2006 se llama Andrés Manuel López Obrador. Les falló a sus seguidores”.
Hoy es diputado federal por Morena y defiende a dicho partido a pesar de haber criticado a la fuerza política en la que milita; un caso similar es el de Gabriela Cuevas, también expanista, quien pagó la fianza para que López Obrador no pisara la cárcel en el episodio del desafuero que sufrió el entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México; ahora trabaja para el gobierno de Claudia Sheinbaum como representante oficial ante el comité organizador del Mundial de Fútbol 2026.
Y la lista de expanistas que se han integrado a Morena podría seguir y ocupar varias páginas, como son los casos de Javier Corral, Fadlala Akabani, Cruz Pérez Cuellar, Gonzalo Espina y muchos más.
De hecho, uno de los que se acabaron convirtiendo en cercano a López Obrador fue Bernardo Bátiz, quien abandonó a su expartido en el contexto de la protesta por la llegada de empresarios al blanquiazul que se concretó en el Foro Doctrinario y Democrático; Bátiz, como lo contó en alguna ocasión el expresidente, platicaba con él acerca del pensamiento del fundador del PAN Manuel Gómez Morin.
La última y polémica adquisición de Morena es Miguel Ángel Yunes Márquez, quien luego de dar su voto para aprobar la reforma judicial, aparece con la credencial de militante morenista, pese a las protestas de la gobernadora de Veracruz Rocío Nahle.
Y si vamos al tema de los priístas que han llegado a Morena, también tenemos que mencionar que es una lista larga, desde Manuel Bartlett, Ignacio Ovalle, el mismo López Obrador, Adán Augusto López, hasta llegar a su más reciente afiliación en la persona de Alejandro Murat, exgobernador de Oaxaca, quien ha recibido acusaciones de su sucesor Salomón Jara.
Es algo curioso para un partido que usa un discurso para culpar al PRIAN de todo lo malo que hay en el país o que asegura que la oposición –PRI y PAN, principalmente– está moralmente derrotada pues buena parte de su militancia esté formada, precisamente, por exmilitantes del PRI y del PAN.
¿Cuál ha sido el aporte de los panistas a Morena? ¿Qué aportaron los priístas a su nuevo partido? Se trata de preguntas que, por el momento, no tienen respuesta, pues sería difícil –desde el punto de vista ideológico– mencionar como este tipo de personajes enriquecieron el ideario morenista, aunque es posible que López Obrador recordará sus conversaciones con Bátiz cuando enunció aquello del humanismo mexicano o cuando en sus conferencias mañaneras hablaba del bien común, conceptos que están íntimamente ligados a lo que en el PAN nombran como su doctrina, basada ésta en la doctrina social de la Iglesia Católica y en el liberalismo de principios del siglo XX,
Pero Morena no es un partido de derecha y aunque defiende y repite conceptos utilizados por el priismo, como los relacionados a la Revolución Mexicana, tampoco es un partido que pueda presumir una ideología como la que en algún momento de su historia tuvo el PRI.
Es posible que podamos llegar a la conclusión de que Morena retoma muchos de los principios expresados en el priismo de los años 70, previo a la llegada de Miguel de la Madrid y sus técnicos neoliberales, salpicados de algunas ideas panistas, algo que ayudaría a entender varias de sus propuestas, pero no todas, porque también hay que señalar que en este partido conviven formas de hacer política contradictorias una de otra, como la defensa del aborto en cierto sector del movimiento en tanto que en otro se le rechaza.
Una cosa queda clara, en Morena no se defienden principios o ideales, sino intereses como se apreció en el tema de la aprobación de la iniciativa para prohibir el nepotismo electoral. Si tuvieran los primeros, se habrían reservado el derecho de admisión de varios ex militantes del PRI y del PAN cuyas historias personales son contrarias al discurso que actualmente repiten.
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